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Tribuna
Viernes 04 de Enero de 2008
Chile duerme siesta

Hernán Larraín
Senador

Días atrás, Eugenio Tironi escribió su columna habitual bajo el nombre de "Siesta", refutando afirmaciones mías que sostenían que Chile dormía una larga siesta, lo que consideraba "infundado e injusto".

En su entusiasmo Tironi sostuvo para contradecirme que Chile era un país "pletórico de actividad" en todos los planos, empresarial, político, legislativo y social, como si el puro movimiento fuese señal de progreso. Su autocomplacencia fue más lejos de lo que habría esperado en un hombre de su sapiencia: llegó a decir que una prueba de la vitalidad que se vivía en nuestro país era, ni más ni menos, ¡el Transantiago!

Parecen necesarias algunas precisiones.

Lo primero que debo aclarar es que el concepto de que Chile duerme siesta no es de mi creación, sino de la Revista América Economía, que tituló "La siesta de Chile" en la portada de su última edición. Luego de analizar diversas cifras, que demuestran cómo Chile ha perdido liderazgo en la región en los últimos años, el articulista concluye que "el país dejó pasar una oportunidad inmejorable para crecer con fuerza y profundizar las reformas", sosteniendo que mientras no cambie el escenario actual (hacia un entorno adverso), "Chile no muestra intención de querer interrumpir su siesta".

Al intervenir en el Consejo para las Américas me hice cargo de esta afirmación, ya que describe el momento que vivimos, agregando antecedentes que acreditan este adormecimiento.

Así, por cuarto año consecutivo, Chile se ubica en la medianía de la tabla del crecimiento económico regional. En diversos rankings internacionales hemos perdido posición en forma ostensible: en el de Competitividad Global caímos 9 puestos. En el del Banco Mundial referido a los mejores países para hacer negocios ("Doing Business") bajamos del 24 al 33. En el ámbito minero, Chile era quinto en el mundo entre las economías destinatarias de inversiones en el rubro, en tanto que el 2006 se ubicó en el undécimo lugar; y mientras el presupuesto regional de este año para exploración creció en un 51%, en Chile sólo aumentó en 20%. Hace tres años nuestro país ocupaba el primer lugar regional como país receptor de inversión extranjera directa. Los últimos datos lo sitúan en el tercer lugar.

Es evidente que Chile languidece, mientras que muchas economías latinoamericanas crecen.

Pero hay más.

La inflación de los últimos 12 meses alcanzó el 7,4%, la más alta en una década, el costo de la luz y el gas -por una mala política energética- superó el 40% de aumento el 2007, la cesantía no cede y el incremento de remuneraciones reales en lo que lleva este gobierno no ha superado el 2,5%. El dólar, moneda clave en una economía exportadora, ha caído por debajo de la línea de los $ 500, amenazando al motor de nuestra economía.

Este último dato no sería tan delicado si Chile hubiese aprovechado los años de bonanza para dar un salto cualitativo en su desarrollo. Por el contrario, seguimos amarrados a la exportación de materias primas, gozando de los buenos precios internacionales de los "commodities" (gracias, China...). Pero muy poco se ha hecho para transformar nuestra economía en una que efectúe cambios profundos a la estrategia de desarrollo. No hemos logrado convertirnos en plataforma de inversiones en América Latina y en el ámbito de los servicios, nuestro balance es negativo. No hay innovación ni nuevas tecnologías que nos permitan superar la fase del mero crecimiento económico. Estamos perdiendo nuestras ventajas y hemos dejado de producir ideas nuevas.

Sin embargo, como en la fábula del rey desnudo, nuestras autoridades creen que estamos bien, encandiladas por la autopublicidad, como si nadie se diera cuenta de lo que ocurre. O quizás, como lo dijera el ministro Francisco Vidal, al explicar porqué el crecimiento no era mayor, es que después de una expansión tan grande en los últimos 18 años "resulta difícil crecer más"...

Éste es el problema: no es Chile, sino quienes nos gobiernan los que ya no pueden más. Están satisfechos, quieren aplausos y dormir siesta.

Dice Eugenio Tironi que esta siesta es muy merecida. Tal vez fuera cierto si acaso ello no significara que millones de chilenos que aún viven en la pobreza deberán seguir esperando. Por ello, confío en que la ciudadanía permitirá gobernar a quienes no vamos a descansar mientras exista un compatriota en la miseria.

Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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