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jueves, agosto 23, 2007

Reforma previsional: Un debate en serio

Reforma previsional: Un debate en serio

Carlos Ominami

 






La Presidenta Michelle Bachelet está buscando romper con un tabú: el carácter inmutable del sistema previsional que emergió de la reforma de 1981.

Lo mejor que ha tenido este sistema es su marketing internacional. En los hechos, es un sistema que ha mostrado serias debilidades en dimensiones fundamentales: baja tasa de cobertura, baja tasa de reemplazo, elevados costos de administración, alto impacto fiscal, fuerte sesgo en contra de las mujeres y, como si fuera poco, ha servido como mecanismo de agudización del proceso de concentración económica. Por esto se requiere una reforma profunda, la que debe ir precedida por un debate en serio, sin descalificaciones, sin presiones y sin amenazas.

El debate que algunos han planteado en los últimos días tiene algo de surrealista. Se dice que hay que impedir el ingreso de los bancos, porque ellos pueden ser un factor de concentración. Presentar este argumento en un sector en donde inicialmente existían 24 administradoras de fondos y hoy no quedan más de seis, de las cuales tres concentran más del 70% de los afiliados, es francamente insostenible.

Lo que se busca con esto, y quiero decirlo con todas sus letras, es mantener el oligopolio tal cual ha llegado a constituirse, cerrándoles el acceso a nuevos entrantes. Es evidente que no cualquiera puede competir en un mercado donde las escalas de operación funcionan como fuertes barreras a la entrada. De allí la importancia de que puedan ingresar los bancos y las compañías de seguros.

Por lo demás, la posibilidad del ingreso de todos los bancos no hace sino corregir una discriminación que existe en contra de los bancos nacionales: con los resguardos necesarios para evitar la licuación del ahorro previsional y las ventas atadas, esta industria es la principal de que se dispone para incentivar la competencia.

Una cuestión central es la posibilidad de que el BancoEstado sea parte del sistema. Si la sociedad chilena ha aceptado que exista un banco público en el mercado bancario, con mayor razón debiera aceptar un actor público en el sistema previsional. Hay que tener cuidado, sin embargo, en no caer en la trampa que consiste en que, para evitar que el Estado entre a participar con aquello que puede efectivamente generar competencia -que es el BancoEstado-, algunos se estarían abriendo a la idea genérica de una AFP estatal. Esta apertura es inconducente porque, imposibilitado de movilizar los activos de que dispone el BancoEstado, el sector público tendrá muy poco que hacer en el funcionamiento de esta industria.

Miles de trabajadores independientes que tienen sus cuentas de ahorros en el BancoEstado, mediando un buen incentivo, podrían transformar sus cuentas de ahorro voluntaria en cuentas de ahorro previsional. Este incentivo, que debiera estar abierto naturalmente para todos los bancos, puede ser particularmente útil en el caso del BancoEstado justamente por su cobertura y por el nivel de confianza que históricamente los chilenos han demostrado en esta institución.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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