Chile es el país con la participación juvenil en política más baja de toda Iberoamérica y una de las
más bajas del planeta, con sólo un 7% de votantes de entre 18 y 24 años, según un estudio de la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ).
Si bien la baja participación de los jóvenes es un problema generalizado en Iberoamérica, es un desafío en la política chilena actual motivar a más personas a participar en política.
Pese a que este año, desde el inicio del proceso de inscripción, se han acercado a las oficinas del registro electoral más jóvenes que de costumbre, eso no basta para estar tranquilos.
En Chile sólo el 18,6% de los jóvenes entre 18 y 29 años está inscrito, es decir, cerca de dos millones 600 mil personas en ese tramo de edad no están interesados en participar en los procesos democráticos. Esta es una realidad preocupante y que debemos enfrentar de manera sensata.
Algunos creen que la solución a este problema es la inscripción automática, como si por arte de magia el sólo hecho de aparecer en los registros motivara a los jóvenes a votar.
Es muy simplista pensar que los jóvenes no votan porque les da lata cumplir con el trámite de la inscripción, porque de hecho es mucho más simple y rápido inscribirse que ir a votar. Además, desde el momento que se aprobó la reforma constitucional que consagra el voto voluntario, nadie quedará sujeto a sanciones por no votar. El diagnóstico de fondo a este problema es que la política no está interpretando a los jóvenes.
Prueba de lo anterior es que miles de jóvenes participan en diversos movimientos de tipo social, cultural o religioso, demostrando compromiso con la sociedad y vocación de servicio. El llamado "fenómeno Marco Enríquez-Ominami" es otra muestra que el problema no está en la falta de una "inscripción automática", sino que es más profundo. El discurso irreverente del diputado PS quizás esté interpretando a las personas descontentas con la manera tradicional de hacer política y su rápido ascenso en las encuestas es síntoma de que existe una disconformidad con las instituciones políticas y sus dirigentes.
Mucho más fácil que pensar en cómo reencantar a un sector importante de la población, es simplemente conformarse con la entrada en vigencia de la Reforma Constitucional de inscripción automática y voto voluntario. Creer que una reforma de tipo formal sea la solución para esta realidad es el peor error que podríamos cometer.
Pese a que esta iniciativa incorporará de manera instantánea a cuatro millones de personas al padrón electoral, eso no da garantías de que las personas concurrirán a las urnas en las próximas elecciones, puesto que no soluciona el problema de fondo. Y ese es: ¿cómo reencantar a los jóvenes para que se involucren en política?
Fuente:senado.cl
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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