¿Dónde está la long tail en política?
Posted: 02 Mar 2008 10:15 AM CST
La long tail, el modelo de Chris Anderson que habla de la estructuración de los mercados en base a una larga cola de una distribución formada por muchos poquitos en lugar de concentrarse en unos pocos best-sellers, es una de las explicaciones más claras de lo que ocurre cuando la oferta y la demanda pasan de una economía basada en la escasez a una basada en la abundancia, de un entorno en el que sólo unos pocos pueden producir, a otro en el que los medios de producción están al alcance de todos.
En la revolución industrial, sólo mediante series largas de producción que reducían los costes unitarios al máximo podían obtenerse las economías que proporcionaban ventajas competitivas. Todo el mundo podía tener un Ford Modelo T de cualquier color, siempre que ese color fuera negro. Intentar satisfacer la demanda de colectivos pequeños era imposible, porque no resultaba económicamente eficiente. Ofrecer al mercado gustos minoritarios fuera del llamado mainstream era imposible, y lo siguió siendo hasta que los consumidores, dotados de herramientas como Internet y los motores de búsqueda, fueron capaces de localizar ellos mismos esas ofertas, en un mercado libre de condicionantes como el espacio de almacén o estantería.
La long tail es una explicación perfecta para el éxito de muchas empresas que la saben explotar, desde Amazon (long tail del retailing) hasta Google (long tail de la publicidad). Sin embargo, hay un ámbito en el que no se refleja: la vida política. ¿Por qué, en un entorno en el que cada vez el best-seller tiene cada vez menos valor, seguimos organizados en torno a muy pocas opciones políticas? ¿Qué evita que, en un entorno en el que el coste aparente de iniciar y dar a conocer una opción política diferente se reduce cada vez más, aparezcan nuevas opciones que compitan con las mainstream de toda la vida? ¿Qué ocurriría en un hipotético Parlamento compuesto por cincuenta partidos diferentes con pocos representantes cada uno, representando lo que muchos grupos de ciudadanos consideran prioritario? ¿Ingobernabilidad absoluta o entorno plural y enriquecedor, con un debate genuino en el que unos podrían cuando menos aspirar a convencer a otros? En la situación actual, en plena campaña electoral, muchas cosas empiezan a parecer absurdas: ¿para qué hacer sondeos, si los votantes se declaran "de uno o de otro" con tantas posibilidades de cambiar de partido como de cambiar de raza? ¿Para qué preguntar quién ganó un debate televisivo, si los que son de un lado van a afirmar que ganó su candidato aunque éste hubiese caído fulminado a los diez segundos de iniciarse el programa? ¿De qué vale tener ciento cuarenta y cuatro diputados a los que pagamos un sueldo si su única función es presionar un botón al unísono? ¿Cómo es posible que el entorno se empobrezca tanto como para que acabemos teniendo candidatos que no durarían diez minutos en la empresa privada, que no hablan siquiera inglés, y que carecen de criterio propio sobre la mayor parte de los temas que legislan?
¿No está la bipolarización política destruyendo la mismísima esencia de la democracia, y convirtiéndola en un juego absurdo de lobbies, marketing, influencias, políticos profesionales, y competencia basada en monopolios? ¿Evita la política "de toda la vida" la aparición de "competencia" mediante requisitos que dificultan el acceso de los ciudadanos a los órganos de gobierno? ¿Por qué razón no surge una long tail en política?
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL DE LA ONU
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