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viernes, febrero 16, 2007

partidos politicos

Ideas y partidos politicos

Los debates internos de los grupos están dirigidos casi en exclusiva a obtener cuotas de poder

Rodrigo González Fernández, director de parpolitic.blogspot.com  ha señalado: Este es un trabajo que el 16/02/2007 MARIO Bango desarrolla en la voz de asturias http://www.lavozdeasturias.com/noticias/noticia.asp?pkid=323955 y que comparto con ustedes ya que su contenido es universsal y viene muy bien a los partidos politicos de chile y sudamerica . En Chile luego de la crisis de corrupción y problemas en el partidos de gobierno PPD confirma lo expresado por Mario Bango

En contra de lo que dan a entender, los partidos políticos lejos de ser unas organizaciones democráticas, abiertas, flexibles, ágiles, veraces y vivamente interesadas en el progreso de la humanidad suelen comportarse más bien como grupúsculos cerrados, en los que el debate lo suscita el poder y no las ideas, se mueven como mastodontes, tardan en digerir los errores y las críticas, mienten y, en todo caso, se escabullen todo lo que pueden de sus responsabilidades para atribuirlas a su rival. Pero les salvan dos o tres principios: uno es que una buena parte de la población tiene arraigadas unas creencias ideológicas que solo excepcionalmente cambia, de modo que las siglas que supuestamente representan esos ideales cuentan de mano con un amplísimo número de votantes con independencia de todo lo demás; otro que los líderes carismáticos con ideas muy sencillas pero fácilmente defendibles e identificables aportan un caudal añadido de votos y de respuestas favorables que identifican a una buena parte de la población; un tercero la capacidad de utilización del poder que acumulan ya sea de carácter nacional, autonómico o local que les permite extender su influencia en el entorno económico y social gracias a los presupuestos y los boletines oficiales.

Con   ese panorama, lo extraño es que todavía existan almas cándidas que con entusiasmo juvenil abracen las propuestas y los programas que proponen los partidos. Hoy cada día son más los afiliados interesados que buscan promoción personal o profesional que los que apoyan las ideas con independencia de que la afiliación acarree cargos de algún tipo. Tan es así que con frecuencia se ven casos de militantes que cambian de partido con el único y saludable fin de seguir protegidos del frío exterior en cómodos sillones municipales, parlamentarios o del tipo que sean. Cuando no hay más trabajo que la vida política hay que colocarse siempre bien.

Los debates internos, como bien saben los asturianos que hayan seguido más o menos de cerca la evolución de PSOE, PP, IU e incluso el PAS-URAS, están dirigidos casi en exclusiva a obtener cuotas de poder. Las ideas son solo una herramienta para zaherir, no un elemento constructivo sobre el que articular un discurso. En ese sentido los cambios y las componendas que hemos visto a lo largo de estas tres décadas de democracia costaría digerirlos si no fuese que tenemos unas tragaderas enormes. Las traiciones a las que hemos dado cobertura con naturalidad llenarían un diccionario. Y todo sigue igual.

LOS PARTIDOS, pues, se comportan como cajas de resonancia mayúsculas que en España han divido en dos sectores irreductibles a los acomplejados y miedosos medios informativos y partir de ahí construyen la versión del universo que más les interesa. La realidad es que, con muy honrosas excepciones, son meras estructuras defensivas. Las ejecutivas y los órganos de dirección de todas las formaciones están pensadas para tapar vías de agua, para responder al rival, para evitar escándalos, para compensar de manera poco clara el exceso de gasto, para, en definitiva, actuar como escudos y no como lanzaderas.

De hecho es costumbre que las pocas ideas sustanciales que aportan al debate las suelen encargar fuera a teóricos afines que de vez en cuando las airean a bombo y platillos y antes de que mueran muy rápido sepultadas por la carga de hipocresía y de cinismo organizado.

En ese contexto hay que situar el crispado debate político español. Como suele ocurrirnos cada día en nuestro trabajo o en cualquier otra actividad personal cuánto más acomplejado, incapaz, insolvente y limitado es el encargado del negociado, la sección o la empresa más agresivo, chulo y montaraz se vuelve cuando se encuentra con alguna resistencia cabal y sensata o cree que puede perder el control de la situación o la canonjía. Y entonces presiona, pelea, pisa, arrebata, trampea y hace lo que sea con tal de permanecer y de defenderse.

SI EN EL CAMINOtiene que llevarse por delante la equidad, la justicia y lo que sea, no le importa. De ahí ha nacido lo que se llama mobbing en el plano laboral y presión indecente en el político.

A quien soporta es situación le caben dos salidas. Aguantar el temporal con buena cara siguiendo el principio cristiano de ofrecer la otra mejilla o entrar en la disputa con muchas posibilidades de enzarzarse en disputas que suelen desembocar en litigios interminables ante estructuras de poder que tienden a la impermeabilidad, ayudadas con recusaciones judiciales o con cualquier otro subterfugio. Solo en ocasiones muy especiales, casi siempre en películas, el villano queda retratado ante los demás. En política nunca, el que se queda con las siglas es el amo.

Lo frecuente es que ante tanto desprecio el humillado reaccione. Si uno manipula y aprieta hasta el fondo, por mucho que aguante quien lo soporta terminarán por saltar chispas. O por responder ojo por ojo, diente por diente.

PUEDE QUE SEAeso lo que ha hecho el gobierno al elegir a un ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, junto después de que, bajo una monumental presión, el Tribunal Constitucional recusase al catedrático Pablo Pérez Tremps para desesperación de sus colegas universitarios y juristas. Las conductas partidarias son así de burdas cuando se acaban los argumentos y el rival se muestra tan descaradamente innoble y sectario.

*Periodista

Saludos cordiales
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
Renato Sánchez 3586 dep 10
Santiago, Chile

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