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martes, abril 08, 2008

Lecciones desde Argentina para evitar lamentos

un excelente articulo que hay que leer tres veces...y resolver
 
Lecciones desde Argentina para evitar lamentos

Jorge Quiroz
Ph. D. en Economía
U. de Duke.

En días recientes conocimos la conmoción agropecuaria argentina. De un lado vimos a los supermercados desabastecidos. De otro lado, a los productores, de todos los tamaños, en abierta protesta por las políticas económicas de su país. ¿Cuál es la causa de toda esa batahola? ¿Y qué lecciones podemos sacar para nuestro país?

En los últimos años hemos visto un alza significativa de los commodities agrícolas. El precio del trigo subió un 197% entre febrero de 2005 y febrero 2007; en el maíz y la soja, las alzas en el mismo periodo fueron de 170% y 150% respectivamente. Ante eso los agricultores argentinos debiesen estar felices, ya que ese país es un exportador relevante de esos productos. El detalle es que la autoridad argentina declaró, implícita o explícitamente, que prefiere a los consumidores en vez de a los productores.

¿Qué hizo? Puso impuestos a la exportación, en la soja, el trigo y el maíz, de forma que los precios internos de esos productos sean iguales a los internacionales menos el impuesto a la exportación. Como consecuencia si bien los precios internacionales han subido, no ha ocurrido lo mismo con los internos. Todo complementado con otras medidas de intervención, donde destaca la fijación de precios y, recientemente, la prohibición de exportar carne de vacuno.

Si la meta fuesen los consumidores, junto con poner, por ejemplo, impuestos a la exportación de maíz y soja, se debió haber gravado la exportación a la carne de ave. Después de todo nadie consume maíz o soja como tales, sino que convertidos a carne de pollo. Pero éstos no tienen impuesto a la exportación. De ahí que las políticas, más que proteger a los productores, protegen a la industria.

Aún más, a partir de enero se agregaron subsidios directos a las industrias avícolas y molineras, lo que les permite pagar precios aún menores. En definitiva, en el caso de la industria del pollo, por ejemplo, ésta ha terminado pagando precios del maíz y de la soja entre 56% y 71% por debajo de los internacionales, y con esa ventaja exporta. Similar cosa ocurre con la molinería, que está pagando precios del trigo casi 50% por debajo de los internacionales, y usan dicha ventaja para exportar harina a otros países.

No debe sorprender entonces que las exportaciones de pollo argentinas hayan pasado de las 5,1 toneladas, antes de estas políticas, a la sideral cifra actual de 124 mil toneladas. Igual ocurre con la harina que sólo en 2007 aumentó sus exportaciones en más de 50% en comparación con 2006.

La combinación es explosiva: pierden los productores, que solo "ven pasar" los altos precios internacionales; pierden los consumidores, porque la industria, con esos precios, saca todo lo que puede fuera del país como ave y harina, con lo que el mercado local se desabastece. Análogas circunstancias se dan en los lácteos y las carnes. Lo que pocos parecen advertir es que cuando Argentina exporta harina o pollo a precios bajos, está también exportando los efectos de ambas políticas. Así, si llega a Chile harina con un costo 50% más bajo, por el impuesto a la exportación del trigo, la única forma que tiene el molino local de competir sería pagar acá por el trigo lo mismo que paga Argentina. Igual ocurre con el pollo en la cadena ave-maíz. O sea, importar productos a precios distorsionados es importar la política trasandina de precios bajos a productor.

El problema no termina. Con los elevados precios internacionales de los granos, y como en Chile no hay impuestos a la exportación, podría darse incluso el caso que, entrando harina trasandina a valores distorsionadamente bajos, los trigueros chilenos no acepten un precio de los molinos y exporten el trigo, situación que nos dejaría con Argentina como el único proveedor posible de harina. A largo plazo, lo mismo podría incluso pasar con el pollo. Entonces, está claro que no sólo estamos importando la política de precios bajos a productor sino también la política de desabastecimiento del mercado interno, porque depender de Argentina para el consumo de harina o de pollo es como depender de Argentina para la carne, para el gas, para... Usted nombre.

La solución es simple. Las importaciones a precios distorsionados deben ser corregidas preventivamente, esto es antes de que el problema reviente, por medio de derechos anti dumping u otro instrumento similar. Chile ya ha tomado medidas para la harina, pero en el caso del pollo, las solicitudes esperan desde hace casi un año una resolución de la autoridad. Es que en éste, como en otros temas, ¿tenemos que esperar la crisis para reaccionar?

más informacion , pincha aquí

http://blogs.elmercurio.com/revistadelcampo/2008/04/07/lecciones-desde-argentina-para.asp#comments

Consulten, opinen y escriban
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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