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domingo, agosto 21, 2011

El nuevo mesias & sus nexos con Colonia Dignidad

El nuevo mesias

El pueblo de Krefeld y su pastor Ewald Frank concitan la atención. A ocho kilómetros de allí se descubrió, esta semana, que vive el segundo hombre de la ex Colonia Dignidad, Hartmut Hopp, a quien la justicia chilena pidió extraditar. Fuimos hasta ese lugar, vimos a Frank en su misa y él, por primera vez, abrió las puertas a la prensa.

por Isaac Lluch, desde Krefeld, Alemania - 21/08/2011 - 09:10

Es primer domingo de mes en el Centro Misionero de Krefeld, Alemania, el epicentro de la iglesia Misión Popular Libre, que dirige el pastor Ewald Frank. Como todo primer domingo de mes, el salón está casi repleto con los cerca de 900 creyentes que caben en el lugar. Los asientos laterales están reservados a los fieles que llegan de lejos, muchos desde Africa. Son las 10 de la mañana y no pocos toman los auriculares para escuchar en traducción simultánea la prédica de Frank en alemán. Hasta en 12 idiomas se traduce el culto. En paralelo, 789 computadores, en 88 países, se conectan a internet para ver la misa vía web. Abre la música. Unos jóvenes con instrumentos de metal interpretan notas que suenan entre religiosas y folclóricas. Todos los primeros domingos del mes es el propio Frank quien dirige el culto. Comienza la prédica.

"Con mucha rapidez nos estamos acercando al final del tiempo de Gracia. Hoy el mundo está peor que en tiempos de Noé o de Sodoma y Gomorra. Dios ofrece Gracia para aquellos que buscan el escape en El, y juicio para aquellos que rechazan a Jesucristo (…). Quien crea que Dios se encuentra en cada religión, hiere". Varios fieles apuntan en una hoja los versículos que cita Frank para releerlos en casa. La Biblia es la base de su prédica, donde el pastor encuentra, incluso, la explicación para la sequía histórica que afecta este año a Alemania. Los creyentes son devotos. Quien no canta, no participa, quien no participa, no cree, quien no cree, no se salva. Rezan en voz alta, con los brazos alzados, y reaccionan espontáneamente al grito de amén. Una mujer se estira arrodillada en el pasillo. Una decena de hombres piden al final del culto una bendición especial de Frank, quien, pese a sentirse un Elegido, como se lee en su página web, se muestra como un pastor mundano, cercano a sus fieles.

En el sótano del templo, junto a la cocina y a un gran comedor del complejo religioso, varias madres entretienen a sus hijos. Las damas se muestran amables, serviciales. Sin importar la edad, aparecen con vestidos o faldas hasta debajo de las rodillas y el pelo largo suelto o recogido en moño. Parecen sacadas de un libro de mediados de siglo. "La mujer creyente no será puesta en vergüenza delante de su esposo incrédulo", dice Frank, y cuenta que un día asistió a "una querida hermana" cuyo auto nuevo no arrancaba después de una reunión en Krefeld. Ninguno de los hombres, ni siquiera los mecánicos, agrega, logró activar el coche. El se fue a rezar y Dios le visitó. Fue, entonces, a buscar a la hermana y la instó a encender el motor, "porque así lo ha hablado el Señor". "Entonces, el auto prendió en el primer intento. Pero al día siguiente, su esposo no pudo usarlo. Una válvula estaba rota".

Ese es el pastor Ewald Frank y sus seguidores en Krefeld. La ciudad y la misión religiosa sobre la que se dirigen las miradas de la defensa de los ex colonos de Villa Baviera, en Chile. El viernes 5, el ministro que indaga los abusos cometidos por Paul Schäfer y su séquito en la ex Colonia Dignidad, en Parral, Jorge Zepeda, solicitó la extradición desde Alemania del doctor Hartmut Hopp. La ex mano derecha de Schäfer huyó a este país a inicios de mayo, mientras en Chile estaba encausado por secuestros y asociación ilícita. El jueves 18, un medio alemán reveló que Hopp vive con su esposa, Dorothea Witthahn, a sólo ocho kilómetros al sur de Krefeld.

En los últimos años, a esa ciudad ha llegado una decena de ex colonos que han encontrado en Frank el mensaje religioso que perdieron cuando Schäfer huyó de Chile a principios de la década pasada.

En esa ciudad alemana vivió sus últimos años un miembro del círculo de hierro del pederasta alemán, Albert Schreiber, quien fue seguidor de la iglesia de Frank. Allá también vive el hijo de Hopp, Michael, y su mujer, Bärbel Schreiber (quien ha dicho que no tiene relación con su suegro). Y más reciente, Dorothea Witthahn se instaló allí junto a la ex contadora de Villa Baviera Erika Heimann. El mismo pastor Frank nos contaría, días después de la misa que presenciamos y tras insistirle para que nos recibiera, que a principios de mayo él viajó con Heimann a Israel. Ello, pese a que en su relato intentará todo el tiempo desvincularse de Colonia Dignidad.

FRANK ABRE LAS PUERTAS
La vida de Ewald Frank, 77 años, cambió en agosto de 1955, cuando conoció a William Branham, reverendo norteamericano que se erigió en "profeta del Nuevo Despertar y Angel Mensajero para esta Edad Final". Diez años más tarde, tras la repentina muerte de Branham, Frank tomó su relevo. Desde entonces, medio mes se lo pasa de viaje predicando por el mundo, y medio mes en Krefeld.

No es fácil ingresar al complejo misionero, construido sobre un antiguo campo de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial, "porque así me lo pidió Dios en una aparición", afirma Frank. En la entrada al recinto, una señal triangular advierte: "Terreno privado. Entrada bajo su propia cuenta y riesgo. Que los padres se hagan responsables de sus hijos". Diversos carteles prohíben el uso de cámaras fotográficas o de video.

El día fijado por Frank para la entrevista, un mes antes de que se supiera el destino de Hopp, él mismo hace de guía: muestra el templo, la piscina donde bautiza a sus seguidores -con inmersión total, como indica la Biblia- y decorada con un cisne blanco de plástico; una sala de imprenta y la biblioteca donde archiva y pone a la venta libros y material audiovisual. En su despacho llama la atención una cámara de vigilancia que graba al visitante incluso en el pasillo de espera. No es la única. Nada más entrar en la biblioteca, uno queda registrado. A escasos metros de la cámara, una pegatina en forma de rombo del "Casino Familiar. Villa Baviera". Curioso, cuando Frank se esfuerza en reducir toda vinculación con la colonia de alemanes de Parral.

Frank visitó la ex Colonia Dignidad en tres ocasiones, entre 2004 y 2005, gracias al contacto del matrimonio Schmidt-Wagner, ex colonos del centro. "Nunca he estado más de 36 horas seguidas en el fundo. Siempre fue para predicar, bautizar y celebrar comuniones", asegura. Allí bautizó en un río a más de 150 colonos.

En su última visita a Chile, el 18 de octubre de 2005, al aterrizar en Santiago le fue impedida la entrada al país. Tres agentes le dijeron, en inglés: "Usted tiene un problema con la Iglesia y su embajada", recuerda él. "Hasta hoy, no he recibido ni una disculpa ni una aclaración de por qué me niegan entrar al país. Esto atenta contra los derechos humanos y contra la libertad de religión", expone.

El tono es cordial, pero el ambiente es espeso en la sala de visitas. Será la decoración, entre barroca y kitsch; o los cráneos de ciervo colgados en la pared; o será porque Frank hace entrar a un joven fornido, de unos dos metros de alto, para que supervise la conversación.

El robusto joven toma la palabra para corroborar que Frank se dirigió por escrito a la canciller alemana, Angela Merkel; al ex Presidente del país Horst Köhler y al Ministerio de Exteriores para denunciar su imposibilidad de entrar a Chile. "Me produce un gran dolor no poder ir a Chile. Ruego que tan pronto sea posible se me permita viajar allá", dice el pastor.

Frank ha predicado en 155 países y tiene emisoras de televisión en ocho puntos del planeta. El único sitio adonde no puede ir es a Chile. ¿Por qué?, le pregunto. "Gerd Seewald (ex miembro de la colonia) estaba en desacuerdo con mis prédicas y me dijo que haría todo lo posible para que no volviese allá", responde. Y en un arrebato de indignación también culpa "a la Iglesia Católica chilena" de oponerse a su ingreso.

La resolución firmada por el entonces subsecretario de Interior, Jorge Correa, el 17 de octubre de 2005 para prohibir "indefinidamente" el ingreso del pastor, tuvo en cuenta un informe de la dirección general de Policía de Investigaciones "respecto de las actividades realizadas en el país por el ciudadano alemán", así como "otros antecedentes de que dispone el ministerio". Justo en marzo de ese mismo año había sido detenido Schäfer y en la prensa chilena se comenzaba a mencionar a Frank como un probable nuevo líder espiritual de Villa Baviera. Desde Alemania, las asociaciones de víctimas de sectas también ejercieron presión para impedir que el pastor de Krefeld tuviera más influencia en Parral.

-¿Es esta misión una secta?
-Para nada. Es una obra misionera, bíblica, evangélica.

Pese a su respuesta, más tarde nos cuentan en el comisionado de sectas del estado federal de Renania del norte-Westfalia que han recibido varias consultas ciudadanas sobre esta iglesia, cuya doctrina califican de "dudosa" y de estructura "problemática", y la que, agregan, comparte "tradiciones parecidas" con Villa Baviera, de tal manera que "los ex colonos se pueden sentir en Krefeld como en casa".

Pero Frank insiste en el desmarque: "Nunca en mi vida crucé una sola palabra con Schäfer". Hay testimonios que lo contradicen. Friedrich Paul Heller, en su libro sobre el trasfondo de Colonia Dignidad, Pantalones de cuero, moño y gas tóxico, asegura que Frank y Schäfer se conocieron en Alemania y que el predicador de Krefeld era querido por una mitad de los colonos y detestado por la otra.

"Se dice que quiero hacerme cargo de Villa Baviera", comenta con risa irónica. "¿Para qué?". La pregunta le regresa como bumerán. ¿Para qué tanto interés en regresar a Chile, entonces? "Si pudiera volver allí, haría una ruta por el sur del país, predicaría y me iría", dice.

En el fundo de Parral, entre 40 y 50 colonos son seguidores de Frank, según estimaciones de la Iglesia Evangélica alemana de Chile. Un investigador de Villa Baviera, que prefiere el anonimato, asegura que hermanos frankianos -Urs Graf y Helmut Miskys- viajan a menudo a Parral para llevar el mensaje del líder de Krefeld. Frank niega tener emisarios en Chile, sólo admite que hace llegar material de sus prédicas a diversos países, inclusive éste.

A su relación con los ex colonos que emigraron hasta Krefeld, también trata de poner distancia. "Hay entre ocho o 10 ex colonos que participan regularmente en nuestros cultos, pero como centenares de personas. Ninguno es miembro. Si vienen ex colonos a las prédicas, no lo podemos evitar". Sobre Albert Schreiber, el jefe de finanzas que murió en 2008 pese a que la justicia chilena pidió su detención, responde: "Pudo haber venido varias veces, pero yo desde el altar sólo lo vi una vez". Su robusto ayudante relativiza: "A fin de cuentas, Schreiber nunca tuvo nada probado en contra". Respecto de la ex contadora de Colonia Dignidad, el pastor cuenta que "estuvo con nosotros en un viaje a Israel del 2 al 12 de mayo, luego regresó a Chile".

-¿Y a Hopp lo ha visto en sus cultos?
- Hopp no está en Krefeld. Nadie de aquí lo ha visto. Incluso, hemos preguntado a la fiscalía de la ciudad si tiene algún dato y lo desconocen.

Apenas seis semanas después, Hartmut Hopp sería encontrado por un periódico local en Niederrhein. Muy cerca del cuartel general de Ewald Frank.

 

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
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