SIMPLEMENTE IMPRESENTABLE
Por Juan Pablo Cárdenas
Publicado el 13 Mar 2008
En uno de sus últimos desvaríos, miembros de la clase política buscan legislar a favor del financiamiento fiscal de los partidos Después de lograr recursos del erario nacional para solventar sus campañas electorales, se proponen ahora asegurar el sostenimiento de sus distintas colectividades, iniciativa impresentable en un país en que el Estado paulatinamente ha ido privatizando actividades que otras democracias son celosas en mantener bajo control fiscal. Es cierto que existen países en que los partidos políticos reciben una subvención, pero es indiscutible que se trata de estados ricos y comprometidos, primero que todo, con el financiamiento de la educación, la salud, la movilización colectiva y otros servicios fundamentales. Naciones, por lo demás, que auspician la organización social y la actividad de las más diversas instituciones de carácter científico, cultural, deportivo o altruista. Lo que no sucede aquí.
En la idea de jibarizar la administración pública, resultaría contradictorio que los partidos fueran sostenidos con los recursos de todos los chilenos, más aún si se considera que la militancia política en nuestro país es marginal y, según las encuestas, más de la mitad de los chilenos no reconoce adscripción alguna a las colectividades vigentes. Se argumenta que solventar desde el Estado esta actividad podría contribuir a que las agrupaciones políticas "transparenten" sus actividades, pero este objetivo es muy incierto ante el fracaso completo demostrado en los últimos comicios electorales en que, a todas luces, los candidatos y los partidos vulneraron las leyes y gastaron mucho más de lo asignado. Como debe inferirse de aquellos diputados encauzados judicialmente por desviar recursos públicos a sus campañas y cometer irregularidades en la contabilidad de las mismas.
Si se trata de estimular el compromiso ciudadano, mucho más conveniente sería que en Chile se promulgaran leyes y se asignara recursos para recuperar las organizaciones sociales y procurar la diversidad informativa, pilar fundamental del sufragio libre e informado. Entendemos contradictorio el afán por financiar los partidos desde el Estado para fortalecerlos y alentar la participación política, al tiempo que se legisla para despenalizar la abstención. El mismo sistema electoral consagrado en 18 años de Transición limita la representatividad política y consagra la perpetuación de colectividades de pobrísima raigambre ideológica y muy decreciente respaldo popular.
Se abusaría, asimismo, de la paciencia nacional si de pronto estas colectividades recibieran recursos que se le mezquinan a tantas organizaciones de verdadero bien público. En un país en que los bomberos, por ejemplo, son un voluntariado y debe efectuarse un evento como la Teletón para recaudar el dinero que se necesita para asistir los niños discapacitados. Completamente impropio sería que recibieran subvención fiscal procesos tan poco democráticos, transparentes y participativos como la reciente renovación de la directiva de la Democracia Cristiana, en que se designaron a dedo los integrantes de la mesa sin la más mínima consulta a las bases. Como que con los recursos de todos los chilenos se sostuviera el quehacer de caudillos, operadores y maquinarias políticas, absolutamente extralimitados en sus atribuciones, tanto que le han arrebatado a los gobernantes la facultad constitucional para designar libremente a los ministros, subsecretarios y otros "cargos de confianza". Incluso para removerlos cuando incurren en graves faltas contra la probidad..
Nos parece positivo que desde el Gobierno no se le haya otorgado patrocinio a tan disparatada propuesta y que desde el Parlamento algunos diputados y senadores hayan expresado su rubor ante tal pretensión.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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