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sábado, mayo 30, 2009

"Finanzas Corporativas ? Teoría y Práctica"

"Finanzas Corporativas ? Teoría y Práctica"

Nuevo libro promete ser lectura obligatoria en Escuelas de Negocio
Universidad Santo Tomás

Es el primer libro del decano de la Facultad de Administración de Universidad Santo Tomás, Carlos Maquieira.

Carlos Maquieira
Carlos Maquieira

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El 4 de junio, en el Aula Magna de la Universidad Santo Tomás Santiago, se realizará el lanzamiento del primer libro del decano de Administración de esta Casa de Estudios, Carlos Maquieira. El texto "Finanzas Corporativas – Teoría y Práctica", editado por Editorial Andrés Bello, apunta a ser bibliografía obligatoria en las escuelas de negocios del país.

El libro, que será presentado por el empresario Laurence Golborne, ex ejecutivo de Gener y de Cencosud y actual presidente del Círculo de Finanzas de Icare, trata aspectos relevantes de las finanzas de empresas como: costo de capital, estructura de capital, política de dividendos, valorización de empresas, fusiones y adquisiciones, entre otros temas.

Lo más innovador de este libro, destaca su autor, Carlos Maquieira, es que "no existen textos de esta área en Sudamérica, con aplicaciones tanto a Chile como al subcontinente. Por ejemplo, este es el único libro que trata en extenso el tema de costo de capital con estimaciones de premio por riesgo de mercado para varios países de América Latina. Además para Chile se entregan casos prácticos que sirven tanto al profesor como al alumno para poder aplicar los conceptos entregados".

El libro también incluye un minidisco que contiene soluciones a los problemas de cada capítulo, en la mayoría de los casos, con fórmulas propias del autor, entregando no sólo el resultado, sino que también el desarrollo completo de los problemas.

"Finanzas Corporativas – Teoría y Práctica" contiene 336 páginas y en septiembre se hará una edición en portugués para lanzarlo en países de esa lengua.

Carlos Maquieira: Uno de los académicos más relevantes en Finanzas Corporativas

El decano de la Facultad de Administración de la Universidad Santo Tomás es Master of Arts y Ph. D. in Business Administration, por The University of Georgia. Actualmente es miembro invitado del panel de acreditación para América Latina de la Association of MBA (AMBA, United Kingdom), y de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA).

Dentro de los cargos que ha desempeñado en su vida académica y profesional, se encuentra el haber sido director de la Escuela de Postgrado, Economía y Negocios de la Universidad de Chile; vicedecano (s) y director del Departamento de Administración de la Facultad de Economía y Negocios, además de docente. Adicionalmente, fue director del Executive MBA de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Ha sido profesor visitante en Estados Unidos (The University of Georgia, 1994) y en Portugal (Escola Superior de Ciencias Empresariais, Insituto Politécnico de Viana do Castelo, 2006 y 2007). Adicionalmente, ha sido investigador visitante en Estados Unidos (The University of Georgia, 1993 y Tulane University, 1995, 1996 y 1997) y Japón (Waseda University, 1995). Se suma a todo lo anterior, una larga trayectoria profesional como consultor de empresas, siendo actualmente el socio principal de MQA. A la fecha ha asesorado en el área de Finanzas Corporativas a cerca de 30 empresas y organismos tanto nacionales como internacionales.

Edición: Universia / RR

Fuente: Universidad Santo Tomás


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Rodrigo González Fernández
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SIETE INTERROGANTES SOBRE EL FUTURO DE EUROPA

SIETE INTERROGANTES SOBRE EL FUTURO DE EUROPA

Mayor Oreja y López Aguilar
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El candidato del PP, Jaime Mayor Oreja, y el socialista, Juan Fernando López Aguilar.- EFE / PEDRO PERIS

 

La política doméstica está monopolizando la campaña, pero lo que se juegan los ciudadanos en estas elecciones es el camino que seguirá Europa en los próximos años. EL PAÍS envió por correo electrónico a los seis principales cabezas de lista un cuestionario sobre algunos de los asuntos que están sobre la mesa en España y en la Unión, dos ámbitos que a menudo se entremezclan. Sus respuestas marcan diferencias pero también alumbran coincidencias.

EL PAÍS - Madrid - 30/05/2009

 
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Preguntas para los candidatos - ¿Hay que construir más centrales nucleares o cerrar las que finalicen su periodo de vida útil? - ¿Europa debe prohibir por ley la regularización masiva de inmigrantes? ¿Hay que ampliar o reducir el plazo de retención de inmigrantes antes de la expulsión, que se ha fijado ahora en 18 meses? - ¿En cuántas horas pondría el máximo de la jornada laboral? - ¿El cambio climático es un problema en España y en Europa? ¿Cómo combatirlo? - ¿Es partidario de la jurisdicción universal sin límites? Y, si hay que poner límites, ¿cuáles serían? - ¿Aceptaría a presos de Guantánamo en España? ¿Qué le parece esa prisión? - En la lucha contra el terrorismo, ¿hay que descartar por ley cualquier negociación para alcanzar la paz?

Juan Fernando López Aguilar (PSOE), Jaime Mayor Oreja (PP), Willy Meyer (IU-ICV), Ramón Tremosa (Coalición por Europa, donde están CiU, PNV y Coalición Canaria), Oriol Junqueras (Europa de los Pueblos, que agrupa a ERC, BNG, Aralar y EA) y Francisco Sosa Wagner (UPyD). Ellos son los seis candidatos cuyas respuestas a un cuestionario común ha confrontado EL PAÍS. Y éstos son sus compromisos.

      La noticia en otros webs

      ENERGÍA NUCLEAR Un debate por abrir

      López Aguilar (PSOE). España debe apostar muy fuerte por las energías renovables, para conseguir que en 2050 constituyan prácticamente la totalidad de la oferta energética. La inversión en energía nuclear no sólo supone un obstáculo al desarrollo de las energías renovables; construir más centrales nucleares es además un esfuerzo de largo plazo y extraordinariamente caro, tiene problemas de seguridad y produce residuos radioactivos que no se sabe dónde almacenar. Si cambia la tecnología y se consigue que la construcción de las centrales no sea tan cara, que se garantice la seguridad y que los residuos se reutilicen o puedan ser almacenados sin peligro, abordaremos el debate, pero no es ésa la situación actual.

      Mayor Oreja (PP). Hay que abrir un debate en España, serio y sin prejuicios. Hay que poner en una balanza todos los elementos: el objetivo de reducir las emisiones de CO2

      y promover las energías renovables, la necesidad de mantener los empleos que dependen de las centrales nucleares, el problema del almacenamiento de los residuos, la necesidad de garantizar el suministro energético a precios asequibles...

      Meyer (IU-ICV). Nos oponemos a la energía nuclear, tanto por sus riesgos y residuos como por su coste. La UE debe establecer una moratoria y el cierre de las centrales. La solución pasa por un nuevo modelo productivo, energético y de consumo, eficiente, con empleo de calidad y ecológicamente sostenible. Una política energética común bajo control público de una Agencia Europea de la Energía, que no considere la energía como mercancía sino como un bien público.

      Tremosa (CPE). Toda Europa está concluyendo el debate sobre su suficiencia energética menos España, el país más dependiente energéticamente (80%). Hay que impulsar las energías renovables pero son insuficientes y muy caras. Ante la escasez futura del petróleo, Europa está construyendo una nueva generación de centrales nucleares más seguras y con posibilidad de reciclar los residuos. Hay que abrirse al diálogo y eliminar barreras ideológicas.

      Junqueras (EDP). Estamos a favor de la comunidad de las energías renovables que alguna vez se ha propuesto desde la UE. Defendemos la creación de una agencia europea que invierta en desarrollo de las energías renovables para evitar la dependencia energética. No se tienen que construir más centrales nucleares: se deben ir cerrando las que existen; pero no nos opondremos a la investigación en cualquier caso.

      Sosa Wagner (UPyD). Hablar del futuro energético es algo más que hablar de las centrales nucleares. Si el debate en el comienzo de la construcción de Europa fue el agrícola, hoy es claramente el energético. Todas las fuentes de energía deben ser valoradas sabiendo que la dependencia de los combustibles fósiles es muy peligrosa y contaminante. Respecto a la energía nuclear, nuestra opinión es que hay que abrir el debate. No descartamos su uso para fines pacíficos.

      INMIGRACIÓN Orden y derechos

      López Aguilar (PSOE). Quien piense que el fenómeno de la inmigración se va a detener por el ensalmo de una prohibición en una ley tiene desenfocada la cuestión. La inmigración irregular se combate ordenando los flujos, luchando contra las mafias, mejorando los mecanismos de repatriación, pero sobre todo contribuyendo al desarrollo de los países de origen. En cuanto al plazo de retención, si se amplía deberá ser siempre respetando escrupulosamente los límites establecidos por la Constitución.

      Mayor Oreja (PP). Las directivas europeas ya se pronuncian en contra de las regularizaciones masivas porque afectan a todos los países de la UE (somos un espacio sin fronteras). La legislación española debe adaptar la Directiva de Retorno de inmigrantes ilegales que ha aprobado la UE. Lo mejor es unificar los criterios de la Unión.

      Meyer (IU-ICV). La Directiva de Retorno (directiva de la vergüenza) votada por PP y PSOE supone un retroceso en materia de derechos humanos al establecer la deportación incluso de menores, y la detención casi automática, de duración excesiva (18 meses), bajo justificación administrativa, lo que la convierte en una detención arbitraria. Con esta directiva se pone fin a la Europa garantista. IU se opone al anteproyecto de reforma de la Ley de Extranjería del Gobierno, que es la plasmación de la directiva de la vergüenza porque aumenta la retención hasta 60 días en unos centros de internamiento con condiciones deplorables y endurece las condiciones para la reagrupación familiar.

      Tremosa (CPE). Me sorprende la frivolidad extrema de la izquierda catalana y española cuando en toda Europa son los partidos de izquierdas los más estrictos en el control de los flujos de inmigración. Una entrada masiva de inmigrantes perjudica especialmente a las clases más populares de los países de acogida, por eso desde toda Europa se pide que la T-4 del aeropuerto de Barajas deje de ser la puerta de entrada de la inmigración ilegal.

      Junqueras (EDP). La inmigración no se debe afrontar sólo desde el punto de vista legal, centrado en las expulsiones, el retorno voluntario y la inmigración circular. Debe ser un proceso de creación de ciudadanía. ERC cree que se tienen que promover políticas para garantizar una UE basada en la igualdad de oportunidades. Es preciso un plan de acogida de la población inmigrada.

      Sosa Wagner (UPyD). Estamos por la regulación de la política de inmigración en el nivel europeo, adjudicando a una agencia u otro órgano de la Unión la responsabilidad de este asunto, siempre en el marco del respeto a los derechos de los inmigrantes y con la mira puesta en su integración real y cultural en la sociedad que les acoge.

      JORNADA LABORAL La directiva sin 'padres'

      López Aguilar (PSOE). El que tenemos en nuestro Estatuto de los Trabajadores: 40 horas. La intentona de la derecha europea de extender la jornada laboral a 65 horas es un retroceso descomunal en derechos de los trabajadores que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir.

      Mayor Oreja (PP). La que marca el derecho laboral español, ni una hora más ni una menos. Por eso votamos en contra de la directiva sobre tiempo de trabajo, en la que el laborista británico Gordon Brown consiguió convencer a los Gobiernos de la Unión Europea para que se ampliara la jornada laboral semanal hasta 65 horas.

      Meyer (IU). Estamos por la jornada de 35 horas semanales en todo el ámbito europeo. Aceptamos hasta cinco horas extraordinarias: por tanto, una jornada máxima de 40 horas semanales. Todas las normas europeas y estatales sobre la jornada laboral deben adecuarse a este principio. Defendemos, además, las regulaciones estatales que mejoran esa jornada laboral.

      Tremosa (CPE). Hay que dejar libertad a los agentes económicos y sociales, dentro de un marco regulado por el sector público, para que según sean los trabajos y los sectores se pueda llegar a soluciones flexibles. Hay que reformar el mercado laboral para evitar la doble velocidad entre trabajadores jóvenes con contratos temporales (que ahora son despedidos masivamente aunque trabajen bien) y trabajadores mayores con contrato indefinido.

      Junqueras (EDP). Estamos en contra de la liberalización de la jornada laboral de la manera planteada por la directiva de las 65 horas. Los derechos laborales han sido objeto de negociación colectiva y es fundamental que así sea. Y en ningún caso debe superar las 37,5 horas. Sí estamos a favor que se limite los mecanismos que permiten el dumping social, homologando las condiciones en términos de derechos de trabajadores.

      Sosa Wagner (UPyD). El marco actual es válido, pero también es preciso atender al tipo de trabajo que se trate. Un asunto, por ejemplo, del que nadie parece ocuparse es la situación en que se encuentran los médicos españoles que enlazan guardias con jornadas de trabajo. Con este abuso, como con otros que se dan, hay que acabar.

      CAMBIO CLIMÁTICO Buenas intenciones

      López Aguilar (PSOE). Desde luego, la respuesta no es negarlo, como ha hecho algún dirigente de la derecha. Estamos ante un desafío en el que nos jugamos nada menos que el futuro. Europa y España deben apostar por las energías renovables y el transporte limpio. El futuro de Europa está en la economía verde.

      Mayor Oreja (PP). Hay que plantear políticas que reduzcan las emisiones de CO2 sin dogmatismos, que no supongan el hundimiento o la deslocalización de la industria europea y que garanticen la seguridad del abastecimiento energético. Los acuerdos alcanzados en diciembre en la UE van en la buena dirección. Ahora falta que el resto de socios internacionales, especialmente los países más contaminantes como EE UU, China, India o Rusia se sumen a ese acuerdo.

      Meyer (IU-ICV). Estamos a favor del desarrollo inmediato y consistente de un nuevo Tratado internacional, un Kyoto 2. Exigimos el total cumplimiento de todos los compromisos firmados y aceptados por la UE: la reducción de las emisiones globales un 30% para 2020 y al menos un 80% para 2050, el aumento del uso de energías renovables al menos un 25% para 2020, y la reducción del consumo de energía primaria un 25% para 2020 y aumentar la eficiencia energética en un 2% por año, incluyendo una limitación del consumo per cápita.

      Tremosa (CPE). El ciclo climático ha existido siempre en la tierra pero hay que evitar que la acción del hombre acelere los ciclos cálidos naturales de clima. El problema es global y las soluciones tienen que ser locales pero también globales.

      Junqueras (EDP). El cambio climático es un reto global. Es preciso que la UE recupere el liderazgo mundial en las cuestiones ambientales, en todo aquello referente al cambio climático. Apoyamos los objetivos de cara a 2020 de ahorro energético, reducción de emisiones contaminantes y uso de energías renovables.

      Sosa Wagner (UPyD). Se trata de un problema serio, sobre todo en España, cuyo Gobierno no se ocupa de cumplir los acuerdos de Kyoto. Todas las Administraciones, incluida la local, deben implicarse evitando derroches. Hay que ser conscientes de que esto significa cambiar hábitos de los ciudadanos, ahuyentar rutinas en la planificación urbanística, olvidarse de despilfarros y, sobre todo, apostar por el transporte público. Un no rotundo a la invasión del coche en las ciudades.

      JUSTICIA INTERNACIONAL Los límites de la ley

      López Aguilar (PSOE). La jurisdicción universal de la justicia española ha tenido efectos positivos sobre la imagen de España, defensora de los derechos humanos a nivel internacional. No creo que haya que revisar su existencia en delitos de extrema gravedad, pero sí creo, como promueve el Gobierno, que hay que acotar dicha jurisdicción a los supuestos donde existe un nexo de conexión con España o con ciudadanos españoles, y apostar por la Corte Penal Internacional para el resto de los supuestos.

      Mayor Oreja (PP). Como principio, no soy partidario de que tribunales nacionales inicien procesos basados en el principio de la jurisdicción universal. Lo que se debe es potenciar los órganos judiciales supranacionales, como el Tribunal Penal Internacional. El PP ha votado a favor de una resolución en este sentido en el Congreso: acotar esa jurisdicción únicamente a los casos en los que haya conexión con los tribunales españoles.

      Meyer (IU-ICV). No es posible limitar la jurisdicción universal sin incumplir los tratados internacionales para la persecución de crímenes contra la humanidad firmados por España, que obligan a nuestras instituciones a perseguir esos crímenes. La Corte Penal Internacional apenas ha abierto causas, pues se encuentra secuestrada por el bloqueo de las grandes potencias a la hora de perseguir a ciudadanos de Estados poderosos. La limitación de la jurisdicción universal responde a las presiones de EE UU e Israel.

      Tremosa (CPE). Sí, soy partidario. Es impresentable que un juez español pueda encausar a un dictador chileno y que los jueces extranjeros no puedan encausar dictadores o altos cargos de la dictadura franquista en España.

      Junqueras (EDP). Estamos a favor de perseguir más allá de las fronteras estatales delitos contra la humanidad, los derechos humanos, las libertades fundamentales, los derechos civiles y políticos... entre otros. Es por ello que estamos en favor de la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional.

      Sosa Wagner (UPyD). Somos partidarios de la jurisdicción universal, siempre que no se atribuya a los jueces de la Audiencia Nacional. Para eso están los tribunales internacionales previstos o que se puedan prever en el Derecho internacional.

      PRESOS DE GUANTÁNAMO Un problema de EE UU

      López Aguilar (PSOE). La prisión de Guantánamo se ha constituido en el símbolo de una política que ha hecho añicos la identificación de EE UU con el respeto a los derechos humanos, algo de lo que es consciente la Administración de Barack Obama y que está tratando de reparar. Si España recibe alguna petición de EE UU para hacer frente al problema que se crea con su desmantelamiento, mostrará disposición a colaborar, siempre salvaguardando nuestro ordenamiento jurídico, el interés de nuestro país y nuestra seguridad.

      Mayor Oreja (PP). En el Parlamento Europeo hemos aprobado resoluciones a favor del cierre de Guantánamo. Pero su existencia es un problema de Estados Unidos que debe resolver Estados Unidos. No estoy en contra de ayudar a ese país a resolver el problema pero tiene que ser en condiciones muy claras. No creo que algún país europeo deba aceptar a los presos de Guantánamo sin tener claro cuál es el estatuto jurídico de cada uno.

      Meyer (IU-ICV). Aceptar presos de Guantánamo en España sería como legitimar la operación de los vuelos de la CIA, es decir, la vieja política de Bush -de la cual fueron cómplices muchos Gobiernos europeos- de responder al crimen con más crimen, a la tortura con tortura. Respecto a los presos que allí se encuentran, debe probarse su culpabilidad, pero si no existen pruebas deben ser puestos en libertad. IU siempre ha pedido el cierre de la prisión ilegal de Guantánamo por considerarla una de las mayores vergüenzas internacionales y un limbo jurídico.

      Tremosa (CPE). La presunción de inocencia debe respetarse tanto como sea posible. Nunca me gustó Guantánamo y no me gustaría que el Estado español acogiera una prisión similar.

      Junqueras (EDP). Sólo se pueden aceptar cárceles que respeten los derechos humanos. Las cárceles también tienen que respetar los principios penitenciarios y judiciales básicos.

      Sosa Wagner (UPyD). Sí, si se produjera en el marco de acuerdos que implicaran a la UE y a todos los Estados europeos. La prisión de Guantánamo nos parece abominable, exactamente igual que todas aquellas en las que no se respetan las exigencias del Estado de derecho y que existen en países como Rusia, China o la prisión americana de Bagram en Afganistán de la que, por cierto, nadie habla.

      POLÍTICA ANTITERRORISTA No más negociaciones

      López Aguilar (PSOE). ETA ha tenido varias oportunidades para dejar de existir a través del diálogo y las ha desperdiciado todas. Por tanto, el mensaje ahora es claro: no habrá negociación con ETA. Que eso se plasme en una ley o no es secundario.

      Mayor Oreja (PP). En la lucha contra el terrorismo sólo debe contar un principio: combatir a los asesinos con las normas de que dispone el Estado de derecho. Siempre he sido contrario a la negociación con los terroristas. Ese principio debe ser indubitado, más allá de debatir si se plasma en un texto legal o no.

      Meyer (IU-ICV). Nos posicionamos claramente contra el terrorismo y a favor del uso de los instrumentos del Estado de derecho para combatirlo. Sin embargo, la llamada "lucha contra el terrorismo internacional" utiliza el término terrorismo para ocultar las causas sociales y políticas de los conflictos internacionales, lo que nos ha llevado a un mayor grado de inseguridad global y ha sido utilizado para limitar los derechos y las libertades de la ciudadanía. La seguridad internacional no es un problema militar, sino un problema de desarrollo, por lo que debe basarse en principios de paz, de cooperación, en la búsqueda de la solución política y civil de los conflictos a través de los organismos y de la legislación internacional.

      Tremosa (CPE). No, pero cada caso es cada caso. No hay que tener apriorismos prefijados para intentar acabar con la violencia siempre que se pueda a partir del diálogo.

      Junqueras (EDP). Si existe terrorismo es por algún conflicto político, social, económico... Se tiene que intentar resolver los conflictos mediante salidas dialogadas y pacíficas. Hay que hablar, hay que dialogar, siempre. Nunca el diálogo ni la negociación deben ser prohibidos por ley.

      Sosa Wagner (UPyD). A los terroristas hay que vencerles.


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      Rodrigo González Fernández
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      HOAC: "Por la Europa social, la justicia y la dignidad de las personas"

      HOAC: "Por la Europa social, la justicia y la dignidad de las personas"

      30.05.09 | 09:06. Archivado en HOAC
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      Entre el 4 y el 7 de Junio (fecha de las elecciones en nuestro país) los aproximadamente 375 millones de ciudadanos europeos con derecho a voto, de los 27 países miembros de la Unión Europea, estamos llamados a las Elecciones al Parlamento Europeo para el que elegiremos a 736 diputados (según el vigente Tratado de Niza), de los cuales los españoles elegimos a 50. Este número de diputados se puede ver ampliado hasta 751 en 2010, si se ratifica el Tratado de Lisboa, con lo que España elegiría 4 más.

      El Parlamento actual cuenta con una mayoría conservadora constituida alrededor del Partido Popular Europeo (grupo en el que se integran tanto el PP como CiU) y que cuenta con 278 diputados y otros grupos entre los que destaca la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa, que cuenta con otros 104; frente a la minoría progresista liderada por el Grupo Socialista Europeo, con 216 y otros grupos como Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde (donde se integra IU) con 41. En España en las últimas Elecciones al Parlamento Europeo del 2004 el PSOE obtuvo 25 diputados, el PP 24, IU 2 y el bloque nacionalista otros 2.

      Estas Elecciones se celebran en plena crisis económica mundial, que lejos de ser una más de las crisis a las que nos tiene acostumbrados el sistema, es mucho más profunda, y pone en cuestión toda una forma de concebir el crecimiento económico, de organizar la vida social y de la orientación ética de nuestra sociedad. Por eso se trata de unas elecciones en las que deberíamos prestar gran atención a todo lo que puede significar un avance o un retroceso en la ineludible necesidad de profundizar en la defensa de los derechos de las personas, de la justicia social, de los valores que nos humanizan y de un modelo social que facilite una vida digna y la lucha contra el empobrecimiento de que son víctimas tantos miles de millones de hermanos y hermanas nuestros.

      Presentamos esta reflexión sobre las Elecciones Europeas guiados por el afán de justicia y solidaridad a favor de las personas, colectivos y pueblos empobrecidos. Con ello, queremos, con Cristo y como Él, anunciar la Buena Noticia a los pobres (Lc 4, 18)

      El problema de la participación

      Como movimiento de militantes obreros cristianos consideramos que un proceso como el de la construcción europea tiene un importante valor desde la perspectiva de la configuración de un amplio espacio de colaboración, cooperación y solidaridad entre los países, que puede orientarse hacia la construcción de una mayor conciencia y vivencia de la vocación de las personas y los pueblos a la fraternidad y la búsqueda conjunta del bien común, elemento esencial y central de toda comunidad política que pretenda estar al servicio de las personas. Sin embargo, tenemos un problema importante de participación, implicación y conciencia de la importancia que puede tener un proceso como el de la construcción europea, que se refleja también en las elecciones al Parlamento Europeo.

      A pesar de que, según indican todos los sondeos, los ciudadanos somos cada día más conscientes de nuestra pertenencia a Europa y de que muchas decisiones importantes para nuestro modelo social, nuestros servicios y sobre todo nuestra economía, se toman en el ámbito de la Unión Europea las previsiones de participación en estos comicios lejos de ir al alza van a la baja.

      Ya en las Elecciones de 2004 y en otros comicios anteriores hay un dato que destaca de manera sobresaliente sobre los demás: el alto grado de abstención, que en el 2004 fue en nuestro país del 54,86% frente al sólo 45% que ejerció su derecho al voto.

      En el último barómetro del parlamento europeo, de este mismo año 2009, solo un 34% de los ciudadanos europeos manifiesta su intención de ir a votar —los españoles estamos por debajo de esta media y nos quedamos en un 27%—. Lo que parece indicar una tendencia al aumento de la abstención en las elecciones de Junio.

      Este mismo sondeo indica una bajada en la confianza que los ciudadanos tenemos en relación con las instituciones europeas y que va bajando lenta pero progresivamente, situándose sólo en el 45% el número de ciudadanos que dice confiar en una institución como el Parlamento Europeo.

      Tal y como hemos venido reflejando en anteriores reflexiones sobre otros procesos electorales, hay elementos comunes que pueden explicar en parte esta tendencia al aumento de la apatía, el desinterés y lo que es peor, la desconfianza, de los ciudadanos hacia lo político; como son la bipolarización partidista, la tendencia en el debate político más a la descalificación del contrario que a la defensa o exposición de la propia propuesta, el uso y abuso de técnicas de marketing y publicidad que dificultan la percepción de las propuestas reales, la opacidad del funcionamiento interno de los partidos y/o la «profesionalización» de la «carrera política», el retroceso de instrumentos de participación e información ciudadana. En definitiva, el predominio de un modelo político que convierte a los ciudadanos más en objetos que en sujetos de la vida política y que aleja la acción política de la vida cotidiana de las personas.

      A estas razones habría que añadir, en el caso singular de este proceso electoral, que los ciudadanos seguimos percibiendo con demasiada lejanía las instituciones europeas; no acabamos de percibir su importancia, nos sentimos muy poco miembros de una comunidad más amplia que es la UE. Asimismo es claro que en esta Europa de los 27 pesan mucho más los Estados que las instituciones europeas, y así las deliberaciones y equilibrios que se producen en el Consejo (donde están los gobiernos nacionales) determinan en gran parte el trabajo de la Comisión y/o del Parlamento. Esta situación de relativa primacía de los Estados miembro sobre las instituciones europeas hace que el proceso de configuración de esta nueva realidad supranacional que debe ser la UE, para conseguir políticas comunes y compartidas en sus aspectos fundamentales —economía, derechos sociales, empleo, seguridad y defensa, relaciones exteriores— esté siendo un proceso lento y lleno de incertidumbres, que favorece poco una percepción clara de su necesidad y operatividad por parte del ciudadano.

      En cualquier caso son muy preocupantes estos niveles populares de desconfianza y de desinterés por el proceso de construcción de la Unión Europea y por lo tanto constituye un reto de primera importancia analizar sus causas y aumentar el nivel de información, cercanía y compromiso de las instituciones nacionales y comunitarias hacía los ciudadanos.

      En el caso particular de España, mucho nos tememos que como en anteriores comicios electorales, Municipales y Autonómicas de 2007 y Generales de 2008, la bipolarización entre PP y PSOE lo invada todo y diluya cualquier otra perspectiva más plural y que, también de nuevo, la simplificación del debate político al «conmigo o contra mí» vuelva a impedir a los ciudadanos poder percibir nítidamente las diferentes propuestas que se le plantean, incluso las que pretenden defender estos dos grandes partidos.

      Asimismo que, como pasó en las Municipales de hace dos años, este proceso se convierta en una especie de anticipo o primarias de las próximas elecciones generales (a pesar de que sólo hace un año que se celebraron las anteriores), para revalidar la confianza o no respecto a las políticas nacionales de estos dos grandes partidos. O dicho de otra manera, que todo el debate se haga en clave nacional y alrededor de quién es o no el «culpable» de la actual situación de crisis económica.

      Creemos que, con sus luces y sus sombras, el proceso de construcción europea ha tenido y está teniendo elementos positivos, como los fondos de cohesión europeos, la mejora de infraestructuras, el progreso económico, la consolidación y el reconocimiento de derechos sociales, la estabilidad política…, aunque también importantes déficits en la construcción política y en avances sociales, por ejemplo, que avanza mucho más lentamente que la configuración del mercado común o la política monetaria. Lo que realmente debería debatirse es esta situación de la Unión Europea.

      Por lo que otro reto que nos plantean estas elecciones es el de ayudar, en la medida de lo posible, a que los ciudadanos puedan tener una percepción clara de cuáles son las propuestas programáticas que los diversos grupos políticos van a defender en el nuevo Parlamento Europeo. Esta reflexión intenta contribuir, desde nuestra modesta aportación, a esta clarificación.

      ¿Qué nos jugamos en estas Elecciones? Los trabajadores en la UE

      Por lo que se refiere a los contenidos de las propuestas políticas, consideramos que debemos prestar especial atención a valorarlas desde la perspectiva de, en primer lugar, lo que suponen para el respeto y el reconocimiento efectivo de la dignidad de las personas, lo que se traduce y concreta en la promoción de los derechos y las responsabilidades sociales de las personas. En segundo lugar, lo que suponen para la promoción del bien común, es decir, para la creación de las mejores condiciones sociales posibles en este momento para que las personas, familias y grupos sociales puedan desarrollar una vida digna, subordinando para ello los intereses particulares al interés general y, sobre todo, dando prioridad a las necesidades y derechos de los empobrecidos. Y, en tercer lugar, como reconocimiento real de la dignidad de las personas y de la voluntad de buscar el bien común, lo que suponen para la solidaridad con los empobrecidos, la lucha contra el empobrecimiento como objetivo fundamental y central, y el avance de la justicia en la vida social.

      Estas Elecciones, como ya hemos dicho, tienen lugar en plena crisis económica mundial, que ha puesto en evidencia al propio modelo económico y social, así como la necesidad de controles sociales y políticos sobre el mercado y de manera especial de nuevas regulaciones del sistema financiero también de carácter global, más allá de los controles nacionales. Pero, más aún, la necesidad de subordinar el modelo económico al desarrollo social.

      Es evidente también que en estos momentos hay voces que, aun compartiendo que el origen de esta crisis está en la desmesura de la ambición y el descontrol del sistema financiero, quieren aprovechar la ocasión para provocar un recorte de los derechos sociales poniendo sobre la mesa la supuesta necesidad de reformar, introduciendo aún mayor flexibilidad y precariedad, las actuales condiciones laborales, las prestaciones sociales. Y frente a ellas, otras voces que entienden que hay una necesidad de aumentar las coberturas sociales para paliar los efectos de esta crisis sobre los sectores más empobrecidos que no son responsables de la crisis, consolidar los derechos laborales, aumentar la intervención pública en los procesos económicos sobre todo aumentando el control sobre el sistema financiero a todos los niveles y apostando por modelos económicos que pongan el acento en la formación, en i+d+i (investigación, desarrollo e innovación) en alternativas energéticas más compatibles con el medio ambiente.

      Con esta situación de fondo y desde la perspectiva que hemos planteado, en nuestra opinión los asuntos de mayor calado a los que deberían responder las propuestas de los partidos en estas Elecciones al Parlamento Europeo son las siguientes:

      1.º Economía–Modelo Social Europeo–Estado del Bienestar y defensa del Medio Ambiente–La lucha contra la pobreza

      En la determinación de políticas comunes, en éste, como en otros aspectos que señalaremos a continuación, van a ser muy importantes los avances que se puedan ir dando en la configuración de una auténtica y completa unión política europea, que aumente la capacidad de intervención tanto del Parlamento como de la Comisión, frente a las cumbres de Jefes de Estado y del Consejo Europeo. A mayor unión política, mayor peso a la hora de determinar salidas globales a la crisis o influencia en las decisiones de cumbres como las del G-20 en la dirección de nuestro modelo social europeo.

      Nadie parece discutir que la salida de esta crisis, en Europa, pasa por apostar por un modelo económico más competitivo y sostenible social y ecológicamente, pero basando el aumento de competitividad en la Formación (itinerarios profesionales a nivel europeo), la Educación (lucha contra el fracaso escolar), en la apuesta por la i+d+i aumentando de manera considerable la inversión tanto pública como privada, en un cambio de modelo en los sistemas de transporte, en un nuevo modelo energético con inversión en nuevos sistemas de energía menos contaminantes y respetuosos con el medio ambiente; asimismo con una política medio ambiental que combata de manera decidida el cambio climático. Y por supuesto con una apuesta decidida por reformas profundas y control público del sistema financiero. Y también por la subordinación del modelo económico a fines sociales. El debate está en si los Estados Europeos serán capaces de ponerse de acuerdo en un Plan de Choque contra la crisis compartido por todos.

      Para los sindicatos y para el conjunto de los trabajadores europeos, parece claro que esta salida que se plantea a la crisis debe hacerse, en cualquier caso, desde el respeto a los derechos sociales, laborales y políticas de igualdad, en el aumento de las coberturas de desempleo, en unos servicios públicos de calidad y accesibles a los ciudadanos, todo ello en el marco de un nuevo Pacto Social a nivel europeo con participación de los sindicatos. Es más, esos derechos sociales y laborales deben ser un pilar fundamental del propio modelo económico europeo. En ese sentido, es fundamental dar mayor prioridad y centralidad a la lucha contra la pobreza y la exclusión social en los países de la Unión Europea, aspecto en el que es decisiva la apuesta por un trabajo digno y la lucha contra la precariedad laboral y el desempleo.

      2.º Políticas de cohesión–Presupuesto comunitario y armonización fiscal

      En casi todos los territorios de España sabemos de la experiencia positiva que han supuesto las políticas de cohesión, fondos de inversión europeos en infraestructuras de todo tipo, para el crecimiento de nuestros pueblos y ciudades. Hemos venido siendo receptores netos de estas ayudas que nos han permitido estar cerca y en algún caso por encima de las medias europeas. La ampliación a 25 y después a 27 con la incorporación sucesiva, primero de países del Este y en la última ampliación de Bulgaria y Rumanía, países con menos renta que la nuestra, hace más necesario que nunca el aumento de los fondos de cohesión lo que pasaría por una apuesta decidida por la ampliación del Presupuesto comunitario (en estos momentos alrededor del 1% del PIB europeo) y el mantenimiento con las reformas necesarias de instrumentos como la PAC (política agraria común) y otros.

      Asimismo para aumentar esta cohesión interna e ir igualando por tanto la prestación de servicios y la calidad de los mismos en todo el ámbito de la UE se hace cada vez más necesario un proceso de armonización fiscal, igualando la capacidad impositiva de todos los Estados al menos a lo que sería la media actual entre todos los países. Porque sin recursos públicos es imposible profundizar en políticas de redistribución, en la lucha contra la pobreza y en mayor justicia social, tanto en ayudas directas como con la mejora de servicios públicos de carácter básico como la Educación o la Sanidad.

      3.º Apostar por una cultura europea basada en valores compartidos, políticas de igualdad y libertades.

      Política común de inmigración

      Estamos convencidos que debe ser objetivo común compartido por todos conseguir que la UE sea un espacio de vida en común donde los valores de referencia sean la justicia, la libertad, la igualdad de oportunidades, la preservación del medioambiente, los derechos sociales y laborales y el pleno respeto por las opciones ideológicas y religiosas de cada cual. Pues bien desde esta perspectiva cultural y política creemos que hay que valorar las diferentes propuestas que se nos planteen en materia de políticas de igualdad hombre-mujer, de discapacidad y/o de origen racial o étnico. Y, en general, sobre el reconocimiento, respeto y promoción de los derechos humanos como fundamento de la convivencia social.

      Desde esta perspectiva es fundamental una política común en materia de inmigración, mucho más justa y humana que la actual, que esté basada en políticas de acogimiento y respeto de todos los derechos de ciudadanía de los nuevos vecinos, que persiga no a las víctimas sino a las mafias que se enriquecen alrededor de estos flujos de necesidad y que busque políticas de solidaridad y de encuentro con las economías de origen para ayudar en su desarrollo, para conseguir que los flujos de emigrantes tengan su origen en una opción personal y no en la imperiosa necesidad de supervivencia. En este sentido son también decisivas las políticas laborales basadas en el igual reconocimiento de derechos de los trabajadores inmigrantes y las políticas de servicios públicos en igualdad de condiciones para todos.

      4.º Política exterior común y apuesta por un desarrollo integral y por la solidaridad internacional

      Como hemos planteado en otros aspectos, nadie cuestiona la necesidad de que la Unión Europea cuente con una política exterior común, que le permita tener una sola voz frente a otras potencias regionales como EEUU, Rusia, China, etc. Pero es evidente también que sigue siendo un objetivo y un deseo más que una realidad, a pesar de los avances que se hayan podido dar en este campo.

      Con el cambio de presidencia en los EEUU y la llegada de Obama a la Casa Blanca se abre un nuevo ciclo en las relaciones internaciones, ya que parece que esta nueva administración americana apuesta por el multilateralismo con todas las posibilidades de dialogo que esta nueva postura comporta. En este contexto, la Unión Europea debe apostar decididamente por la promoción del diálogo internacional, el reforzamiento de los espacios de cooperación, la solución pacífica a los conflictos y la desmilitarización y desarme de nuestro mundo, el respeto de la diversidad cultural, y el impulso práctico del desarrollo integral de los pueblos.

      Parece claro, por tanto, que hay que apostar de manera decidida por avanzar en una política exterior común de la Unión Europea, para que nuestro modelo europeo pueda tener interlocución y poder suficiente para garantizar una voz propia en relación con la salida de la crisis, las política de defensa más allá de la OTAN, las relaciones con América Latina y África, así como con China y Asia y de una manera relevante con el mundo islámico a través de iniciativas como la del «diálogo de civilizaciones» o la resolución positiva de la ampliación de la Unión Europea a un estado de mayoría islamista como es Turquía.

      Asimismo, ahora más que nunca, y precisamente por el impacto que la crisis está teniendo en los países más pobres, hay que garantizar y promover una mayor aportación a fondos de solidaridad y ayuda al desarrollo y una mayor determinación en la UE por potenciar estas políticas de solidaridad. Y, sobre todo, apostar por las necesarias reformas en el comercio internacional concretamente una política agrícola europea que no perjudique la producción y comercio agrícola del Tercer Mundo , en las políticas de cooperación, en la gestión de la deuda externa, para caminar hacia un modelo de relaciones internacionales que ayude a caminar hacia la superación de la actual situación de dependencia y de enriquecimiento de unos a costa del empobrecimiento de otros.

      Por último es muy importante también valorar en qué orden de prioridad se establecen estas políticas, a veces falsamente compartidas por parte de cada partido, ya que no es lo mismo poner el acento, por ejemplo, en políticas de control de fronteras respecto a la inmigración o en políticas comunes de acogimiento y dialogo con los países de origen de estos inmigrantes. O considerar que «también» hay que luchar contra la exclusión social, por los derechos laborales…, que hacer de estos elementos un eje central de la política económica.

      Un llamamiento a la participación y al compromiso

      Como trabajadores cristianos comprometidos en la vida pública queremos recordar que tanto nuestros sindicatos, a través del manifiesto de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) «Que se oiga la voz de la Europa Social», como nuestros Obispos, a través de la Declaración de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE) «Construir una mejor casa Europea», nos instan a que participemos en este proceso y a que lo hagamos nuestro.

      En un mundo globalizado, en el marco de una crisis como la actual que está provocando tanto dolor y sufrimiento injustos, consideramos que es necesario fortalecer y profundizar un modelo social mucho más justo y solidario como al que aspiramos en la Unión Europea, frente a otros modelos más agresivos y menos respetuosos con los derechos de las personas y con el medio ambiente. Por eso es importante apostar en estas elecciones europeas por la participación y el compromiso y que los cristianos estemos dispuestos y deseosos de contribuir a la satisfacción de estas aspiraciones.


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      INFORDER; ARGENTINA:Fue presentado el proyecto de Ley de Acceso a la Información Pública


      30 de mayo de 2009 - Rosario - Argentina
      Fue presentado el proyecto de Ley de Acceso a la Información Pública

      El senador provincial Juan Carlos Zabalza presentó el proyecto de Ley de Acceso a la Información Pública, que reconoce en el ámbito de la provincia de Santa Fe el derecho al libre acceso a la misma.

      Esta iniciativa tiene como objeto fundamental promover el principio de transparencia de la actividad de los órganos del estado, principio que ya se encuentra presente en el artículo primero de la Constitución Provincial, donde se reconoce la presunción de publicidad de la actividad estatal como un aspecto fundamental del sistema republicano de gobierno.

      El senador Zabalza remarcó que: "una ley de Acceso a la Información Pública representa un avance substancial en el fortalecimiento de la democracia, facilitando a todos los ciudadanos la participación y el control de los actos de gobierno".

      El proyecto establece que la información pública que se brinde al solicitante debe ser completa, adecuada, oportuna y veraz. Al mismo tiempo, el ejercicio del derecho no se encuentra limitado por la exigencia de un "interés legítimo" ni se exige al solicitante que explique los motivos al momento de requerir determinada información. El proyecto de ley establece que el acceso a la información es también gratuito.


      El legislador a su vez recordó que a lo largo de los años fueron numerosas las iniciativas elaboradas por diversos legisladores e incluso por el Poder Ejecutivo Provincial, pero si bien algunas obtuvieron la media sanción de la Cámara Baja, ninguna consiguió la sanción definitiva en el Senado.



      Esta carencia normativa motivó el reciente dictado del decreto Nro. 692/2009, del pasado 29 de abril, por el cual el gobierno del Frente Progresista regula el mecanismo de acceso a la información pública en el marco de competencia del Poder Ejecutivo. "Por ello – explicó el senador Zabalza – en el proyecto se incluye a los tres poderes del estado, a quienes presten servicios públicos o reciban fondos públicos, y se deja abierta la invitación para que municipios y comunas puedan adherir a la ley".



      Por otra parte, Zabalza hizo expresa mención del importante papel desempeñado a lo largo de todos estos años por numerosas organizaciones sociales, gremiales y políticas, de derechos humanos, profesionales y académicas; y en especial por el Sindicato de Prensa Rosario, que organizó y encabezó numerosas iniciativas solicitando la aprobación de una ley que consagre el derecho al acceso a la información pública.



      Entre los fundamentos jurídicos de este derecho, es necesario recordar que diversos Tratados Internacionales que afirman y contemplan el derecho de libre acceso a la información, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art 19); la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Art 1, inc. 1 y Art. 13, inc. 1, 2 y 3); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Art. 19 inc. 2); tienen jerarquía constitucional de acuerdo a lo expresado en el Art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional.


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      VENEZUELA: "Tenemos derecho a la información"

      "Tenemos derecho a la información" Imprimir E-Mail
      Escrito por Luisana Y. Bermúdez García - Foto:Archivo   
      viernes, 29 de mayo de 2009
      Image Rasimni Moyetón, consejero académico nacional universitario de la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho y coordinador regional de Justicia Universitaria Bolívar explicó con respecto a la conmemoración del segundo año desde que Radio Caracas Televisión (RCTV) dejó de ser un canal de señal libre "observamos las innumerables amenazas que hace el Gobierno Nacional a los medios de comunicación y nos preguntamos si ese es el camino para reconciliar a los venezolanos, que tenemos derecho a la información (...) y a escoger qué medio de comunicación deseamos observar, leer o escuchar".

      De igual forma, Moyetón tildó de "antidemocrática" la sanción aplicada por parte de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) al citado medio de comunicación, por considerar que "fue una decisión que cercenó el derecho a transmitir al canal más antiguo del país, impidiéndole a la audiencia la posibilidad de elegir y ver programas de variedades, noticias, concursos, deportes y humor".

      En tal sentido, argumentó "hoy no podemos aplaudir este nuevo atropello con que nos amenaza el Gobierno Nacional, por eso elevamos nuestras voces con un claro rechazo a tales anuncios de cerrar otros medios de comunicación".

      También agregó que "Venezuela es un país que necesita más trabajo y menos habladera, unión para levantarnos como un país próspero donde se respeten las leyes, siendo éstas para todos por igual; Venezuela siempre ha sido y será tierra de hombres y mujeres libres".

      Por su parte, el coordinador regional de Justicia Juvenil Bolívar y dirigente estudiantil de la Universidad Bicentenaria de Aragua, Daniel Merino, aseveró que "Chávez continúa amenazando la libertad de expresión".

      En este mismo orden de ideas Merino agregó "Estamos en un país donde ya se cerró un medio de comunicación y se pretende cerrar otro. Vamos por el camino de la desigualdad, desinformación, un camino donde se nos va a decir qué ver y cómo verlo, donde se nos obligará a pensar de una manera particular y no libre como expresa nuestra Constitución Nacional".

      Finalmente, Merino concluyó haciendo un llamado a la población en general a "reflexionar" acerca de la situación actual existente en el país, más aún "si esta es la Venezuela que queremos dejarle a nuestros hijos".


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      Bachelet es nombrada ciudadana de honor de la región de Borgoña009 07:33 PARIS.-

      Su antepasado Louis Joseph Bachelet abandonó su tierra de origen en la Borgoña para emigrar en 1859 a Chile.

      Bachelet es nombrada ciudadana de honor de la región de Borgoña

      EFE
      Sábado 30 de Mayo de 2009 07:33
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      PARIS.- La Presidenta chilena, Michelle Bachelet, fue nombrada este sábado "ciudadana de honor" de la región francesa de la Borgoña, en un acto celebrado en su Consejo Regional, en la ciudad de Dijon.

      En su tercera jornada de visita oficial a Francia, Bachelet se trasladó a esta zona del este del país, de la que es originaria su familia.

      La presidenta chilena agradeció el nombramiento ante los representantes del Consejo Regional y de su presidente, François Patriat, y luego abandonó la ciudad con dirección a Chassagne Montrachet.

      En esta pequeña localidad la presidenta Bachelet tiene previsto visitar la casa que perteneció a su familia e inaugurar un parque que llevará su nombre.

      Su antepasado Louis Joseph Bachelet abandonó su tierra de origen en la Borgoña para emigrar en 1859 a Chile, a donde llevó sus conocimientos del cultivo de la vid.

      Chassagne Montrachet, una localidad de unos 400 habitantes, situada al sur de Dijon, es conocida precisamente por sus vinos de calidad.


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      ARGENTINA: Estrellándose contra la realidad

      Sin escrúpulos y en las peores condiciones, los Kirchner parecen dispuestos a jugarse la última carta esa que implicaría la disolución total de país. Una Argentina en vías de extinción que se desintegra, día a día por los enfrentamientos programados por Néstor primero, tratando de ocultar la decadencia a partir de un elaborado plan de intimidaciones, injurias y aprietes, a cargo de la patota oficial.

      Mientras el inescrupuloso caminante sin camino, pasea su osamenta por las callecitas de la provincia de Buenos Aires, con un itinerario preparado por el intendente del lugar. Se muestran las caras de la necesidad ávidas de soluciones rodeando un candidato disfrazado de cordero, que promete y no cumplirá, después de haber conseguido el voto cautivo, si es que todavía logra acumular, los sufragios clientelistas aportados por un caudillaje bonaerense, al que nada le importa de los que somete con su juego sucio.

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      Autor: Susana Sechi
      Directora de La Historia Paralela


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      viernes, mayo 29, 2009

      ¿Gobierno digital?

      Gobierno digital?

      Con motivo de los cuestionamientos a ciertas candidaturas, la justicia da muestras de seguir anclada en el mundo de los átomos. Para acreditar su residencia en el distrito por el cual se postula, una de las personas cuestionadas tuvo que presentar las guías telefónicas en papel, al tiempo que no fueron consideradas facturas de servicios porque no estaban selladas, siendo que las mismas estaban adheridas al sistema de débito automático. ¡Un upgrade a la derecha! (o izquierda, no hay problemas ideológicos).


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      Experiencias personales enriquecen carrera de designada al Tribunal Supremo

      Experiencias personales enriquecen carrera de designada al Tribunal Supremo

      (Sonia Sotomayor es la designada para reemplazar al juez David Souter) (564)
       
       


      Por Merle David Kellerhals Jr.
      Redactor

      Washington - Un juez del Tribunal Supremo debe tener no solo "maestría en la ley" sino que también "experiencia en ser sometida a la prueba de obstáculos y barreras", dijo el presidente Obama, el 26 de mayo.

      Sonia Sotomayor, jueza del Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos, tiene esa experiencia, agregó Obama al designarla como candidata para jueza de la corte judicial más importante de Estados Unidos. De ser confirmada por el Senado de Estados Unidos, Sotomayor sería la primera mujer hispana, y la tercera mujer, que sirve en el Tribunal Supremo.

      "Creo firmemente en el imperio de la ley, como el fundamento de todos nuestros derechos básicos. Hasta donde recuerdo mi inspiración han sido los logros de nuestros próceres. Ellos establecieron los principios que han perdurado por más de dos siglos", declaró Sotomayor en la Casa Blanca.

      "Sería par mí un profundo privilegio desempeñar un papel en aplicar esos principios a las cuestiones y controversia que actualmente enfrontamos", añadió.

      Sotomayor ha servido 11 años como jueza del Tribunal de Apelaciones en el  Segundo Circuito de Nueva York, puesto al que fue designada por el presidente demócrata Bill Clinton. Antes, el presidente republicano George H. W. Bush la había designado jueza  del Tribunal de Distrito de Estados Unidos, también en Nueva York. Sotomayor ha ejercido también como abogada, para una empresa privada y como ayudante de fiscal de distrito en la Ciudad de Nueva York.

      "Durante una distinguida carrera que se extiende por tres décadas la jueza Sotomayor ha trabajado en casi todo nivel de nuestro sistema judicial, acumulando una profunda experiencia y una amplia perspectiva, que le serán invalorables la jueza del Tribunal Supremo", dijo Obama.

      "Pero tan impresionante y significativa como las credenciales de la jueza Sotomayor en la ley, también lo es su extraordinaria jornada", afirmó el presidente.

      Los padres de Sotomayor llegaron a Nueva York procedentes de Puerto Rico durante la Segunda Guerra Mundial. Su padre murió cuando ella tenía 9 años. Sotomayor fue criada por su madre, en un edificio de vivienda pública en el Bronx, un distrito de la ciudad de Nueva York. Ganó becas que le ayudaron a asistir a la Universidad de Princeton y luego asistió a la Facultad de Derecho de Yale.

      "Me apoyaron un sin número de personas", dijo Sotomayor, al recordar que su madre con frecuencia tuvo que trabajar en dos empleos a la vez para mantener a su familia.

      "Aunque crecí en circunstancias muy modestas y difíciles, yo considero que mi vida es de riqueza inconmensurable. Crecí un proyecto de vivienda pública en el Bronx, pero estudié en dos de las mejores universidades del país", afirmó.

      Dijo Sotomayor que la variedad  de su experiencia personal y profesional ha ayudado a Sotomayor  a"apreciar la variedad de perspectivas" que ocurren en cada caso legal. "Me ha ayudado a comprender, respetar y responder a las preocupaciones y los argumentos de los litigantes que se me presentan".

      "Hago todo esfuerzo para no olvidar nunca las consecuencias en el mundo real de mis decisiones con respecto a las personas, las empresas y el gobierno", dijo Sotomayor.

      La historia de Sotomayor demuestra que "en Estados Unidos ningún sueño está fuera del alcance de uno", dijo el presidente Obama.

      Para más información véase también: Obama designa a Sonia Sotomayor al Tribunal Supremo de Estados Unidos ( http://www.america.gov/st/usg-spanish/2009/May/20090527093818emanym0.1392938.html ).

      (El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/esp )
            ************************************************************
              La Oficina de Programas de Información Internacional del
             Departamento de Estados Unidos distribuye USINFO-NOTICIAS.
                      Puede encontrar información adicional en
                             http://www.america.gov/esp/


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      DISCURSEANDO; Discurso del presidente Obama sobre la seguridad y los valores de EE.UU.

      Discurso del presidente Obama sobre la seguridad y los valores de EE.UU.
       
       


      (Se refiere al cierre de la cárcel de Guantánamo y la lucha contra el terrorismo) (6223)

      "Los documentos que preservamos en este salón -la Declaración de Independencia, la Constitución y la Declaración de Derechos- no son simplemente palabras escritas en viejo pergamino, sino que constituyen la base de la libertad y la justicia en este país, y son una luz que guía a todos los que buscan la libertad, la justicia, la igualdad y la dignidad en todo el mundo", dijo el presidente Obama en el discurso que pronunció en los Archivos Nacionales el 21 de mayo.

      A continuación una traducción de las declaraciones del presidente tal como fueron preparadas para su lectura:

      (comienza el texto)

      LA CASA BLANCA
      Oficina del Secretario de Prensa
      20 de mayo de 2009

      Declaraciones del presidente Obama sobre la protección de nuestra seguridad y nuestros valores
      Museo de los Archivos Nacionales
      Washington, D.C.
      21 de mayo de 2009

      Estos son tiempos extraordinarios para nuestro país. Enfrentamos una crisis económica histórica. Libramos dos guerras. Encaramos una gama de desafíos que determinarán la manera en que los estadounidenses vivirán en el siglo XXI. No hay escasez de trabajo que hacer ni de responsabilidades que aceptar.

      Hemos comenzado a lograr progreso. Apenas esta semana, hemos tomado medidas para proteger a los consumidores y a los propietarios de viviendas, y para reformar nuestro sistema de contratos con el gobierno para proteger mejor a nuestros ciudadanos y gastar nuestro dinero de modo más inteligente. Los motores de nuestra economía comienzan a funcionar lentamente y estamos preparando el terreno para realizar reformas históricas del sistema de salud y el sector de la energía. Acojo con satisfacción la ardua labor que ha llevado a cabo el Congreso en estos y otros asuntos.

      Sin embargo, en medio de todos estos desafíos, mi responsabilidad más importante como presidente es mantener seguro al pueblo estadounidense. Eso es lo primero en lo que pienso cuando me levanto por la mañana y en lo último que pienso cuando me acuesto.

      Esta responsabilidad se incrementa en una época en que las ideologías extremistas amenazan a nuestros ciudadanos y la tecnología pone al alcance de un puñado de terroristas la posibilidad de hacernos gran daño. Han pasado menos de ocho años desde que se produjo el ataque más mortal en suelo estadounidense en nuestra historia. Sabemos que al-Qaida planea atacarnos otra vez. Sabemos que ésta amenaza estará con nosotros durante mucho tiempo y que debemos utilizar todos los elementos en nuestro poder para derrotarlos.

      Hemos tomado ya varias medidas para lograr esa meta. Por primera vez desde el año 2002, estamos proporcionando los recursos y dirección estratégica necesarios para combatir en Afganistán y Pakistán a los extremistas que nos atacaron el 11 de septiembre. Hemos invertido en el ejército y en las capacidades de inteligencia propias del siglo XXI que nos permitan anticipar las acciones de un enemigo ágil. Hemos dado nuevo vigor al régimen mundial contra la proliferación para impedir que las personas más peligrosas del mundo logren acceso a las armas más mortales del mundo. También hemos iniciado actuaciones dirigidas a garantizar la seguridad de todos los materiales nucleares en un plazo de cuatro años. Estamos protegiendo mejor nuestra frontera y hemos incrementado nuestra preparación para cualquier atentado futuro o desastre natural. Estamos forjando nuevas alianzas en todo el mundo con la finalidad de dislocar, desmantelar y derrotar a al-Qaida y a sus afiliados. Hemos renovado asimismo la diplomacia estadounidense para tener una vez más la fuerza y la postura necesarias para ser verdaderos líderes mundiales

      Estas medidas son todas esenciales para mantener seguro a Estados Unidos. Pero creo de todo corazón que a largo plazo no podemos mantener seguro a este país a menos que usemos el poder de nuestros valores más fundamentales. Los documentos que preservamos en este salón -la Declaración de Independencia, la Constitución y la Declaración de Derechos- no son simplemente palabras escritas en viejo pergamino, sino que constituyen la base de la libertad y la justicia en este país, y son una luz que guía a todos los que buscan la libertad, la justicia, la igualdad y la dignidad en todo el mundo.

      Me presento aquí  hoy como alguien cuya vida fue posible gracias a estos documentos. Mi padre vino a este país en busca de la promesa que le ofrecían. Cuando de niño viví en el extranjero, mi madre me obligaba a levantarme antes del alba para que aprendiera sus verdades. Mi propia trayectoria en Estados Unidos fue allanada por generaciones de ciudadanos que dieron significado a esas sencillas palabras: "formar una unión más perfecta". Como alumno, he estudiado la Constitución; como maestro, la he enseñado y como abogado y legislador me he ceñido a ella. Juré preservar, proteger y defender la Constitución como comandante en jefe, y como ciudadano sé que nunca, jamás, debemos dar la espalda a sus principios duraderos por conveniencia propia.

      Digo esto no sólo por idealismo. Defendemos nuestros valores más preciados no sólo porque es lo correcto, sino porque fortalece nuestro país y nos mantiene seguros. Una y otra vez, nuestros valores han sido nuestra mejor ventaja de seguridad nacional, tanto en la guerra como en la paz; en épocas fáciles como en momentos de agitación.

      La lealtad a nuestros valores es la razón por la que Estados Unidos pasó de ser un pequeño puñado de colonias bajo el dominio de un imperio, a ser el país más fuerte del mundo.

      Es la razón por la que soldados enemigos se han rendido ante nosotros en batallas, sabiendo que recibirían mejor trato de las Fuerzas Armadas estadounidenses que de su propio gobierno.

      Es la razón por la que Estados Unidos se ha beneficiado de las fuertes alianzas que han aumentado nuestro poder y marcado un intenso contraste moral con nuestros adversarios.

      Es la razón por la que hemos podido sobreponernos al puño de hierro del fascismo y durar más que el telón de acero del comunismo, e incluir a los países libres y pueblos libres de todas partes en la causa común y el esfuerzo común de la libertad.

      De Europa al Pacífico, hemos sido un país que ha cerrado cámaras de tortura y que ha reemplazado la tiranía con el estado de derecho. Es lo que somos. Donde los terroristas ofrecen sólo la injusticia de los disturbios y la destrucción, Estados Unidos debe demostrar que nuestros valores e instituciones son más fuertes que una ideología detestable.

      Después del 11 de septiembre, supimos que nos habíamos adentrado en una nueva era, que enemigos que no respetan ninguna ley de guerra presentarían nuevos desafíos a nuestra aplicación de la ley; que nuestro gobierno necesitaría nuevos instrumentos para proteger al pueblo estadounidense, y que estos instrumentos tendrían que permitirnos prevenir atentados en vez de solo enjuiciar a quienes tratan de realizarlos.

      Desdichadamente, ante una amenaza incierta, nuestro gobierno tomó una serie de decisiones apresuradas. Creo que esas decisiones fueron motivadas por un sincero deseo de proteger al pueblo estadounidense. Pero creo también que, con demasiada frecuencia, nuestro gobierno tomó decisiones basadas en el miedo, en lugar de la previsión, y con demasiada frecuencia ajustó los hechos y las pruebas a ciertas predisposiciones ideológicas. En lugar de aplicar estratégicamente nuestro poder y nuestros principios, con demasiada frecuencia desechamos los principios como lujos que ya no podíamos permitirnos.

      Y en esa temporada de miedo, demasiados de nosotros -demócratas y republicanos, políticos, periodistas  y ciudadanos- permanecimos callados. Es decir, nos desviamos del camino. Esto no es sólo una valoración mía. Fue la valoración que compartía el pueblo estadounidense, que nombró candidatos a presidente de ambos partidos, quienes a pesar de nuestras muchas diferencias propugnamos un nuevo enfoque, un enfoque que rechazara la tortura y reconociera la importancia decisiva de cerrar la prisión en la Bahía de Guantánamo.

      Permítanme ser claro: no hay duda de que estamos en guerra con al-Qaida y sus afiliados. Necesitamos actualizar nuestras instituciones para encarar esta amenaza, pero debemos hacerlo confiando siempre en el estado de derecho y en el debido procedimiento legal; con frenos y contrapesos y con responsabilidad. Por razones que explicaré a continuación, las decisiones que se tomaron en los últimos ocho años establecieron un enfoque legal improvisado para luchar contra el terrorismo que no fue ni efectivo ni sostenible, una estructura que no se basaba en nuestras tradiciones legales ni en nuestras instituciones de eficacia comprobada, y que no utilizaba nuestros valores como guía. Por ese motivo, al asumir el cargo tomé varias medidas dirigidas a proteger mejor al pueblo estadounidense.

      Primero, prohibí la utilización de las denominadas técnicas de interrogatorio mejoradas por parte de los Estados Unidos de Norteamérica.

      Sé que algunos han argumentado que los métodos brutales como el ahogamiento simulado eran necesarios para mantenernos seguros. Yo no podría estar en mayor desacuerdo. Como comandante en jefe, recibo los informes de inteligencia, tengo la responsabilidad de mantener seguro a este país y rechazo la afirmación de que esos son los medios de interrogatorio más eficaces. Lo que es más, socavan el estado de derecho. Nos aíslan del mundo. Sirven de herramienta para reclutar a terroristas y aumentan la voluntad de nuestros enemigos para luchar contra nosotros, a la vez que reducen la voluntad de otros, de colaborar con Estados Unidos. Arriesgan las vidas de nuestras tropas al hacer menos probable que otros se rindan ante ellos en la batalla, y hacen más probable que los estadounidenses sean maltratados si son capturados. En resumen, no ayudan nuestra guerra ni nuestros esfuerzos antiterroristas, de hecho los socavan, y por eso puse fin a ello de una vez para siempre.

      Los argumentos que se presentan contra estas prácticas no se originaron en mi administración. Como dijo una vez el senador McCain, la tortura "sirve de gran herramienta de propaganda para quienes reclutan a gente que lucha contra nosotros". Incluso durante el mandato del presidente Bush, existía el reconocimiento entre algunos miembros de su administración -entre ellos un secretario de Estado, otros altos funcionarios y muchos oficiales militares y de inteligencia- de que los que defendían estas prácticas estaban en el lado equivocado del debate y en el lado equivocado de la historia. Debemos dejar estos métodos donde pertenecen: en el pasado. No son lo que nosotros somos. No son lo que es Estados Unidos.

      La segunda decisión que tomé fue la orden de cerrar el campamento de prisión en la Bahía de Guantánamo.

      Por más de siete años hemos tenido en detención a cientos de personas en Guantánamo. Durante ese tiempo, el sistema de Comisiones Militares de Guantánamo logró condenar en total a tres sospechosos de terroristas. Repito: tres condenas en más de siete años. En vez de hacer comparecer a los terroristas ante la justicia, los esfuerzos de procesamiento encontraron reveses, los casos se demoraron y en el 2006 el Tribunal Supremo invalidó el sistema entero. En el mismo período, durante la administración Bush, se puso en libertad a más de 525 detenidos en Guantánamo. Repito: dos tercios de los detenidos fueron puestos en libertad antes de que yo asumiera el cargo y ordenara el cierre de Guantánamo.

      No cabe duda tampoco de que Guantánamo ha constituido un revés para la autoridad moral que es el mayor activo que posee Estados Unidos en el mundo. En lugar de crear una estructura permanente para luchar contra al-Qaida que se basara en nuestros valores y tradiciones más profundamente arraigados, nuestro gobierno defendió posturas que socavaban el estado de derecho. En realidad, parte de la justificación para establecer Guantánamo en primer lugar fue la noción equivocada de que una prisión allí estaría fuera del alcance de la ley, proposición que el Tribunal Supremo [de Estados Unidos] rechazó completamente. Al mismo tiempo, en lugar de servir de herramienta contra el terrorismo, Guantánamo se convirtió en un símbolo que ayudó a al-Qaida a reclutar terroristas para su causa. De hecho, la existencia de Guantánamo probablemente creó más terroristas en el mundo que los que allí detuvo.

      Por consiguiente, es evidente que: en vez de mantenernos más seguros, la prisión en Guantánamo ha debilitado la seguridad nacional de Estados Unidos. Unifica a nuestros enemigos y frena la voluntad de nuestros aliados para trabajar con nosotros a la hora de luchar contra un enemigo que opera en muchos países. Como quiera que se lo considere, los costos de mantener esta prisión abierta exceden por mucho las complicaciones que entraña cerrarla. Por eso, durante mi campaña sostuve que debería cerrarse. Por eso, ordené que se cierre en el curso de un año.

      La tercera decisión que tomé fue la de ordenar una revisión de todos los casos pendientes en Guantánamo.

      Cuando ordené el cierre de Guantánamo, sabía que sería una tarea difícil y compleja. Hay 240 detenidos que han pasado años en el limbo jurídico. Para tratar con esta situación, no tenemos el lujo de empezar desde el principio. Estamos arreglando algo que es -en pocas palabras- un desorden; un experimento equivocado que ha dejado como consecuencia una avalancha de desafíos legales que mi administración está obligada a atender constantemente, y que consume el tiempo de funcionarios del gobierno cuyo tiempo debería estar dedicado a proteger mejor a nuestro país.

      En realidad, los desafíos legales que han provocado tanto debate en semanas recientes en Washington tendrían lugar ya sea que hubiese decidido o no cerrar Guantánamo. Por ejemplo, la orden judicial de poner en libertad a 17 detenidos uigures se llevó a cabo el otoño pasado - cuando George Bush era presidente. El Tribunal Supremo que invalidó el sistema de procesamiento en Guantánamo en 2006 fue designado de manera abrumadora por presidentes republicanos. En otras palabras, el problema de qué hacer con los detenidos de Guantánamo no fue causado por mi decisión de cerrar la instalación; el problema existe en primer lugar debido a la decisión de abrir Guantánamo.

      No hay respuestas simples o fáciles para esto. Pero les puedo decir que la respuesta incorrecta es pretender que este problema desaparecerá si mantenemos el estado insostenible de la situación. Como presidente, me rehúso a permitir que este problema empeore. Nuestros  intereses de seguridad no lo permitirán. Nuestros tribunales no lo permitirán. Ni tampoco lo debe permitir nuestra conciencia.

      Ahora, durante las últimas semanas, hemos presenciado el retorno de la politización de estos asuntos que han caracterizado los últimos años. Entiendo que estos problemas despierten pasiones y creen preocupaciones. Deben hacerlo. Enfrentamos algunas de las preguntas más complicadas que una democracia puede encarar. Pero no tengo interés en pasar nuestro tiempo re-litigando las políticas de los últimos ocho años. Quiero  resolver estos problemas, y quiero que los resolvamos juntos como estadounidenses.

      No nos harán bien algunos de los temores que surgen cuando abordamos el tema. Al escuchar el debate reciente, escuché palabras que tienen  la intención de asustar a la gente en vez de educarla; palabras que tienen que ver más con política que con proteger a nuestra nación. Así que quiero aprovechar esta oportunidad para presentar lo que estamos haciendo, y cómo es que intentamos resolver estos asuntos pendientes. Explicaré cómo es que cada medida que tomemos ayudará a crear una base que proteja tanto al pueblo estadounidense como a los valores a los que nos aferramos. Me enfocaré en dos áreas generales: primero, los asuntos relacionados con Guantánamo y nuestra política de detención; segundo, los asuntos relacionados con la seguridad y la transparencia.

      Permítanme comenzar por terminar con un argumento en la forma más clara que pueda: no vamos a poner en libertad a nadie si eso pudiese poner en peligro nuestra seguridad nacional, ni pondremos en libertad a ningún detenido dentro de Estados Unidos que ponga en peligro al pueblo estadounidense. Cuando lo exija la justicia y la seguridad nacional, buscaremos transferir a algunos detenidos al mismo tipo de instalaciones en que encarcelamos a todo tipo de delincuentes peligrosos y violentos dentro de nuestras fronteras - en prisiones de alta seguridad que garantizan la seguridad pública. A medida que tomemos estas decisiones, tengan presente el siguiente hecho: nadie ha escapado nunca de una de nuestras prisiones federales de máxima seguridad, donde están encarcelados cientos de terroristas sentenciados a prisión. Como dijo el senador Lindsey Graham: "La idea de que no podamos encontrar un lugar para encarcelar de manera segura a más de 250 detenidos dentro de Estados Unidos, no es lógica".

      Estamos actualmente en el proceso de revisar cada uno de los casos de los detenidos en Guantánamo para determinar la política apropiada para tratarlos. Al hacerlo, estamos perfectamente conscientes de que bajo la administración anterior, los detenidos fueron puestos en libertad sólo para que regresaran al campo de batalla. Es por eso que descartamos la estrategia mal planeada e incoherente que puso a esos detenidos en libertad en el pasado. En vez de eso, tratamos estos casos con el cuidado y atención que la ley requiere y nuestra seguridad exige. Al ir avanzando, estos casos estarán clasificados en cinco categorías distintas.

      Primero, cuando sea viable, juzgaremos a aquellos que hayan violado las leyes penales estadounidenses en tribunales federales, que son tribunales dispuestos por la Constitución de Estados Unidos. Algunos han ridiculizado a nuestros tribunales federales como incapaces de manejar los juicios de terroristas. Están equivocados. Nuestros tribunales y jurados de nuestros ciudadanos son los suficientemente fuertes para sentenciar terroristas, y los antecedentes dejan eso bien sentado. Ramzi Yousef llevó a cabo un atentado contra el Centro del Comercio Mundial  y fue sentenciado en nuestros tribunales a cadena perpetua en una prisión de Estados Unidos.  Zaccarias Moussaoui, que fue identificado como el vigésimo secuestrador de los ataques del 11 de septiembre, fue sentenciado también en nuestros tribunales a cadena perpetua en prisión. Si podemos juzgar a esos terroristas en nuestros tribunales y mantenerlos encarcelados en nuestras prisiones, entonces podemos hacer lo mismo con los detenidos de Guantánamo.

      Recientemente, juzgamos y recibimos una declaración de culpabilidad de un detenido -al-Marri- en un tribunal federal después de años de confusión legal. Nos preparamos para transferir a otro detenido al Distrito Sur de Nueva York, donde se le juzgará por cargos relacionados con los ataques a nuestras embajadas en Kenia y Tanzania en 1998, ataques donde más de 200 personas perdieron la vida. Si se impide que este detenido sea trasladado a nuestro país se impediría su juicio y sentencia. Y después de más de una década, es hora de ver que se haga justicia finalmente, y eso es lo que estamos decididos a hacer.

      La segunda categoría de casos involucra a detenidos que violaron las leyes de guerra y se los juzgará mejor mediante comisiones militares. Las comisiones militares tienen un historial en Estados Unidos que data de la era de George Washington y la Guerra de Independencia. Son el lugar apropiado para juzgar a detenidos por infracciones de las leyes de guerra. Permiten la protección de delicadas fuentes y métodos de obtención de inteligencia; la seguridad y protección de los participantes; y la presentación de evidencia obtenida del campo de batalla que no se puede presentar bien en los tribunales federales.

      Algunos han sugerido que esto representa un cambio total de mi parte. Están equivocados. En 2006, me opuse enérgicamente a la legislación propuesta por la administración Bush y aprobada por el Congreso porque no establecía una estructura legal legítima, con el debido proceso y derechos para el acusado que podría presentar una apelación. No obstante, apoyé el uso de comisiones militares para juzgar a los detenidos, siempre y cuando hubiera varias reformas. Y esas son las reformas que estamos efectuando.

      En vez de recurrir a las fallidas comisiones de los últimos siete años, mi administración fija la conformidad de nuestras comisiones con la ley. El imperio de la ley ya no nos permitirá usar como evidencia las declaraciones que han sido obtenidas por medio del uso de métodos de interrogatorio crueles, inhumanos o degradantes. No impondremos más el cargo de la prueba de que el testimonio de oídas es poco fidedigno en quien opone ese testimonio. Y les daremos a los detenidos una mayor libertad para seleccionar su propio abogado, y más protecciones si rehúsan declarar. Estas reformas, entre otras, harán que nuestras comisiones militares tengan una mayor credibilidad y medios de administrar la justicia, y yo colaboraré con el Congreso y las autoridades legales en todo el espectro político en legislación que garantice que estas comisiones sean justas, legítimas y efectivas.

      La tercera categoría de detenidos incluye a aquellos a los que los tribunales han ordenado que sean puestos en libertad. Permítanme repetir lo que dije con anterioridad: esto no tiene nada en absoluto que ver con mi decisión de cerrar Guantánamo. Tiene que ver con el imperio de la ley. Los tribunales han decidido que no existe una razón legítima para retener a 21 personas actualmente detenidas en Guantánamo. Veinte de estas decisiones tuvieron lugar antes de que yo ocupara el cargo. Estados Unidos es una nación de leyes, por lo que debemos acatar estos fallos.

      La cuarta categoría de casos involucra a detenidos que hemos determinado que se pueden transferir con seguridad a otro país. Hasta el momento, nuestro equipo de revisión ha aprobado la transferencia de 50 detenidos. Y mi administración sostiene conversaciones continuas con varios países sobre la transferencia de detenidos a su territorio para detención y rehabilitación.

      Finalmente, queda la pregunta sobre los detenidos en Guantánamo a los que no se les puede juzgar todavía y que representan un peligro claro para el pueblo estadounidense.

      Quiero ser sincero: éste es el asunto más difícil que tendremos que encarar. Vamos a agotar todas las vías que tenemos para juzgar a aquellos en Guantánamo que representen un peligro para nuestro país. Pero aun cuando este proceso se complete, es posible que exista una cantidad pequeña de personas a las que no se les pueda juzgar por delitos pasados, pero que sin embargo representan una amenaza a la seguridad de Estados Unidos. Ejemplos de esa amenaza incluyen personas que recibieron un vasto entrenamiento en explosivos en los campos de entrenamiento de al-Qaida, que comandaron a tropas del Talibán en combate, personas que expresaron su lealtad a Osama bin Laden o que de alguna otra forma expresaron claramente que quieren asesinar a estadounidenses. Estas son personas que en realidad siguen en guerra con Estados Unidos.

      Como dije, no voy a poner en libertad a individuos que pongan en peligro al pueblo estadounidense. Los terroristas de al-Qaida y sus afiliados están en guerra contra Estados Unidos, y a aquellos que capturemos -como a otros prisioneros de guerra- se les debe impedir que nos ataquen de nuevo. No obstante, debemos reconocer que estas políticas de detención no pueden ser ilimitadas. Por ello mi administración ha comenzado a dar nueva forma a estos estándares para asegurar que estén de acuerdo con lo que manda la ley. Debemos tener estándares claros, defendibles y legales para aquellos que estén en esta categoría. Debemos contar con procedimientos imparciales para que no cometamos errores. Debemos tener un proceso riguroso de revisión periódica, para que toda detención prolongada sea evaluada y justificada cuidadosamente.

      Sé que la creación de tal sistema representa desafíos excepcionales. Otras naciones han tratado de resolver esta cuestión, y lo debemos hacer nosotros. Pero quiero dejar bien sentado que nuestro objetivo es construir una estructura legal legítima para los detenidos en Guantánamo y no evitarla. En nuestro sistema constitucional, la detención prolongada no debe ser decisión de un solo hombre. Si y cuando determinemos que Estados Unidos debe detener a individuos para impedir que lleven a cabo un acto de guerra, lo haremos dentro de un sistema que requiera supervisión judicial y del Congreso. Y mi administración colaborará con el Congreso para desarrollar un régimen legal apropiado de manera que nuestras iniciativas sean compatibles con nuestros valores y nuestra Constitución.

      A medida que avanzan nuestros esfuerzos para cerrar Guantánamo, sé que la política en el Congreso será difícil. Estos asuntos alimentan los anuncios comerciales de 30 segundos y los correos que están diseñados para atemorizar. Me doy cuenta de esto. Pero si continuamos tomando decisiones dentro de un clima de temor, cometeremos más errores. Y si nos rehusamos a enfrentar estos asuntos ahora, entonces les garantizo que serán una carga constante en nuestros esfuerzos para combatir el terrorismo en el futuro. Tengo confianza de que el pueblo estadounidense está más interesado en hacer lo que es correcto para proteger a esta nación que en una postura política. Yo no soy la única persona en esta ciudad que prestó el juramento de apoyar la Constitución - así lo hicieron todos y cada uno de los miembros del Congreso. Juntos tenemos una responsabilidad de incluir a nuestros principios en el esfuerzo para asegurar a nuestro pueblo, y dejar el legado que haga más fácil  que los futuros presidentes mantengan seguro a este país.

      El segundo grupo de temas que quiero abordar hoy tiene que ver con la seguridad y la transparencia.

      La seguridad nacional exige un equilibrio delicado. Nuestra democracia depende de la transparencia, aunque alguna información debe ser protegida y no divulgarse al público en aras de nuestra seguridad, como por ejemplo el movimiento de nuestras tropas, nuestra recopilación de inteligencia o la información que tenemos sobre una organización terrorista y sus afiliados. En estos, y otros casos, están juego la vida de personas.

      Hace varias semanas, como parte de un juicio en curso en un tribunal, difundí unos memorandos que había emitido la Oficina del Asesor Jurídico de la anterior administración. No lo hice porque estuviera en desacuerdo con las duras prácticas de interrogatorio que autorizaban estos documentos, ni porque rechazara sus criterios jurídicos, aunque sí estoy en desacuerdo con ambos, sino porque la existencia de esas prácticas de interrogatorio ya era ampliamente conocida, la administración Bush había reconocido su existencia, y yo ya las había prohibido. Carece de fundamento el argumento de que, de algún modo, al difundir públicamente esos documentos les estamos dando a los terroristas información acerca de cómo se los ha de interrogar, puesto que no vamos a utilizar esas prácticas, ya que ahora está prohibido.

      En pocas palabras, difundí los memorandos porque no existía una razón primordial para proteger estos documentos. El posterior debate ha permitido al pueblo estadounidense comprender mejor cómo llegaron a autorizarse y utilizarse esos métodos de interrogatorio.

      Por otro lado, hace poco me opuse a la divulgación de ciertas fotografías de detenidos tomadas por personal de Estados Unidos, entre 2002 y 2004. Las personas que violaron las normas de conducta en las fotos han sido investigadas y se les ha responsabilizado de sus actos. No hay debate sobre si lo que ilustran estas fotos está mal, y no se ha ocultado nada para absolver a los responsables de los crímenes. Sin embargo, llegué a la conclusión, con datos que me dio mi equipo de seguridad, de que difundir esas fotos exacerbarían el sentimiento anti estadounidense y permitiría a nuestros enemigos retratar a las tropas de Estados Unidos en términos generales, condenatorios e imprecisos, poniéndolas en peligro en los teatros de guerra.

      En resumidas cuentas, existe una razón clara y convincente para no difundir estas fotos concretas. Hay casi 200.000 estadounidenses en el servicio en situación de peligro, y como comandante en jefe tengo la solemne responsabilidad por su seguridad. Difundiendo esas fotos nada se ganaría que fuese más importante que la vida de nuestros jóvenes hombres y mujeres que prestan servicio en lugares peligrosos.

      En cada uno de estos casos tuve que tratar de encontrar el punto justo entre la transparencia y la seguridad nacional. Eso conlleva una responsabilidad preciosa. No hay duda de que el pueblo estadounidense ha visto cómo se pone a prueba ese punto justo. Con las imágenes de Abu Ghraib y las brutales técnicas de interrogatorio que se hicieron públicas mucho antes de que yo fuera presidente, el pueblo estadounidense se enteró de las medidas que se tomaron en su nombre y que no se parecen en nada a los ideales por los que combatieron generaciones anteriores. Y así se trate de las decisiones que precedieron la guerra en Iraq o la revelación de programas secretos, a menudo el pueblo estadounidense sintió que se le ocultó innecesariamente parte del relato. Ello motiva la acumulación de sospechas. Ello provoca la necesidad de rendir cuentas.

      Yo me postulé a la presidencia prometiendo transparencia, y yo cumplo lo que he dicho. Por eso, siempre que sea posible, divulgaremos la información al pueblo estadounidense, para que pueda formarse criterios informados y exigirnos cuentas. Sin embargo nunca he sostenido, ni lo haré jamás, que nuestros asuntos de seguridad nacional más delicados deben ser un libro abierto. Nunca desistiré, y lo defenderé con todo vigor, de la necesidad de clasificar los documentos para defender a nuestras tropas en guerra, para proteger nuestras fuentes y métodos, y para proteger las acciones confidenciales que permiten proteger al pueblo estadounidense. Por ese motivo, cuando no podamos divulgar públicamente alguna información por motivos legítimos de seguridad nacional, insistiré en la fiscalización de mis actuaciones, ya sea por parte del Congreso o por los tribunales.

      Hemos iniciado un análisis de las políticas vigentes en los organismos responsables de la clasificación de los documentos, para determinar donde se puede realizar reformas, y para asegurarnos de que los demás poderes del gobierno puedan analizar las decisiones del poder ejecutivo en estos asuntos, porque en nuestro sistema de pesos y contrapesos alguien siempre tiene que vigilar a los vigilantes, especialmente cuando se trata de información confidencial.

      Según los mismos criterios, mi gobierno también encara desafíos relativos a lo que se conoce como el privilegio del "secreto de Estado". Esta doctrina permite al gobierno impugnar casos legales relacionados con programas secretos. Muchos ex presidentes, tanto republicanos como demócratas, la han utilizado durante décadas. Si bien este principio es absolutamente necesario para proteger la seguridad nacional, me preocupa el hecho de que se haya utilizado en exceso. No debemos proteger información simplemente porque revele la violación de una ley o perjudique al gobierno. Por ese motivo, mi gobierno está a punto de concluir un análisis exhaustivo de esta práctica.

      Nos proponemos adoptar varios principios para la reforma. Aplicaremos pruebas legales más estrictas con respecto al material que pueda ser protegido con el privilegio del secreto de Estado. No plantearemos el privilegio ante el tribunal sin primero seguir el procedimiento formal, lo cual incluye su revisión a cargo de una comisión del Departamento de Justicia y luego la aprobación personal del secretario de Justicia. Finalmente, cada año informaremos voluntariamente al Congreso cuando invoquemos ese privilegio, y el por qué, porque debe existir una fiscalización adecuada de nuestras actuaciones.

      En todo lo relacionado con el asunto de la revelación de información confidencial, me gustaría poder decir que existe una fórmula simple, pero no la hay. Son decisiones difíciles que entrañan preocupaciones antagónicas y que precisan un enfoque minucioso, pero el hilo conductor de todas mis decisiones es sencillo: tomaremos las precauciones necesarias para proteger al pueblo estadounidense, pero también garantizaremos la rendición de cuentas y la fiscalización que caracterizan nuestro sistema constitucional. Nunca ocultaré la verdad  porque me resulte incómoda. Trataré con el Congreso y con los tribunales como poderes co-iguales del gobierno. Le diré al pueblo estadounidense lo que sé y lo que no sé, y cuando divulgue algo públicamente, o guarde algo en secreto, les diré por qué.

      En todos los asuntos que he abordado hoy, las políticas que propongo representan una nuevo camino con respecto a los últimos ocho años. Para proteger al pueblo estadounidense, y nuestros valores, hemos prohibido las duras técnicas de interrogatorio. Vamos a clausurar la prisión de Guantánamo. Estamos reformando las comisiones militares e implantaremos un nuevo régimen jurídico para detener a los terroristas. Estamos desclasificando más información y adoptando la idea de una mayor fiscalización de nuestras acciones, así como limitando el uso del privilegio del secreto de Estado. Estos son cambios drásticos que colocarán nuestro enfoque de seguridad nacional en una posición más segura, a salvo y más sostenible, y aplicación llevará tiempo.

      Existe un principio básico que aplicaré en todas las medidas que tomemos: al mismo tiempo que limpiamos el desorden de Guantánamo, reevaluaremos constantemente nuestro enfoque, someteremos nuestras decisiones al análisis de los demás poderes del gobierno y trataremos de encontrar el marco legal más firme y sostenible para resolver estos temas a largo plazo. Al hacerlo, podemos dejar un legado que sobreviva a mi administración y que le sirva al próximo presidente y al que le siga; un legado que proteja al pueblo estadounidense y que goce de amplia legitimidad en nuestro país y en el extranjero.

      Esto es lo que quiero decir cuando digo que tenemos que mirar al futuro. Reconozco que muchos tienen todavía el fuerte deseo de enfocarse en el pasado. Cuando se trata de las medidas que se tomaron en los últimos ocho años, algunos estadounidenses se enojan, otros quieren volver a librar debates que ya se han resuelto de la manera más clara en la urna de votación en noviembre. Sé que estos debates conducen directamente a la exigencia de una rendición de cuentas más exhaustiva, tal vez por medio de una comisión independiente.

      Me he opuesto a la creación de semejante comisión porque considero que nuestras actuales instituciones democráticas son lo suficientemente fuertes para realizar la rendición de cuentas. El Congreso puede investigar el abuso de nuestros valores y en la actualidad está llevando a cabo investigaciones sobre asuntos como las técnicas de interrogatorio mejoradas. El Departamento de Justicia y nuestros tribunales pueden ocuparse y castigar cualquier violación de nuestras leyes.

      Sé que no es ningún secreto que en Washington existe la tendencia de perder el tiempo lanzando acusaciones. Nuestra cultura mediática también alimenta los impulsos que generan una buena pelea. Nada contribuiría más a eso que la prolongación de los litigios de los últimos ocho años. Ya hemos visto como ese tipo de esfuerzos terminan por enfrentar a la gente en Washington y ambos bandos terminan echándose la culpa, y nos puede distraer de enfocar nuestro tiempo, esfuerzos y políticas en los desafíos del futuro.

      Lo vemos, sobre todo, en la manera en que los debates recientes se han visto oscurecidos por dos fines opuestos y absolutistas. Por un lado, están quienes le asignan muy poco valor a los desafíos singulares que plantea el terrorismo y casi nunca colocarían la seguridad nacional por encima de la transparencia. Por el otro lado están aquellos cuya perspectiva se puede resumir en pocas palabras: "todo está permitido". Sus argumentos indican que los fines para combatir el terrorismo pueden utilizarse para justificar cualquier medio y que el presidente debe tener autoridad plena para hacer lo que quiera, siempre que sea un presidente con el que estén de acuerdo.

      Es posible que ambos lados sean francos con sus criterios, pero ninguno tiene razón. El pueblo estadounidense no es absolutista y no nos eligen para imponer una ideología rígida para nuestros problemas. Saben que no necesitamos sacrificar nuestra seguridad en nombre de nuestros valores, ni sacrificar nuestros valores en nombre de la seguridad, siempre que podamos resolver las cuestiones difíciles con franqueza y atención, y una dosis de sentido común. Ese es, después de todo, el genio de Estados Unidos. Ese es el desafío que plantea nuestra Constitución. Esa ha sido la fuente de nuestra fortaleza a lo largo de los tiempos. Eso es lo que hace a Estados Unidos de Norteamérica diferente como país.

      Puedo presentarme hoy aquí, como presidente de Estados Unidos, para asegurar sin excepción ni equivocación que nosotros no torturamos, y que protegeremos decididamente a nuestro pueblo a la vez que forjamos un marco legal estricto y duradero que nos permita luchar contra el terrorismo al mismo tiempo que respetamos el estado de derecho. Que quede bien claro: si no conseguimos pasar la página del enfoque que se impuso durante los últimos años, entonces no seré capaz de afirmar esto como presidente. Si no podemos abogar con firmeza esos valores fundamentales, entonces no estamos ateniéndonos a los documentos que están consagrados en este salón.

      Los autores de la Constitución no podían haber vaticinado los desafíos que han surgido durante los últimos 222 años. Pero nuestra Constitución ha resistido la secesión y los derechos civiles, la Guerra Mundial y la Guerra Fría, porque proporciona principios fundamentales que se pueden aplicar con pragmatismo, es una brújula que nos puede ayudar a encontrar nuestro camino. No siempre ha sido fácil. Somos un pueblo imperfecto. De vez en cuando hay quienes piensan que la seguridad y el éxito de Estados Unidos nos exige abandonar los principios sagrados consagrados en este edificio. Esas voces también se escuchan hoy en día. Pero el pueblo estadounidense ha resistido la tentación. Y aunque hayamos cometido errores y hecho correcciones en el camino, nos hemos mantenido firmes con los principios que han sido la fuente de nuestra fortaleza y una guía para el mundo.

      Ahora, esta generación hace frente a una prueba importante con el espectro del terrorismo. A diferencia de la Guerra Civil o la Segunda Guerra Mundial, no podemos contar con una ceremonia de rendición que dé por terminada la jornada. Actualmente, en lejanos campos de entrenamiento y en ciudades atestadas, hay gente que urde tramas para segar vidas estadounidenses. Esa será la situación dentro de un año, dentro de cinco años, y con toda probabilidad de aquí a diez años. Ni yo, ni nadie más presente aquí hoy puede decir que no habrá otro atentado terrorista que se cobre vidas estadounidenses. Pero lo que sí puedo decir con certeza es que mi administración, junto con nuestras extraordinarias tropas y los hombres y mujeres patriotas que defienden nuestra seguridad nacional, haremos todo lo posible para garantizar la seguridad del pueblo estadounidense. Sé con certeza que podemos derrotar a al-Qaida. Puesto que los terroristas sólo pueden tener éxito si crecen sus filas y separan a Estados Unidos de sus aliados, nunca lo lograrán si seguimos siendo quienes somos, si forjamos enfoques firme y prolongados, arraigados en nuestros ideales eternos, para combatir el terrorismo.

      Esto debe ser nuestro propósito común. Yo me postulé a la presidencia porque considero que no podemos resolver los desafíos de nuestro tiempo a menos que los resolvamos juntos. No estaremos seguros si consideramos que la seguridad nacional es una cuña que divide a Estados Unidos. Puede y debe ser la causa que nos una como pueblo, como un solo país. Lo hemos hecho así en momentos más peligrosos que el nuestro. Lo volveremos a hacer otra vez. Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de América.

      (termina el texto)

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      Saludos
      Rodrigo González Fernández
      Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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