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lunes, abril 27, 2009

Tu corazón está a merced de tu rango salarial (y II)

Tu corazón está a merced de tu rango salarial (y II)

Posted: 26 Apr 2009 05:59 AM PDT

Si enfocamos nuestra atención a los seres humanos, podemos observar algo muy similar. Los trabajadores de baja cualificación en Estados Unidos, los llamados White Trash (Basura Blanca), personas con trabajos basura, mal pagados, suelen tener una salud basura, independientemente de que se alimenten de fast food, hagan poco ejercicio o en general tengan hábitos de vida poco saludables.

Los funcionarios británicos que trabajan en Whitehall también contraen más enfermedades cardíacas en proporción con su inferioridad en el orden jerárquico burocrático. Fue la correlación que se extrajo de un estudio masivo de 17.000 funcionarios.

Un trabajador de categoría inferior, como un conserje, tenía casi 4 veces más posibilidades de sufrir un ataque al corazón que una secretaria permanente de alto rango. Y no importaba que la secretaria fuera obesa, hipertensa o fumadora: seguía teniendo menos posibilidades que un conserje no fumador, delgado e hipotenso.

Un estudio realizado a un millón de empleados de la Bell Telephone Company en los años 1960 proporcionó los mismos resultados.

Tus hábitos son una causa secundaria de tus ataques cardíacos. Lo importante son vuestros trabajo. Y olvidaos del tópico de que un trabajo que implique mucha responsabilidad también conlleva mayor estrés y, por tanto, mayores posibilidades de un fallo del corazón. Ocurre, pero su incidencia es casi una anécdota en comparación con la inicidencia que tiene el dinero que cobras al final de mes y la posición que ocupas frente a los demás trabajadores de tu entorno.

Si estás en la cima, también estás en la cima a nivel de salud. Es la sensación de que uno tiene control sobre su vida lo que induce esta respuesta positiva de nuestro organismo. Los niveles de cortisol de un funcionario no aumentan en relación a la cantidad de trabajo que debe realizar sino a la cantidad de órdenes que debe acatar y la poca relevancia que su trabajo tiene a nivel general.

Si a dos grupos de personas se les ordena la misma tarea, pero al primero se le ofrece libertad y confianza y al segundo grupo, una imposición de horario y unas reglas estrictas que deben cumplirse, este segundo grupo sufrirá un mayor aumento de las hormonas del estrés, de la presión sanguínea y de la frecuencia cardiaca respecto al primer grupo.

Si vuestras vidas laborales están a merced de factores externos (y no hay mayor aleatoriedad externa que la posibilidad de perder el empleo por causas ajenas a uno, como la crisis económica), entonces estáis perdidos. Se debería invertir mucho más esfuerzo en cuidar la salud en esta área que en cualquier otra. Mientras se está cobrando el subsidio por desempleo es cuando la gente suele enfermar con más frecuencia.

Estas correlaciones también arrojan luz al hecho de que muchos altos directivos sufran ataques de corazón poco después de jubilarse, cuando han perdido su rango jerárquico y deben ocupar su tiempo libre en tareas humildes y serviles en un entorno doméstico dirigido por sus cónyuges.

Estar al mando no sólo es sexy, sino que reporta unos beneficios que ninguna dieta hipocalórica puede ofrecer.

Depender de la beneficencia es peor para nuestra salud que fumar, ingerir grasas y llevar una vida sedentaria.

Así pues, la meritocracia es quizá una falacia; aspirar a estar en la cima de la pirámide puede parece abyecto; desear un sueldo más boyante que el del vecino tal vez sea síntoma de una personalidad un poco endeble. Pero los efectos colaterales en nuestra salud de todos estos anhelos capitalistas nos dicen mucho acerca de nuestra biología y, en definitiva, de lo que somos y de cómo hemos llegado hasta aquí.

Más información | American Heart Association
Más información | Ansiedad por el estatus de Alain de Botton

Tu corazón está a merced de tu rango salarial (I)

Posted: 26 Apr 2009 05:37 AM PDT

Para que luego digan que los altamente interesados en su sueldo son unos materialistas, ahora existen motivos extra, motivos biológicos, motivos incluso que atañen a la salud, para aspirar a un buen puesto de trabajo. En una época de crisis económica galopante como ésta, en la que millones de personas están perdiendo sus empleos, quizá no se está haciendo suficiente hincapié en un efecto colateral que este hecho tiene en todos nosotros. Un efecto que va más allá de nuestros bolsillos.

Y es que la categoría profesional de una persona puede predecir mejor sus posibilidades de un ataque cardíaco que la obesidad, el tabaquismo o la hipertensión.

Pero no vayamos tan deprisa y remontémonos al origen de esta correlación.

En la Guía de la mujer inteligente para el conocimiento del socialismo y el capitalismo (1928), George Bernard Shaw defendía que las modernas sociedades capitalistas era víctimas de una forma de establecer las jerarquías especialmente errónea:

Si se permite a cualquier hombre hacer por sí mismo y a su manera tanto dinero como pueda, sometiéndose únicamente a las leyes que contienen la violencia ciega y el puro y simple fraude, la riqueza se distribuirá espontáneamente en proporción a la laboriosidad, sensatez y, en general, a la virtud de los ciudadanos, con lo que los hombres buenos se harán ricos y los malos pobres.

Sin embargo, esto no es así: el sistema basado en la meritocracia es una invención para calmar conciencias. Shaw dice que cualquier hombre despiadado y ambicioso:

puede hacerse con tres o cuatro millones de libras vendiendo mal whisky, acaparando la cosecha de trigo y comercializándola a un precio tres veces superior al de su coste, o realizando periódicos o revistas estúpidos que difunden anuncios engañosos. Mientras que hombres que practican sus nobles facultades o ponen en peligro su vida para favorecer el conocimiento y el bienestar del ser humano pueden terminar en la pobreza y en la insignificancia.

Dicho esto, espero que quede claro que juzgar moralmente a una persona en base a su rango salarial es un error. Y es posible que el deseo de enriquecerse, en muchos casos, sea un deseo netamente abyecto. Sin embargo, la ciencia está descubriendo unas consecuencias muy reveladoras de nuestro estatus social.

Anhelar un puesto de trabajo mejor en nuestra empresa o tener un sueldo superior al del vecino podría tener implicaciones en nuestra salud que vale la pena analizar.

Ya entre los monos de los parques zoológicos podemos observar esta tendencia. Los monos que se hallan en lo más bajo del orden jerárquico quizá vivan bajo menos presión (una justificación para muchos holgazanes). Pero lo cierto es que, intimidados por sus compañeros de más categoría, están más estresados, su sangre contiene más cortisol, sus cerebros tienen poca serotonina, sus sistemas inmunitarios están permanentemente deprimidos y sobre las paredes de sus arterias coronarias se forma tejido cicatrizal.


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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
 
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