La cita anual de Naciones Unidas arrojó su habitual saldo: escasas acciones concretas. La crisis financiera, el "terrorismo", la multilateralidad, algunos ítems en los que convergieron los discursos. El imponente edificio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York fue el escenario de la 63° Asamblea General del organismo supranacional. Una vez más los presidentes, primeros ministros y representantes estatales de todo el mundo se reunieron para "discutir" los problemas que aquejan a la humanidad.
La cita anual no presentaba novedades en cuanto a los temas a tratar, aunque se esperaba que los líderes mundiales dieran su punto de vista acerca de la crisis financiera (si se quiere el "efecto jazz") que azota a la banca estadounidense. En el otro extremo de la discusión, la pobreza y la marginación siguen ocupando un incómodo lugar en la reunión de Naciones Unidas. Pese a que año a año los líderes se esmeran en pronunciar discursos acordes a la circunstancia, el hambre sigue siendo el mal indisimulable. Entre otros temas, las siguientes son algunas de las cuestiones más relevantes que se discutieron en Nueva York. Crisis financiera. La cuestión de los temblores bancarios entró de lleno en los discursos de los líderes mundiales. El más enfervorizado fue el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien defendió a rajatabla el plan de salvataje que impulsa su administración. Los anfitriones, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y el presidente de la Asamblea, Miguel D'Escoto, coincidieron en la necesidad de encarar una estrategia multilateral para enfrentar la crisis. D'Escoto aseguró que "siempre son los pobres quienes pagan el precio por la codicia descontrolada y la irresponsabilidad de los poderosos", ya que la debacle financiera podría frenar los Objetivos del Milenio para 2015, según su percepción. "La naturaleza global de esta crisis implica que las soluciones que adoptemos deben ser también globales, y decididas en legítimos y creíbles foros multilaterales, sin imposiciones", enfatizó el presidente de Brasil, Lula da Silva. Además, pidió reformular el sistema financiero. "La avaricia e irresponsabilidad de unos pocos, combinada con la negligencia política de otros, han hundido al mundo en una situación de gran incertidumbre", acusó la jefa de Estado de Chile, Michelle Bachelet. La sudamericana además cargó contra quienes se preocupan tanto por superar la crisis financiera y dejan de lado el flagelo del hambre. En definitiva, los discursos más críticos apuntaron contra las exuberantes intervenciones realizadas por la Reserva Federal de Estados Unidos para salvar a los bancos. A esto, se contrapone la desidia de Washington frente a cuestiones mucho más urgentes como la situación humanitaria en África y otras regiones del planeta. África. En ese mismo sentido, la ONU pidió a los países ricos cumplir sus promesas de 2005 de duplicar su ayuda a África. Según datos revelados por la organización, el continente olvidado no podrá reducir la pobreza para 2015, como está previsto en los Objetivos del Milenio para el Desarrollo. En una cumbre en 2005 en la ciudad escocesa de Gleneagles, los países del G8 prometieron aumentar su ayuda a África con una donación extra de 25.000 millones de dólares para 2010. Desde entonces, la cifra se ha reducido a 21.800 millones de dólares. En esta ocasión, la cuestión africana sumo un factor más preocupante. Esto es que la discusión central no fue cómo alcanzar el desarrollo de África, sino que fue: "¿cómo salvar a los ricos?" Para eso, el presidente Bush ofreció la "módica" cifra de un millón de millones de dólares. El número supera ampliamente el total requerido para alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio. Ante esto, José Ramón Machado Ventura, primer vicepresidente de Cuba señaló que "los responsables de este estado de cosas, los países industrializados y, en particular, la única superpotencia, deben asumir sus responsabilidades. No se pueden seguir derrochando fabulosas fortunas mientras millones de seres humanos padecen hambre y mueren de enfermedades curables". Sumado a esto, en el transcurso de la semana pasada Jacques Diouf, director de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (ONU), anunció que el número de personas que padecen hambre aumentó de 850 millones a 925 millones. Si a esto se le suma que el precio de los alimentos sigue en alza, la situación se muestra más desalentadora para el futuro. Este contraste entre la rápida intervención estatal para salvar al sistema financiero y la parsimonia con la que se actúa para salvar a las poblaciones aquejadas por el hambre y la marginación, deja en claro cuáles son los objetivos reales de quienes tienen el poder para actuar en estos escenarios. Multilateralidad. Otra de las cuestiones recurrentes en la asamblea fue la necesidad de otorgarle mayor multilateralidad al organismo mundial. Varios líderes hicieron hincapié en lo beneficioso de ampliar el Consejo de Seguridad y, por ende, darle mayor entidad a la toma de decisiones. El primero de los mandatarios en dar su discurso, Lula da Silva, insistió en la necesidad de reformar los organismos internacionales. Su país pretende ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. "Su forma de representación es un obstáculo para el mundo multilateral al que aspiramos", justificó Lula. En ese sentido, Lula contó con el respaldo del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien sostuvo que el mundo del siglo XXI no puede ser gobernado con las mismas instituciones que en el siglo XX. El galo también insistió en su propuesta de ampliar el Grupo de los 8. También el mandatario de México, Felipe Calderón, afirmó que el multilateralismo es el camino del siglo XXI y la respuesta a la globalización. Quién no pareció demasiado conforme con estas propuestas fue Bush quien no sólo no hizo mención directa a la cuestión sino que también atacó al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, ente que ha criticado varias de las políticas estadounidenses. En las últimas semanas, la ONU anunció que probablemente se estudie la posibilidad de ampliar el Consejo. Esto cuenta con la negativa principal de los integrantes del bloque (excepto Francia), lo que reduce sustancialmente las opciones de lograr la esperada ampliación. Como ejemplo, los presidentes sudamericanos comentaron la experiencia regional de apelar a soluciones multilaterales. "Reunidos la semana pasada en Santiago de Chile los presidentes de América del Sur demostraron la habilidad de responder de manera rápida y efectiva a situaciones complejas como la de Bolivia", enfatizó Lula. Sudamérica. La crisis política en Bolivia tuvo su lugar en la Asamblea de la ONU. Aprovechando la estadía de varios presidentes, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se reunió para analizar los avances de lo acordado el 15 de septiembre en Chile. Los presentes reafirmaron su apoyo al proceso democrático en Bolivia y designaron a Rodolfo Mattarollo, como coordinador de la comisión que investigará los crímenes ocurridos en el departamento de Pando. El presidente boliviano, Evo Morales se mostró agradecido por el apoyo de sus vecinos y aseguró que la Unasur es "una realidad que se ha gestionado para liberar a Sudamérica y para que ya no sea el patio trasero del imperio (en relación a Estados Unidos)". En su discurso frente a la Asamblea General, Morales criticó duramente el accionar del gobierno de Estados Unidos por no haber condenado los actos de violencia ocurridos en territorio boliviano. "Imagínense, si los movimientos sociales tomaran una instalación; seguro enseguida sale la embajada (de Estados Unidos) a acusar eso. Pero es claro, si son los principales aliados de esa campaña", enfatizó. Asimismo, el presidente boliviano denunció las constantes acusaciones que sufrió por parte de Estados Unidos desde antes de llegar al gobierno. "Dijeron que yo era el Bin Laden andino y que los campesinos eran los talibanes", "cuando llegamos al Gobierno nacional, nos encontramos con una oficina de la CIA en el palacio", fueron algunas de las frases de Morales. La cuestión iraní. Como era de esperar, en su última alocución ante Naciones Unidas, George W. Bush defendió lo que él llama "guerra contra el terrorismo". En especial, elogió las invasiones a Afganistán e Irak y llamó al Consejo de Seguridad a emitir mayores sanciones contra Irán y Corea del Norte. Nada dijo Bush de las muertes civiles en aquellos territorios. En el mismo sentido actúo el presidente israelí Shimon Peres quien insistió en la teoría de Irán como "un peligro para el mundo entero". Peres dijo que Teherán "continúa desarrollando uranio enriquecido y misiles de largo alcance", aunque nada comentó acerca de la maquinaria bélica del Estado de Israel. Incluso, la ministra de Relaciones Exteriores y candidata a primera ministra israelí, Tvizi Livni, manifesto que es "absurdo" que Irán participe en la ONU. Livni y varios funcionarios continúan reclamando a Occidente que tome medidas para "detener" a la República Islámica. Por su parte, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, aseguró que su país nunca permitirá que quien tiró las bombas de Hiroshima y Nagasaki le fuerce a renunciar a su programa nuclear. Además, pidió que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) controle los poderes nucleares de "otras naciones poderosas". Lo llamativo de la cuestión iraní, es un hecho que se repite con un año de diferencia. En la Asamblea de 2007, el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, hacía una dura advertencia contra Irán por el caso de los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA ocurridos en Buenos Aires. Aquella acción era aplaudida por Estados Unidos e Israel. (Ver: "¿Impericia o sumisión a Estados Unidos?". APM 26/09/2007). Ahora, la actual presidenta Cristina Fernández volvió a acusar a Irán y, de ese modo, terminó incurriendo en el mismo error que su marido y antecesor. ¿Cuál error? Ubicarse donde Washington y Tel Aviv desean que se ubiquen todos los país y darle mayor valor a su ofensiva contra Teherán. Cristina Fernández también fue aplaudida por sectores estadounidenses e israelíes luego de su discurso. No al bloqueo. Para finalizar, el último de los ítems no tuvo lugar en el seno de la Asamblea General sino en Ginebra, sede del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Allí, Cuba logró que la entidad condenara las sanciones económicas y comerciales unilaterales impuestas por un Estado a otro. La resolución fue adoptada por 33 votos a favor, 11 en contra y tres abstenciones. El texto aprobado el miércoles en Ginebra pide "a todos los Estados que dejen de adoptar o de aplicar medidas coercitivas unilaterales(...) en particular aquellas que tienen efectos extraterritoriales, que crean obstáculos en las relaciones comerciales entre Estados". Los once Estados que votaron en contra son: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Holanda, Eslovaquia, Suiza, Ucrania y Gran Bretaña. En Nueva York, el vicepresidente cubano, José Ramón Machado Ventura lamentó que pese a los reiterados pronunciamientos de la Asamblea por el cese de esta política genocida, el gobierno de los Estados Unidos ignore la voluntad de la comunidad internacional y en franco desprecio recrudece su guerra económica contra Cuba. "Jamás la política exterior en contra de un país ha sido dotada de tan amplio y sofisticado arsenal de medidas agresivas en los ámbitos político, económico, cultural, diplomático, militar, psicológico e ideológico", concluyó. En definitiva, luego de repasar los puntos salientes de la 63º edición de la Asamblea Anual de Naciones Unidas y recordando lo sucedido con los encuentros de años anteriores, vuelve la pregunta acerca del valor real que tiene el debate de la ONU. ¿Cuál es el sentido verdadero de una semana de debates y discursos, si al fin y al cabo las decisiones se toman en la mesa chica del Consejo de Seguridad? En el caso de que se lograran acuerdos concretos, ¿qué importancia tendrían si cinco países tienen la capacidad de vetarlos? En conclusión ¿qué valor tiene la ONU en este estado de cosas? Si la percepción general es que el mundo de 1945 no es el mismo mundo de 2008, ¿no habría que modificar las instituciones de 1945? lmontero@prensamercosur.com.ar
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