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martes, diciembre 25, 2007

el alcalde rn de gran factura nacional : no a la destrucción y desprestigio de la democracia chilena en el siglo XX

Raúl Torrealba
El año político que se va
 

Raúl Torrealba

Termina otro año y las coaliciones políticas consolidaron sus tendencias divergentes. Las fuerzas centrífugas lamentablemente dominaron la escena concertacionista; la verdad sea dicha, salvo el Partido Radical Socialdemócrata, los otros socios del oficialismo no lograron —ni logran a esta hora— cruzar con éxito las turbulentas aguas que les tenía preparado el 2008.  
 

Primero fue el Partido por la Democracia, el que luego de un prolongado conflicto detonado a propósito de las acusaciones y confesiones del senador Girardi y las facturas utilizadas en su última campaña, terminó con la expulsión de un ex presidente del partido, la renuncia de uno de sus destacados senadores y una cuota no menor de desprestigio institucional para el partido del ex presidente Lagos.

 

Durante este año, los problemas internos también cruzaron al Partido Socialista. En efecto, en la colectividad de la Presidenta Bachelet se ha venido larvando una crisis que ni aun la cercanía del poder ha podido disimular. Las tendencias internas ya simplemente han perdido la paciencia y hasta el respeto: a ratos parece desaparecer el ánimo de mantenerse unidos.

Por último, en el Partido Demócrata Cristiano, el de la candidata presidencial mejor posicionada para el 2009, este año tampoco pasó inadvertido. En efecto, su congreso doctrinario inclinó a la izquierda el rumbo del partido (dando de paso la espalda a la opción de crecer hacia el centro), hubo pugnas increíblemente agresivas entre sus líderes (basta recordar el último round Pizarro–Velasco) y la guinda de la torta: un senador emblemático, ex presidente del partido y líder de una tendencia, pasado al tribunal de disciplina, mientras la directiva del partido pide su expulsión.

 

Como se ve, el 2007 no fue el mejor año de la Concertación; fue en realidad un muy mal año y, aunque para algunos ello pudiese ser motivo de triunfo y alegría, en realidad debe ser causa de preocupación y alerta. No es bueno que las instituciones democráticas entren en estas crisis. Chile no es un laboratorio donde podamos desvincular cada variable de la sociedad: si la política anda mal, el sistema anda mal, los problemas no se solucionan, la inestabilidad golpea a todos y a Chile le va mal.

 

La Alianza, por su parte, consolidó el camino trazado por sus directivas: pacto municipal cerrado, actuación parlamentaria y propositiva conjunta y, en general, se caracterizó por una lógica centrípeta en el año que se va. Año que ya comienza marcado políticamente por ajustes en el gobierno, elecciones municipales y perfilamiento de candidatos presidenciales en los conglomerados partidistas. Es deseable que los partidos políticos entiendan estos acontecimientos como oportunidades para fomentar la cohesión social, perfilar al país adecuadamente al exterior y, en fin, contribuir a mantener las instituciones políticas limpias, fuertes y como sólidos pilares de la gobernabilidad de Chile.

 

Hemos escrito cientos y cientos de páginas de las múltiples culpas de la destrucción y desprestigio de la democracia chilena en el siglo XX y ya es hora de que aboguemos por aprovechar las variadas oportunidades que cada año nos da para hacer justamente lo contrario: sembrar cada uno lo suyo para cosechar todos un futuro más próspero.

Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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