HARALD BEYER (AUTOR) Puntos de Referencia Nº 293, junio 2008.
Contenido - Se acerca la tradicional negociación anual del salario mínimo. Después de un año de elevados aumentos de los precios y de incertidumbre respecto de su evolución futura, las presiones para reajustes importantes en esta variable, por encima de la inflación, se dejarán sentir.
- Sin embargo, diversos antecedentes que se reportan en este documento obligan a ser prudentes en la definición del salario mínimo. Así, por ejemplo, no puede olvidarse que la tasa de empleo de los hombres es actualmente inferior a la que existía, por ejemplo, en 1993 o en 1996. El énfasis que se ha puesto en la evolución del empleo de la mujer nos ha hecho soslayar esa realidad.
En el caso particular de los hombres entre 18 y 64 años del quintil de ingresos más bajos su tasa de empleo fue en 2006 (último año disponible) casi 10 puntos porcentuales más baja que en 1996. La disminución en el empleo de los hombres se ha concentrado con especial fuerza en los jóvenes. - Si bien este documento no demuestra con exactitud que ello sea así, los antecedentes reportados sugieren que este comportamiento en el empleo está correlacionado con la evolución que ha tenido el salario mínimo. Este ha pasado de ser aproximadamente un 44 por ciento de la mediana salarial en 1996, una magnitud intermedia en una perspectiva comparada, a un 59 por ciento, que es una de las más altas del mundo. Esto significa que el "espacio" salarial para remunerar a los trabajadores poco calificados se ha reducido.
- En ese contexto no puede extrañar que la tasa de empleo de los jóvenes sea especialmente baja y que, en el último tiempo, se observe un aumento relativo en la tasa de desempleo de los jóvenes. Cabe preguntarse si, en estas circunstancias, no conviene introducir gradualmente un salario diferenciado para los jóvenes entre 18 y 23 años, como existe actualmente para los menores de 18 años.
- El énfasis en el salario mínimo hace perder de vista la importancia del empleo como factor de igualdad y la existencia de otras políticas tanto o más efectivas para aumentar los ingresos de los trabajadores más pobres. Entre estas últimas, es fundamental el subsidio al ingreso del trabajo propuesto por el Consejo de Trabajo y Equidad que en circunstancias, como las actuales, puede ser un mejor instrumento para lograr mejores ingresos para los hogares más pobres que el salario mínimo.
- Si una política de este tipo redujese sólo a la mitad la brecha que existe entre el empleo del primer quintil y los grupos de mayores recursos, los ingresos autónomos líquidos del 20 por ciento más pobre podrían verse incrementados en cifras cercanas a un 75 por ciento. Es importante, entonces, avanzar en la creación de esta nueva política de modo de ir balanceando mejor los esfuerzos para aumentar los ingresos de los hogares más pobres. Sobre todo, porque el salario mínimo no parece tener demasiado espacio para seguir subiendo de manera importante.
| |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario