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domingo, junio 03, 2012

Hernán Büchi ¿Está Chile bien preparado?

Hernán Büchi
Domingo 03 de Junio de 2012
¿Está Chile bien preparado?


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En las últimas semanas, Grecia y otros países europeos volvieron a ser noticia. La banca española está en el tapete y la tasa de financiamiento de España retornó a cifras que, de mantenerse, hacen inviable su programa económico. Existe la percepción de que si el electorado griego respalda posiciones rupturistas, su salida del euro es una posibilidad real.

La Europa de la Zona Euro no ha podido dar solución al exceso de deuda de algunos miembros. Tampoco ha logrado hacerlo con las necesidades de capitalización de sus bancos.

Vive una larga agonía que intercala períodos de calma con otros de inquietud, como el actual, en que se percibe posible una evolución caótica de esos problemas.

Aun cuando Grecia saliera del euro en cierto orden, el impacto negativo sería relevante. Alemania, el país menos afectado, sufriría un 1% del PIB. Pero si la salida fuera desordenada y una reacción en cadena del sistema financiero produjera una ruptura de la unión monetaria, esa cifra podría subir hasta el 10% para el país germano. ¡Basta recordar que los bancos franceses tienen en sus carteras cerca del 20% del PIB francés en créditos a países afectados!

Afortunadamente tal escenario es evitable, pero requiere acciones decididas y simultáneas en distintos frentes. El Banco Central Europeo debiera proveer mayor financiamiento y el euro depreciarse. Se debe encontrar un balance entre los esfuerzos de ajuste de cada país y el apoyo del resto. Es necesario un programa regional para asegurar, además de la liquidez, la solvencia del sistema financiero y evitar que siga reduciendo el crédito a sus usuarios.

Hoy, ante los eventos políticos recientes, parece difícil un plan coherente. Es posible que finalmente surjan decisiones que superen esta agonía, pero también podría suceder que predomine el caos. Aún cuando EE.UU y China están en mejor posición, una Europa herida afectará al mundo.

Es bueno que nuestras autoridades hayan manifestado inquietud y estén preparándose para reaccionar si sucediera una crisis.

Hay una dimensión en que Chile es competente. Si hay que enfrentar un escenario ordenado o una crisis financiera aguda pero temporal similar al 2008, contamos con las instituciones y los medios para resistir razonablemente. La experiencia de fines de los 90 y del 2008/09 indican que es clave asegurar que los efectos negativos externos y las expectativas no se retroalimenten vía un sistema financiero que se paralice o frene su actividad.

Nuestros bancos, sólidos y estables, son un gran punto a favor y una acción decidida de la autoridad monetaria debiera impedir que actúen con exceso de prudencia. Una política fiscal activa tendría un rol secundario y sería necesaria si no se realizara bien la primera tarea. Además de bancos sólidos el país tiene reservas y credibilidad fiscal, lo que es una gran ayuda.

Sin embargo hay otra dimensión en que no estamos bien parados. Los líderes políticos tienen poca conciencia que una parte importante de nuestro bienestar reciente lo debemos a las buenas condiciones externas. El gobierno de Bachelet se benefició de un precio del cobre que de poco más de un dólar la libra ( 1U$/lb) se elevó a 3 U$/lb. El gobierno actual se favoreció incluso más, con 3,7 U$/lb. Bastaría que volviera a cerca de 3 U$/lb y nuestro déficit en cuenta corriente pasaría al 5% del PIB. Una disminución adicional nos dejaría en terreno aún más peligroso. Y cualquier evolución desordenada de los problemas europeos nos colocaría en escenarios similares o peores a estos dos antes supuestos.

El ánimo en el país es tal que damos por sentado que merecemos progresar y sin esfuerzo. Que podemos exigir derechos sin obligaciones, como recibir créditos y no pagarlos, estacionar autos en sitios privados sin pagar, disponer de energía sin que se hagan las centrales necesarias, castigar en exceso a empresas que usan tecnología de punta y tienen problemas, subir impuestos o poner trabas al emprendimiento sin que implique menos crecimiento.

Esta forma de pensar es la opuesta a la que requerimos y ello se hará evidente si las condiciones externas se deterioran. Desde esa perspectiva estamos mal encaminados y haríamos bien en reflexionar para cambiar nuestra actitud como sociedad.

Aun cuando los escenarios más negativos no se produzcan, nuestros pobres necesitan que sigamos creciendo y no podemos contar siempre con que el factor externo sea cada vez más favorable.



Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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