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martes, marzo 15, 2011

energia nucler: radiación nuclear es invisible e inodora, pero devastadora para la salud

La radiación nuclear es invisible e inodora, pero devastadora para la salud

 | Caty Arévalo (EFE)

La radiación "ni se ve ni se huele, pero sus efectos son a largo plazo y dañarán la salud y el medio ambiente durante años", explica Eduard Rodríguez-Farré, radiobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, al referirse a las consecuencias del accidente nuclear ocurrido en una central japonesa tras el terremoto del viernes pasado.

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Las sucesivas explosiones en los reactores de la central nuclear de Fukushima, gravemente afectada tras el seísmo y posterior tsunami que se produjeron en el noreste de Japón el pasado viernes, han hecho saltar todas las alarmas y el Gobierno de ese país ya habla de riesgo para la salud de la población del lugar. ¿Pero de qué manera afecta la radiación a las personas?

La radiación "ni se ve ni se huele, pero sus efectos son a largo plazo y dañarán la salud y el medio ambiente durante años", describe Eduard Rodríguez-Farré, radiobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

El experto del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona asegura que colegas científicos ya han medido contaminantes como el yodo o el cesio en la radiación liberada en Fukushima, donde  se ha producido la fusión parcial de algunos de sus reactores ante la falta de refrigeración provocada por el terremoto y el maremoto que han azotado a Japón.

"En el núcleo de un reactor nuclear existen más de 60 contaminantes radiactivos a partir de la fusión del uranio, unos de vida muy larga y otros de vida muy corta, pero casi todos tienen una gran afinidad con nuestro organismo y se acumulan en él, ya que son parecidos a nuestros elementos biológicos", indica Rodríguez-Farré.

El científico, uno de los mayores expertos internacionales en radiaciones nucleares y autor de estudios sobre las consecuencias de la catástrofe nuclear de Chernóbil, afirma que de entre esos 60 contaminantes, los que tendrían mayores consecuencias para la salud humana serían el yodo, el estroncio 90 y el cesio (C-137).

"El yodo afecta inmediatamente y deja mutaciones en los genes, a partir de las cuales se puede desarrollar luego el cáncer de tiroides", sostiene el toxicólogo, quien recuerda que el accidente de Chernóbil multiplicó por diez los casos de cáncer de tiroides en Centroeuropa.

Por su parte, "el estroncio se acumula en los huesos un mínimo de 30 años, como si fuera calcio, y durante años continúa irradiando el organismo; mientras que el cesio queda depositado en los músculos".

Ambos contaminantes "aumentan el riesgo de todo tipo de cánceres, especialmente de huesos, músculos y tumores cerebrales, disminuyen la inmunidad del organismo y aumentan la capacidad de sufrir otras patologías".

Además, "la radiación altera la reproducción", ha recordado este médico, miembro del Comité Científico de "Nuevos riesgos para la salud" de la Unión Europea, y "afecta más a las mujeres que a los hombres".

La explicación estriba en que "los espermatozoides se regeneran totalmente cada 90 días y un espermatozoide alterado desaparece en ese período, pero los óvulos están en los ovarios toda la vida, y si un óvulo alterado por la radiación es fecundado posteriormente, habrá malformaciones en el feto, aunque sea años después".

Las consecuencias para el medio ambiente no son menores. "A largo plazo la contaminación nuclear se deposita en el suelo y en el mar, y se incorpora a la cadena trófica, de los peces, que son la base de la dieta en Japón, del resto de animales, de las plantas, la fruta, las verduras...", indica.

Este proceso, argumenta, "se va bioacumulando, es decir, va pasando de un ser vivo a otro y va empeorando", y un ejemplo de ello es el de los "miles de renos que hubo que sacrificar en el Ártico tras Chernóbil, porque estaban absolutamente contaminados a través de los líquenes que habían comido".

Respecto a las medidas a tomar para prevenirse de la contaminación radiactiva, Rodríguez-Farré señala que el contacto con la piel se puede eliminar lavándose con el mismo celo que tiene un cirujano cuando entra a un quirófano: limpiando y cepillando el cuerpo, el pelo y las uñas con detergente; y desechando la ropa.

Más complicado es luchar contra la principal vía de contacto con los contaminantes: "la inhalación", ante la cuál prácticamente sólo son efectivas pastillas de yodo como las que las autoridades japonesas están repartiendo a la población.

"El tiroides cuando está repleto de yodo elimina el que le sobra, así que si tú saturas de yodo normal el tiroides -con las citadas pastillas-, ayudas a que si inhalas yodo radiactivo lo elimines rápidamente", aclara.


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Rodrigo González Fernández
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