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jueves, mayo 01, 2008

En la cuestión alimentaria: ¿viene el lobo?

En la cuestión alimentaria: ¿viene el lobo?
 
(IMP)

Mireya Lasso
mireyalasso@yahoo.com


Todos recordamos el tradicional cuento que, de niños, aprendimos para medir la consecuencia nefasta de engañar a otros cuando, a sabiendas, los asustábamos gratuitamente sobre peligros inexistentes. Lo cierto es que desde hace algún tiempo venimos escuchando sobre el peligro de no prestar debida atención a la posibilidad de carecer de alimentos esenciales o, peor aún, no poder alimentarnos. ¿Es el viejo cuento de "viene el lobo"? 
Ante ese riesgo hay quienes abogan por una política nacionalista que nos asegure la producción nacional de alimentos, reforzada por el eslogan de "Producir lo que consumimos y consumir lo que producimos". En cambio, otras voces que defienden las ventajas y el camino hacia la globalización, insisten en que debemos limitarnos a producir aquellos alimentos que podemos producir con mayor eficiencia que otros países, y que debemos traer del exterior lo que sea más ventajoso. En esencia, consumiríamos los alimentos (panameños o extranjeros) que se produzcan a menor costo en nuestro país o en el extranjero y esa es la idea que subyace en los tratados de libre comercio. El corolario es que el gran beneficiado sería el consumidor panameño, porque tendría acceso no solo a una mayor variedad de alimentos (panameños o extranjeros), sino también a menor costo. Es una excelente teoría económica, pero como toda teoría, a veces vemos con tristeza que hay muchísimos factores que entran en juego para complicar las cosas.
Uno de esos factores fue señalado recientemente por directivos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Organización para la Agricultura y Alimentación (FAO). Ante la creciente utilización de productos agrícolas alimentarios para producir biocombustibles, nos advierten que esa desviación es peligrosa para la paz mundial y también moralmente cuestionable. El hambre, la hambruna y la malnutrición son carencias que pueden empeorar, afectando a cientos de miles de personas en el mundo, al punto que pueden provocar guerras o acabar con regímenes democráticos, como ya lo registra la historia. Además, se plantea un dilema moral, porque priva al ser humano de un elemento esencial para su supervivencia, en favor de un valor menor, como es la producción de energía. 
Un ejemplo en Panamá sería el peligro de no poder satisfacer la demanda de maíz para consumo humano y animal, en caso de que nuestros agricultores no reciban incentivos reales para producirlo localmente y de que en el exterior se prefiera dedicarlo a la producción de etanol. Los disturbios populares en Haití, Chile y Argentina, ocurridos por diferentes causas —aunque todas relacionadas con políticas gubernamentales hacia el sector agropecuario— nos pueden tocar muy de cerca, ya que, según el director del FMI, "lo peor está por venir" en el tema de la posible crisis alimentaria en países pobres. 
La seguridad alimentaria es tema serio. El peligro no es ilusorio. Como advierten el FMI y la FAO: no se trata de asustar, sino de ver la realidad y actuar en consecuencia.
-La autora es diputada de la República por el partido Vanguardia Moral de la Patria, nuevo circuito 8-7.
 
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Rodrigo González Fernández
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