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sábado, marzo 12, 2016

HAY QUIENES PRETENDEN REVIVIR LA CONSTITUCIÓN DE 1925

Revivir la Constitución de 1925

Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: PolíticaHistoria
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Cosa curiosa ésta la de querer revivir un texto constitucional de hace 90 años –el de 1925– o en el mejor de los casos, de hace 45 años –la versión 1971 de la Constitución del 25.

Estudié Derecho constitucional justamente en 1971 con el texto que incorporaba las modificaciones realizadas a la Carta del 25 hasta el 16 de julio de 1971. Tengo en mi poder el ejemplar de Editorial Nascimento, papel amarillo, letra chica, tapa blanda, encuadernación precaria, (como el Chile de la época) con el que seguía las clases.

Para el historiador del derecho, mi especialidad, no es de suyo repugnante que alguien quiera hacer revivir un texto derogado. En nuestra disciplina hay por definición un gran respeto a las mejores de las normas, se hayan promulgado en el siglo VII bajo Recesvinto, en el XIII bajo Alfonso X o en el XX bajo el Kaiser Guillermo II. Por eso, cuando nos dicen momios o fachos por una explicación que alaba un texto muy antiguo o muy fundante, sonreímos y simplemente pensamos: bien, esa persona no entiende nada.

Y por esa misma, razón, valoramos también negativamente aquellas normativas que desde su texto y por la práctica de las instituciones que establecían, permitieron un deterioro político o sirvieron de marco a una gran crisis. No le adjudicamos a la norma la capacidad completa de dejar el espanto –suficiente hemos estudiado sobre otras dimensiones: las ideologías y las mentalidades– pero tampoco las eximimos de su responsabilidad en las grandes crisis.

La Constitución de 1925 estuvo vigente completa hasta el 10 de septiembre de 1973 y fue justamente bajo su ordenamiento que Allende y su gente pudieron desarrollar el proyecto pre totalitario que conmovió a Chile.

Resulta al menos sospechoso que los progresistas, siempre partidarios de ir concretando novedades casi inimaginables, esta vez estén proponiendo, aunque sea mediante lo que llaman "una regla por defecto", la revivencia de un texto tan reconocidamente co–causante de nuestra crisis.

Y, por si fuera poco y por cierto da para otra reflexión completa, un texto que no incluye un reconocimiento explícito a la dignidad y libertad de la persona, que no consagra el derecho de los padres como primeros educadores, que no establece el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, que no regula la autonomía del Banco Central, que no establece el recurso de protección, que consagra un Tribunal Constitucional de poca monta y que minimiza el papel de las Fuerzas Armadas. Y tantos otros defectos más.

¿Revivir la Constitución de 1925 (1971)? Carencia de conocimientos históricos, estrategia sutil o dependencia de la ideología. No hay más.


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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QUE IMPORTANTE SON LOS FILOSOFOS Y LA FILOSOFIA EN CUALQUIER POLITICA PÚBLICA

EL DIARIO LA TERCERA  NOS DELEITA CON FOLOSOFOS 

En busca de los filósofos

Eran los grandes pensadores del mundo antiguo. Los que se dedican a las preguntas fundamentales, las que realmente importan. Pero hoy los filósofos chilenos más bien brillan por su ausencia en un país donde se debate desde el modelo de desarrollo hasta cómo educamos a los niños. A poco más de un año de la muerte de Humberto Giannini, fuimos a preguntarles a las nuevas generaciones por qué están tan callados.

Tania Opazo y Angélica Bulnes12 de marzo del 2016 / 00:29 Hrs

Juan Manuel Garrido: 

"Nunca en Chile habíamos necesitado tantos filósofos"

Doctor en filosofía por la Université Marc Bloch de Strasbourg, a sus 42 años se desempeña como director del doctorado de la Universidad Alberto Hurtado. Especialista en filosofía moderna y contemporánea, estudia a Kant, fenomenología y desconstrucción.

¿Qué rol tiene la filosofía en el contexto actual?

Es paradójico porque, por una parte, la filosofía parece ser un lujo intelectual y por otra, si tú te fijas históricamente, está casi siempre asociada a momentos de crisis o poscrisis. La Primera Guerra Mundial, la Segunda, el periodo de entre guerras, son momentos de gran efervescencia intelectual filosófica. Frente a la pérdida de evidencia y la necesidad de buscar un lenguaje que te permita pensar nuevamente lo que te rodea, el quehacer filosófico se hace protagónico. 

¿Chile está pasando por una crisis? 

Tengo la idea de que Chile, en el fondo, ha dado un paso hacia adelante y no hacia atrás. De que efectivamente hay una clase más constituida, que hay acceso a los bienes públicos, a la educación y que eso mismo ha generado una mayor demanda, justificada, por reconocer los clásicos abusos y contradicciones latinoamericanas. En Chile no hay una época de oro que idealizar, pero si tú miras la prensa de Francia, hay una nostalgia constante, incluso en Alemania, que es tan exitosa, pasa lo mismo, lo que de hecho es un poquito preocupante. Lo que me gusta de la situación de Chile es que, como no hay un pasado al que mirar, hay una demanda y hambre de futuro y de participar de ese futuro. El descontento se disfraza de crisis, lo que no necesariamente es sano para el debate público, porque este tiene cosas buenas y malas. Del descontento viene el hambre de futuro, que es la única manera de que haya uno mejor.

Sin embargo, aquí la filosofía no parece estar muy presente en el debate público.

Por eso uno espera que se forme a los ciudadanos en la filosofía, para que justamente desarrollen ese tipo de capacidades, que sin duda hacen falta. En algún momento todos necesitamos tener la habilidad de preguntarnos, por ejemplo, por qué presuponemos que el crecimiento es bueno sin que suene como una pregunta estúpida. Ahí necesitamos el lenguaje y el razonamiento, para cuestionar los supuestos con que operamos. Esta no es una necesidad exclusivamente de los filósofos. Es tremendo cuánto nos hace falta disponer de estas habilidades reflexivas, críticas, que no son genéticas, sino culturales. Nunca en Chile habíamos necesitado tantos filósofos, nunca habíamos necesitado tanta filosofía, la que está en una situación precaria en los colegios.

 

Francisco De Lara: 

"Hay un cierto desprecio por  hablar de los temas que se debaten públicamente"

Este español de 41 años vive hace seis años y medio en Chile y actualmente es académico en la Universidad Católica. Doctorado en Alemania con una tesis sobre la filosofía de Heidegger, sus áreas de especialización son la fenomenología y la hermenéutica, además de la Escuela de Frankfurt, que le interesa especialmente porque "son pensadores que abogan por una función pública y crítica de la filosofía".

 

¿En qué posición ves hoy a la filosofía?

Noto que se está enclaustrando cada vez más y se vuelve una cosa muy de círculo de especialistas, con ciertas pretensiones elitistas. Con esto se va cerrando a la posibilidad de participar en el debate público y de tocar temas de interés para todos los ciudadanos. Ser especialista te quita mucha espontaneidad, libertad y capacidad de pensar. Aprendes a trabajar de una manera técnica, pero eso no te da para ser original.

¿La filosofía se ha alejado de su raíz?

Absolutamente. La filosofía tendía a hacer dos cosas: investigar buscando las posibilidades de conocimiento sobre los asuntos más elevados, pero por otro lado, y de la mano de eso, había un trabajo que implicaba posicionarse dentro de la sociedad para generar un cambio. Lo que era también una forma de vida. Tanto la dimensión personal, como la dimensión comunitaria, política y de planteamiento de problemas, y no meramente de participar de debates técnicos, prácticamente se ha perdido. 

¿Cómo puede el filósofo insertarse en el debate público?

Renunciando a la pedantería. La verdad es que la filosofía, incluso la más complicada, con más o menos esfuerzo, se puede explicar de tal modo que una persona interesada la entienda. Y ahí me remito al más fundador y a la vez pedestre de los filósofos, que es Sócrates, que desde luego no exhibía ningún saber y se expresaba en términos populares, porque trataba justamente de llegar a algo. Pero hay un cierto desprecio por hablar de los temas que se debaten públicamente. Por ejemplo, la educación. Es mucho más difícil hablar de educación, porque está lleno de discursos al respecto. Pero eso es miedo al ridículo.

¿Qué trabas hay para lograrlo?

La poca gente que, por ejemplo, escribe en los medios de comunicación se anota en una dirección, y falta gente que escriba para hacer pensar, incluso los presupuestos que damos por sentados en los debates. Por lo menos yo veo los diarios cada día y no encuentro eso. Por otro lado, hay mucha autocensura, a menos que lo hagas en la línea editorial de la institución donde trabajas. Y eso es lobby, lobby intelectual, pero lobby.

¿Cuál es tu propuesta?

No caer en un modelo que impida cualquier posibilidad de aplicar la filosofía a cuestiones más actuales, que tienen que ver con los problemas que se están haciendo visibles no sólo en Chile. Cuestiones no sólo políticas, sino artísticas, económicas, técnicas, de formas de vida. O sea que si te vas a especializar en un tema, pensar de qué forma le vas a hablar a las personas que no son, ni tienen por qué ser, especialistas en tu tema. 

¿Están los filósofos chilenos preparados para eso?

Los profesores antiguos, que aquí ahora son despreciados ya que dicen que no publicaban, tenían algo muy bueno: tiempo. Vivían en un ir madurando las cosas. Un Humberto Giannini no se entendería sin eso. Y habrá alguien que diga "bueno, pero Giannini no es un ultra especialista". A mí me parece una figura interesantísima justamente por eso. Porque no basta con ser "especialista", esa no es nuestra tarea, sino intentar pensar y decir algo relevante, plantear cosas que tengan que ver con nuestro mundo y no meramente con nuestro objeto de investigación. El día que los que critican a Giannini escriban un libro que tenga el impacto de Breve historia de la filosofía, hablamos. No puedes mirar con desprecio cosas que jamás vas a lograr hacer. Porque él pudo hacer lo que tú haces, pero tú no vas a hacer lo que hizo él.

Hugo Herrera:

"Todo lo que vale la pena, al final es inútil"

Este abogado de 42 años es doctor en filosofía de la Universidad de Wurzburgo y dirige el Instituto de Humanidades de la Universidad Diego Portales. En sus libros y columnas en La Segunda o El Mostrador ha desarrollado una reflexión sobre la crisis intelectual de la derecha chilena y ha criticado la poca preocupación por el "mundo del pensamiento" que hay en ese sector.

 

¿Es posible compatibilizar la filosofía desde la academia y la vida pública?

Es importante que se haga. A mí hacerlo me permite pensar, por ejemplo, que el gran problema que tiene Chile uno lo puede llevar a una hermenéutica política: lo que falta es capacidad de comprensión de las élites respecto de la situación del país y sus peculiaridades. Tenemos un sistema que tiene muchas reglas y está bien, hay una institucionalidad política y económica, pero uno ve que esas reglas son como de otra época. Y el pueblo cambió producto de esas mismas reglas, entonces lo que falta es que el sistema político se vuelque a comprender la situación, que piense en distribuir mejor el poder político, económico… Ahí falta algo, que es fácil iluminarlo desde la filosofía.

¿Cómo se hace eso?

Ojalá los parlamentarios tuvieran algún intercambio con personas que vienen más del mundo académico, del mundo de la teoría política, porque eso permitiría llegar a una comprensión más sofisticada de la situación. Tendrían más herramientas. Pero a los políticos es muy complicado sacarlos del día a día. En otros países este déficit del sistema político se trata de solucionar por la vía de financiar centros de estudio. En Alemania, dentro de los aportes estatales a los partidos, una parte importante va al financiamiento de centros de estudio en los que realmente hay investigadores, o sea, son mucho más parecidos al CEP que a los centros que tenemos por montones en los partidos políticos y que son muy frágiles.

 ¿Para qué le sirve la filosofía al ciudadano común?

Te da herramientas para comprender mejor tu situación existencial, por decirlo así. Suena pretencioso, pero algo tan simple como reflexionar sobre conceptos como la nada, el ser, la moral, qué son los valores, si se justifica o no la democracia, todo ese tipo de preguntas son muy concretas al final y te ayudan, aunque no signifique que uno se vaya a transformar en un especialista en filosofía. Son herramientas. Dicen que la filosofía es inútil, pero las matemáticas, a cierto nivel, también son inútiles para la gran mayoría. Todo lo que vale la pena, al final, es inútil.

¿Crees que la gente entiende la importancia de esto que me dices? 

Siempre seremos afectados por el destino de las unidades políticas en que vivimos. La ruina o el esplendor de Chile nos afecta a cada uno de nosotros y en ese sentido tiene razón Aristóteles cuando entiende que aquel al que no le interesan los asuntos públicos no está a la altura de su condición humana, por decirlo así. Ahora, pareciera que el país se está repolitizando, porque hay un desajuste entre el pueblo y su institucionalidad. Hay un choque.

 

Max Colodro:

"Me parece inconcebible ser filósofo en Chile hoy y no tener una posición sobre los cambios que estamos viviendo" 

No es un filósofo que siguió el camino de la academia. Le empezó a interesar esta disciplina en su adolescencia cuando militaba en el PC y leía autores como Marx y Hegel. Pero luego estudió sociología y más tarde hizo un doctorado en filosofía. Con 47 años, tiene cuatro libros que abordan temas desde esa perspectiva y trabaja en la Universidad Adolfo Ibáñez, pero al mismo tiempo dedica buena parte de su tiempo a hacer análisis políticos en los medios y es columnista regular de La Tercera.

 

Cuando escribes columnas o das entrevistas, ¿lo haces desde la filosofía?

Sin duda. Mi aproximación a la política y mi manera de entenderla, el esquema que he construido para analizarla, tiene una base filosófica que he trabajado mucho. Está muy explícita en mi manera de ver las cosas, no estoy escindido entre el analista político y el filósofo.

¿Pensaste en seguir una carrera académica, más orientada a publicaciones especializadas?

Nunca me interesó, no me gusta el encierro. Me da la sensación de que estás desvinculado del mundo público, de lo que pasa en tu país. Prefería hacer libros que estuvieran en una librería y no en los journals que leen sólo los iniciados. Y esa sigue siendo mi opción hasta ahora.

¿Qué es lo que te interesa de la filosofía?

La conexión entre la reflexión más ontológica, es decir, la de sobre qué es la realidad, cómo funciona la sociedad, la relación entre lenguaje y el mundo en que vive la gente y la política. Nuestra concepción más profunda sobre las cosas también se expresa en nuestra vida cotidiana y sobre todo en el espacio público y la política, que es lo que a mí más me interesa. Pero pienso que esa conexión termina por perderse en el mundo académico y realmente me parece inconcebible ser filósofo en Chile hoy y no tener una posición sobre los cambios culturales y políticos que estamos viviendo. 

¿Y cuáles son los temas que te preocupan hoy? 

Que la sociedad y el mundo viven una crisis profunda. Tiene que ver con eso que a comienzos de los 90 se llamó la crisis de la modernidad y sus consecuencias. Se relaciona con la caída de una determinada manera de entender al Estado, a la sociedad civil, la comunicación,  la participación. La tecnología está jugando un rol muy importante en eso. Una de las paradojas del mundo posmoderno es que ha habido un desarrollo extraordinario de las tecnologías de la comunicación, pero al mismo tiempo pareciera que nunca nos habíamos sentido más solos. Ese tipo de reflexiones finalmente tienen que ver con algo más filosófico. Comprender el rol de la comunicación y el lenguaje tiene que ver con la crisis política que vive Chile, con la rabia y la frustración, la sensación de desconexión con las élites, con el poder, con la política. 

¿Por qué crees que no hay más filósofos en el debate? 

Se han recluido en una lógica académica que los ha convertido en especialistas que cultivan una disciplina para iniciados con un lenguaje cada vez más hermético. Eso le ha hecho mucho daño a la filosofía. 

¿Pero qué lugar se le da a la filosofía en Chile? 

Se le da un espacio muy pequeño, pero precisamente porque la filosofía no es capaz de reivindicar un rol en la sociedad.

¿Quiénes te llaman la atención aquí en el ámbito de la filosofía?

Hay gente que ha hecho grandes aportes, como Humberto Giannini, quien ya murió; Roberto Torretti, Carla Cordua, Pablo Oyarzún. Pero me gustaría que ellos participaran más en el debate. Serían un gran aporte dando opiniones sobre el cambio constitucional, sobre si debe o no eliminarse el Estado subsidiario, sobre educación. El país se los pierde.

 

Lorena Herrera: 

"La filosofía no tiene que ver con los años, sino que con una experiencia de indagación y asombro"

Tiene 36 años y es miembro de la Comunidad de indagación en Filosofía e Infancia (CIFICH) de la Universidad de Chile. Además estudió dramaturgia con Juan Radrigán y su obra Expediente Godoy, país de la ausencia, que rescata la faceta política de Gabriela Mistral, fue ganadora del Festival Exit 2014.

¿Cómo mezclas la dramaturgia y la educación con la filosofía?

Tanto en el trabajo que hago con niños como en mi dramaturgia hay una propuesta filosófica que busca acercarse a la gente. Creo que un gran error que comete la filosofía académica es pensar en ciertas cosas dejando fuera a sus protagonistas, algo que Hannah Arendt criticaba. Este es un legado que no se debe perder de Humberto Giannini, porque él lograba conectar la filosofía con lo latinoamericano y lo cotidiano. 

¿Por qué te dedicaste a la relación entre filosofía e infancia?

La etimología de filosofía es "amor al saber", pero antes, el saber se entendía como sabor, algo que nunca te recalcan mucho en la escuela, que está más pendiente a la razón. Entonces aprender es como de un saboreo de la vida y todos queremos sabor en nuestras vidas. El problema es que hoy los niños entran a la escuela hambrientos por aprender, pero en cuarto medio están contando los días para dejar de involucrarse con el conocimiento, porque lo sienten como una cadena perpetua. Eso es un producto cultural de cómo entiendo yo el saber. Algunos dicen que un niño no puede hacer filosofía, pero quienes estudiamos este ámbito creemos que la filosofía no tiene que ver con los años, sino que con una experiencia de indagación y asombro. Después de cierta edad, el sistema cultural le dice al niño "tú tienes que madurar y razonar". 

¿Cómo podemos motivar el aprendizaje de la filosofía en los niños?

Los niños y las niñas nacen interesados por el saber, es parte de la naturaleza humana. El problema se produce cuando por un tema cultural dejan de pensar y sólo razonan, o sea se deja de lado la imaginación y sólo se da lugar al código. Recuperar ese gusto por el saber se logra tratándolos como las personas que son, dialogando, como diría Giannini, y creando junto a ellos.

Francisco Pereira:

"No hay políticas públicas claras que se orienten al desarrollo de la filosofía"

No parece filósofo sino que músico, pero tiene un doctorado en el King's College London y es académico a tiempo completo en la Universidad Alberto Hurtado. Tiene 41 años, le obsesiona el pensamiento del escocés del siglo XVIII David Hume y se ha especializado en la filosofía que trata de entender cómo funciona la mente humana y sus manifestaciones, como las creencias o las emociones. También "encuentro fascinante preguntarse desde una perspectiva filosófica cuál es la naturaleza de nuestras percepciones".

 

¿Cuál crees tú que es el aporte de la filosofía?

Es de suma importancia, especialmente en una cultura ágil, fugaz y fragmentaria como la actual. Los matemáticos realizan demostraciones utilizando números, pero no se preguntan si realmente existen los números. Votamos en una elección, sin embargo, normalmente no nos cuestionamos acerca de los fundamentos de ese comportamiento o no nos planteamos un escenario en el que simplemente esto no sea valorado. Muchos somos capaces de apreciar la belleza de un cuadro o el colorido de un atardecer invernal, pero nunca analizamos si la belleza es  algo objetivo e independiente de nuestros paradigmas culturales. La filosofía remueve los cimientos que están a la base de muchos de los supuestos con los que operan otras disciplinas o bajo los cuales parecen fundarse muchas de las prácticas sociales habituales. 

¿Por qué en Chile los filósofos no están en la discusión pública?

La respuesta no es fácil. Evidentemente hay temas filosóficos que sin duda se alejan de los debates de interés público debido a su naturaleza más abstracta o técnica, pero no menos importante. Además de eso se me ocurren rápidamente tres consideraciones. La más trivial es que la masa crítica de filósofos no es comparable con el número de investigadores de otras áreas en las cuales el desarrollo y el financiamiento es más palpable. No hay políticas públicas claras que se orienten al desarrollo de la filosofía. Segundo, en Chile los centros de estudio filosóficos normalmente están vinculados de forma directa o indirecta a proyectos institucionales específicos, por ejemplo, de carácter político o religioso. Lamentablemente muchos de ellos (hay excepciones ciertamente) no comprenden la importancia de la libertad de cátedra y creo que esto en ocasiones se traduce en mecanismos de presión o de censura (explícita o tácita) que hacen que los académicos no se expongan públicamente. En tercer lugar, las compañías y gerencias chilenas son extremadamente conservadoras y aún no integran a sus filas a filósofos que estoy seguro contribuirían a la creación de proyectos e ideas. Aquí no abundan los innovadores. Aparte de todo eso, su lenguaje especializado y sus tiempos muchas veces impiden que los filósofos participen del debate por falta de tiempo, comodidad, inseguridad a la hora de someterse a la reacción de la comunidad o simplemente falta de interés en las "distracciones" de la contingencia. Espero que todo esto cambie y se abran nuevas puertas.

¿Cómo ves el futuro de la filosofía en Chile? 

La veo más participativa y dialogante con otras disciplinas. Al menos así me gustaría que fuera. También espero que su estudio conserve su integridad académica, pero que al mismo tiempo logre integrarse en el mundo privado y en la gestión de políticas públicas. Creo que los filósofos tienen mucho que aportar ahí. Por último, espero algún día (aunque esto parece utópico) logre ser apreciada y reconocida por los diversos organismos e instituciones que financian la investigación con recursos públicos y que sus cultores sean valorados con remuneraciones decentes.

¿Hay algún filósofo nacional que quieras destacar?

En Chile hay filósofos de diversas tradiciones que han realizado un trabajo interesante. Destaco al recientemente fallecido Alfonso Gómez-Lobo, a Pablo Oyarzún y a Roberto Torretti. Todos ellos sin duda han formado escuela. Por otra parte, hay filósofos con mayor impacto mediático fundamentalmente por el importante rol político que jugaron, por ejemplo, durante la dictadura de Pinochet, pero no particularmente por su obra. 

También hay muchos jóvenes que están cursando sus estudios de doctorado afuera. Espero vuelvan y ayuden a renovar el ambiente. Algo así hemos intentado hacer junto a otros colegas (José Tomás Alvarado, Eduardo Fermandois, Julio Torres, Wilfredo Quezada, Miguel Orellana, etc.) al fundar la Sociedad Chilena de Filosofía Analítica, con la que creo que hemos realizado un aporte modesto, pero importante visibilizando a Chile en la escena internacional y organizando conferencias.

Benjamín Ugalde:

"Los filósofos hoy tenemos mucha menos influencia que los antiguos"

Este filósofo de 34 años trabaja en la Universidad de Chile y se ha especializado en filosofía antigua. Le ha dedicado parte importante de su trabajo a los sofistas, pensadores griegos que vivieron en el siglo V a. de C. y enseñaban retórica y persuasión para triunfar en política, pero también fueron acusados de charlatanes.

¿Por qué estudiar filosofía griega?

Me quedé con ellos porque representan el origen y la simpleza del pensamiento, pero al mismo tiempo la profundidad. Eso de que para ser profundo hay que ser complicado y complejo es una cuestión moderna y contemporánea. Los antiguos son simples, pero profundos. 

¿Cuál es la utilidad de la filosofía hoy?

La filosofía no es una llave mágica. No te va a decir, "ya, ahora tenemos todas las respuestas". Al contrario, lo que va a hacer es plantearte preguntas. A los medios, a los políticos y a los tecnócratas eso no les gusta mucho. Los tecnócratas dirán que buscan respuestas, soluciones a los problemas reales de la gente. Puras pamplinas. Lo que la filosofía puede aportar es que tú te preguntes y se te abra un abanico de posibilidades para tomar mejores decisiones. Finalmente estamos condenados por la tragedia humana a tener que decidir y elegir. Y probablemente es mejor hacerlo con una mente más amplia y crítica que se cuestiona, con una cuota razonable de escepticismo, respecto de las posibilidades. Eso es lo que aporta la filosofía. Pero en general las personas quieren a alguien que les diga lo que tienen que hacer y la filosofía te dice lo que puedes hacer. 

¿Eso deja a la filosofía un poco arrinconada?

Es cierto que esto ha mermado el ámbito donde la filosofía tiene impacto, los filósofos hoy tenemos mucha menos influencia que los antiguos. Pero si no hubiera sido por Demócrito, Leucipo, los atomistas, probablemente ni siquiera habría existido un Newton. Todo es parte de un proceso histórico. De hecho, cuando las ciencias intentan pasar a algo más amplio, empiezan a parecerse a la filosofía. Ejemplo de esto son científicos como Humberto Maturana y Stephen Hawking.

 

Sandra Baquedano: 

"La filosofía puede ayudar a cambiar la manera de ver esa realidad"

Hizo su doctorado en la Universidad de Leipzig, en Alemania, y hoy es coordinadora del magíster en filosofía de la Universidad de Chile. A sus 36 años, uno de sus temas principales es la filosofía ambiental y los desafíos de esta en el mundo contemporáneo; por lo mismo, fue parte del grupo de observadores de la delegación chilena durante la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático que se realizó a fines del año pasado en París.

 

¿Cuál crees que es el aporte de la filosofía ahora?

En una sociedad como la nuestra, asolada por profundas inequidades sociales y donde reina el egoísmo que en general nos caracteriza a casi todos los seres humanos, la filosofía es esencial. No es malo una sociedad más indignada y crítica frente a la injusticia, el problema es que tendemos además a ser individualistas e irreflexivos, y el resultado de esta ecuación es lamentable. Lo ideal sería no quedarse en la rabia. Errar es humano. Somos una biografía de errores, pero ciertas cosmovisiones filosóficas pueden ayudar a salir de ese estado.

¿Cómo se relaciona todo eso con tu trabajo en filosofía ambiental?

Lo que hago está muy relacionado con los grandes problemas que marcarán el siglo XXI, pero es algo que no tiene ningún valor a los ojos de la ideología extractivista imperante. La superpoblación, el cambio climático, la extinción masiva de especies, la contaminación, el ecocidio o la sobrecarga son los problemas del futuro. Para las generaciones actuales y venideras se vislumbra un panorama bastante oscuro.

¿Y cuál es el aporte concreto de la filosofía en ese contexto?

La filosofía puede ayudar a cambiar la manera de ver la realidad, permitiendo acceder a otro estado de conciencia, donde miras al otro y a ti mismo de manera distinta. La compasión es importante. No me refiero a una lástima, sino a una visión más profunda de los fenómenos, una asimilación sobre la debilidad común y secreta que nos une a todos, pero que en cada cual se va manifestando de un modo distinto.

Fuiste miembro observador en la última conferencia de París sobre cambio climático ¿Qué conclusiones sacaste?

Es un acuerdo no vinculante, donde se festejan promesas y compromisos sin obligaciones concretas. Las futuras guerras serán por el control de elementos tan básicos como el agua. Esto es como el cáncer, la gente se dará cuenta de su gravedad cuando ya estén desatados los síntomas, entonces será demasiado tarde para combatirlo. Será una lucha contra metástasislocales: sequías, inundaciones, todo para prolongar la vida o la calidad de los pueblos y sociedades más afectadas.

Fuenteurl http://fw.to/guznO4c

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Rodrigo González Fernández
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viernes, marzo 11, 2016

TERRORIASMO:Incidente entre Carabineros e INDH en camino de Tirúa

En acceso a fundo de Mininco:

Incidente entre Carabineros e INDH en camino de Tirúa

viernes, 11 de marzo de 2016

Lilian Olivares
Nacional
El Mercurio

Directora regional del organismo dice que no andaba con encapuchados.
 


Una tensa situación entre funcionarios de Carabineros y una comunidad mapuche ocurrió anteayer en un sector que está ubicado en la zona del conflicto, en la ruta Tirúa-Lumaco, donde se vio involucrada la directora regional del Instituto Nacional de Derechos Humanos, abogada Carola Chang.

Según personas que estaban en el lugar, cerca de las 18:30 horas llegó hasta el fundo "Choque", de la Forestal Mininco, una caravana de vehículos, cuya marcha fue detenida en el control de acceso por el Grupo de Operaciones Policiales Especiales de Carabineros, que se encuentra instalado ahí como medida de protección permanente.

La policía detuvo la marcha de esta caravana que constaba de unos 20 vehículos. Entre ellos, dos camionetas con el logo del Instituto Nacional de Derechos Humanos. De estas últimas descendieron una mujer y tres hombres, quienes consultaron el motivo del control de acceso. En un diálogo que se habría extendido por unos 20 minutos, los carabineros fueron rodeados por los acompañantes de la gente del INDH, que era liderada por la directora regional, abogada Carolina Chang. Según observadores, entre la gente había encapuchados que insultaban a carabineros y los fotografiaban y se marcharon gritando consignas como "Asesinos, ustedes son los que disparan por la espalda".

Consultada Carolina Chang sobre qué estaba haciendo en el fundo "Choque", respondió: "Nosotros (el INDH) tenemos un mandato específico de la protección de los derechos de las personas. Fuimos al lugar particularmente a cumplir este mandato legal. Tuvimos denuncias de la comunidad sobre maltrato de Carabineros a personas de la comunidad. Fuimos a recolectar antecedentes. Estábamos haciendo precisamente el mandato legal en la comuna de Tirúa".

Interrogada por qué gente del INDH era acompañada por personas encapuchadas, dijo: "No es efectivo que andaban personas encapuchadas. Andábamos con personas de la comunidad, con familiares, con mujeres, con niños".

-En una declaración, la comunidad María Colipi señaló que usted les dijo "mejor vámonos de aquí. Ya hemos constatado el actuar de Carabineros. Es mejor regresar, porque si son capaces de atacar una sede comunitaria, no sabemos qué pueda ocurrir acá"...

-No es mi frase. Les dije que, como Carabineros estaba cumpliendo una medida de protección, nos retiráramos.

Según ese mismo comunicado, el equipo del INDH andaba "corroborando la militarización de la zona mapuche".

Desde el interior de Carabineros ha trascendido malestar por lo que llaman el "acoso" del INDH a su labor en la zona.

Querellas
El INDH ha presentado varias querellas contra Carabineros, defendiendo a mapuches.

Fuente:

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DIABETS

Saltarse el desayuno aumenta el riesgo de diabetes

 • 11 marzo, 2016
Posted in DiabetesDieta y Nutrición.
Getting into a bowl of goodness

Si estás pasado de peso, ¡cuidado con saltarte esa primera comida del día! Si desayunas todos los días, probablemente tengas un nivel más bajo de azúcar en la sangre y reduzcas tu riesgo de padecer de diabetes.   

Un estudio pequeño dirigido por la Dra. Elizabeth Thomas, profesora de medicina de la Universidad de Colorado, demostró que cuando las mujeres con sobrepeso se saltaban el desayuno, desarrollaban resistencia a la insulina. Cuando esto ocurría, necesitaban más insulina para que el azúcar en su sangre regresara a los niveles normales.

Según el estudio, la resistencia a la insulina de las participantes fue de corta duración. Pero si este trastorno se vuelve crónico, se convierte en un factor de riesgo para la diabetes. El exceso de peso, por su parte, constituye en sí mismo otro factor de riesgo.

Por eso, tomar todos los días un desayuno saludable puede ser beneficioso para tu salud. No sólo te ayuda a bajar de peso, sino que al hacer que tu organismo controle mejor la insulina, te ayuda a evitar la diabetes tipo 2.

En el estudio mencionado sólo se examinaron a nueve mujeres, que tenían 29 años de edad en promedio. Todas estaban pasadas de peso o eran obesas.

Los investigadores midieron los niveles de insulina y el nivel de azúcar en la sangre de las participantes en dos días diferentes, después del almuerzo. Un día, las mujeres habían desayunado; otro, se habían saltado el desayuno.

Normalmente, los niveles de glucosa (azúcar) se elevan después de comer, lo que a su vez desencadena la producción de insulina. Ese proceso ayuda a que las células absorban la glucosa y la conviertan en energía.

Sin embargo, los niveles de glucosa y de insulina después del almuerzo eran mucho más altos el día en que las participantes se habían saltado el desayuno que el día en que habían desayunado.

La explicación, según Thomas, es que cuando las participantes no desayunaban, necesitaban un nivel más alto de insulina para procesar la misma comida.

Hubo un aumento del 28% en la respuesta a la insulina y un aumento del 12% en la respuesta de la glucosa tras no desayunar.  Eso representa un aumento leve en la glucosa y uno moderado en la insulina.

Los resultados de este estudio se deben considerar preliminares. Los expertos dicen que el estudio no prueba causalidad, pero sí halló una relación entre saltarse el desayuno y un aumento en los niveles de insulina. Tampoco se sabe si el efecto es a corto o largo plazo. Aún se necesitan más investigaciones para verificar los resultados.

En todo caso, no es recomendable saltarse ninguna comida, ni tampoco estar comiendo muy frecuentemente o "picotear".  Según otros estudios realizados en Europa, una comida sustanciosa a la mitad del día es mejor que una comida sustanciosa a la hora de la cena.

Pero si debido a tus costumbres o tu horario, el patrón europeo de alimentación no te resulta conveniente, lo ideal es que comas un buen desayuno por la mañana, un buen almuerzo a mitad del día y una cena ligera.

Sin embargo, si quieres obtener todo el beneficio de un buen desayuno diario, hay otras medidas que debes tomar conjuntamente. Si estás pasado de peso, lo más importante por supuesto es que procures consumir una dieta sana para llegar a un peso saludable, según tu edad y tus condiciones físicas. Pero mientras llegas al peso que deseas, no dejes de desayunar. Y si lo acompañas con una buena caminata u otro ejercicio que te recomiende tu médico, tanto mejor. Disminuirás tus probabilidades de desarrollar diabetes, o mejorarás su control si ya eres diabético(a).

 

Imagen © iStock / PeopleImages

Fuente:VIDAYSALUD 

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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desde El Mostrador: Edison Ortíz la retórica de la transición en bancarrota

Un cuarto de siglo después: la retórica de la transición en bancarrota

por  11 marzo 2016

Un cuarto de siglo después: la retórica de la transición en bancarrotaLo sintetizó uno de esos protagonistas, que en una amena conversación llegó a simplificar el proceso vivido mediante una simbólica y autoflagelante síntesis: "Nosotros pasamos de la extrema izquierda a la socialdemocracia y de allí derechamente a la corrupción". ¡Corrupción sustentable, venceremos!

Si estuviésemos en 1990 la palabra no se pronunciaría sin invocar la proeza –Lagos hablaba de "una gesta épica"–, sin asociarla a una modernidad exitosa después de años traumáticos. Acompañada siempre, y no sin exhibir una cierta pose progre, por el orgullo de haberla protagonizado. El vocablo, por entonces, se expresaba sin excesiva reticencia y con mucha franqueza.

Incluso, en el paroxismo de aquella borrachera, no hubo político del duopolio que no saliera a explicarle al mundo el papel de la transición en el éxito del modelo chileno, por entonces objeto de estudio, seminarios, comparaciones, así como de cuchicheos de esos envidiosos que nunca faltan. Por eso, en el clímax de esa borrachera, uno de ellos, al calor del entusiasmo (y de las copas) llegó a decir que "éramos un muy buen país en un mal barrio".

El frenesí llegó a tanto que incluso los acérrimos adversarios de antes creyeron ser parte de un mismo relato unificador que rompía con una historia periódica de traumas y violencia, y ahora no cabía sino enorgullecernos por romper con siglos, décadas, de odios fratricidas, abrazarnos y, por fin, poder vivir en paz. Fue, según Gonzalo Martner, la época en que los actores de la transición hicieron de la necesidad una virtud. Por allá, en la segunda mitad de los 90, parte de los actores de la transición se sintieron unidos a tal punto que se mimetizaron.

Y a pesar de que Moulián nos advirtió del mito en ciernes, de la altísima abstención de las parlamentarias de 1997, que demostró que aquella chequera no tenía fondos o cuando ya, tempranamente, la crisis asiática evidenció los límites del modelo, o del debate autocrítico que se tomó El avión rojo, nadie prestó atención a ese mal augurio. Por el contrario, nuestros protagonistas, que se empezaron a llamar a sí mismos estadistas, hicieron lo inverso: dejaron de cuidar las apariencias y se pusieron a vivir, a vista y paciencia de todos, en concubinato.

Es la época en que bailan juntos para la Teletón, que arman transversales sociedades de asesoría comunicacional, que se visitan mutuamente y, más de alguno, empezó a ir a los matrimonios de los hijos de los otros. Otros pocos, incluso, se emparentaron.

El fin de la leyenda rosa sobre la Transición

Y entonces tuvieron crías –la camada más conocida fue la G-90– que, al ser concebidas al margen de la ley, es decir en el ethos de la renuncia a representar los intereses de quienes habían confiado en ellos, las mayorías ciudadanas que querían cambios en el orden social recibieron como respuesta el azote divino y se develaron como eran: planos, sin épica ni relatos y las más de las veces solazándose como frutos de pactos contranatura y con tres cabezas –la jerarquía eclesiástica, la oligarquía económica y los políticos–. Y, ahora, no sabemos por dónde empezar a cortar.

Sin embargo, esos mismos protagonistas hoy se nos enojan y, cual acusados en el banquillo, pillados in fraganti, nos profieren insultos cuando, después de Penta, Caval y SQM, ya sin ropa sobrepuesta fueron exhibidos desnudos en la plaza. Los que posaban de estadistas nos dicen, ahora, que somos "mala leche", que "en el país se respira un cierto aire de envidia", que "no son partidarios de los linchamientos populares", que somos "chaqueteros", dice uno de sus primogénitos, y otra cantilena de frases alambicadas dichas para sí mismos: añoran el orden perdido que unos bárbaros han arrasado.

Decía un antiguo filósofo: "Imaginaos unos hombres sin fe, sin creencias, corrompidos, con el corazón gastado y la inteligencia vacía; hombres que predican todas las doctrinas, según conviene a sus intereses, que adoran hoy lo que ayer quemaban y queman mañana lo que adoraban ayer; que hacen de la política un arte de logreros, de la religión una máscara hipócrita; que no buscan la virtud, sino el oro; que se ligan con todos los que pueden dar a sus pasiones alimentos; que encubren con grandes palabras intereses detestables… que odian a todos los que tienen elevación de ideas y rectitud de conciencia; imaginaos unos hombres de esta naturaleza arrojados a la plaza pública, ocupando la tribuna, dirigiendo los negocios de la república". Y sin embargo, este relato, de más de 2.500 años, pareciera haber sido escrito para tipificar nuestra transición.

Y es que hasta hace apenas unos años nos regocijábamos de la misma: la propia derecha reconocía su valor, su ejemplo y a lo más, como sinónimo de complicidad, se atrevían a señalar, no sin razón, que su éxito se debía a que fue la continuación natural de la obra de Pinochet.

Lagos, grandilocuente como siempre y al borde de la realidad, en algún momento llegó a decir que la "Concertación era la coalición más exitosa en la historia de Chile", cuando cundía el optimismo y luego que los gobiernos de la transición, desde el propio Aylwin, priorizaron el modelo agroexportador, y con mayor fuerza desde Frei en adelante –y su cambio del eje desde los temas de la transición, a los de la modernización–, no tuvieron sino como objetivo insertarse en la economía mundial como agente periférico priorizando solo el crecimiento, con el consenso de Washington como escenografía de fondo.

A pesar de que ese modelo estaba perdiendo dinamismo desde la segunda mitad de los 90 y que solo la bonanza del cobre lo mantuvo hasta ahora con respiración artificial. De allí su apuesta por ampliar la infraestructura, por modernizar el Estado, por privatizar, y los tratados internacionales cuyo epílogo es la obsesión por firmar el TPP.

Es más, aún durante el primer año del Gobierno de Piñera, sus propios actores se referían a esa administración como "el quinto Gobierno de la Concertación" (Longueira dixit), queriendo graficar con ello no solo la falta de originalidad del presidente-empresario sino, también, el peso del modelo heredado de la Concertación: no había nada nuevo que hacer. La coalición del arcoíris lo había hecho todo.

Los que posaban de estadistas nos dicen, ahora, que somos "mala leche", que "en el país se respira un cierto aire de envidia", que "no son partidarios de los linchamientos populares", que somos "chaqueteros", dice uno de sus primogénitos, y otra cantilena de frases alambicadas dichas para sí mismos: añoran el orden perdido que unos bárbaros han arrasado.

Pero el modelo había comenzado a hacer agua socialmente antes, allá por 1997, y su epílogo se precipitó a partir de las elecciones de 2009 que rompieron con el duopolio presidencial; el terremoto de 2010 que demostró que, en cuanto a prevención y seguridad, este país estaba en pañales; luego la epopeya de los 33 mineros, más allá de su heroico rescate, dejó en evidencia la ausencia de un Estado protector y fiscalizador y un humorista –¿se han dado cuenta de que ellos se han transformado en los verdaderos analistas políticos y estos últimos en los comentaristas de sus chistes?– graficó bastante bien lo que nos estaba pasando: "Este es el único país del mundo donde una tremenda cagá, se transforma en película".

Y de ahí, los hechos se despeñaron: aparecen los deudores Corfo, se masifica la protesta estudiantil, Alberto Mayol anuncia el derrumbe del modelo y, el 2012, José Gabriel Palma escribe su famoso paper"La economía chilena se balancea sobre la tela de una araña", que comunica el fin del ciclo de la bonanza del cobre. La transición había llegado al purgatorio… pero caería luego, durante 2015, al mismísimo infierno. Entonces, el tango de Discépolo volvió a ser contemporáneo: "Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos… ¡todo es igual, nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos, ni escalafón, los inmorales nos han igualao".

Las transiciones y las intervenciones preventivas

Hace exactamente 30 años, Guillermo O'Donnel y Philippe Schmitter publicaron Prospects for Democracy and Transition from Authoritarian Rule que, si mal no recuerdo, fue traducido al castellano como Transiciones desde un gobierno autoritario: conclusiones tentativas sobre las democracias inciertasUn clásico para explicar los regímenes postdictaduras. El texto de cuatro volúmenes, que marcó la producción académica de la ciencia política sobre el tema, explicaba los distintos tipos de transiciones desde los 70 en adelante: las de Europa del sur o mediterráneas, las asiáticas, las de América Latina, y un cuarto volumen describía el procedimiento metodológico de la investigación. El capítulo concerniente a Chile era de autoría de Manuel Antonio Garretón.

Veinticinco años después de aquella señera publicación, Schmitter divulgó un balance del texto a la luz de los resultados de esos procesos democratizadores –Veinticinco años, quince hallazgos(2011)– y evaluó y revisó las hipótesis centrales que los marcaron. Y sus conclusiones no pudieron ser más clarificadoras: "La democratización no ha sido tan fácil como se esperaba… la democracia realmente existente ha sido decepcionante, tanto para sus beneficiarios previstos como para nosotros, los académicos… y los analistas compiten para encontrar el adjetivo más despreciativo para colocar delante o detrás de la palabra 'democracia'".

Según Schmitter, "la impresión general –reflejada en la opinión pública– de que la mayoría de los cambios en el régimen durante los últimos veinticinco años han dado lugar a regímenes de pobre calidad que son indignos de las luchas y sacrificios que fueron necesarios para alcanzarlos… Casi en todos lados la participación electoral ha declinado, como también lo ha hecho la afiliación sindical, el prestigio de los políticos, la percepción sobre la importancia de los parlamentos, la fortaleza de la identificación partidaria, la estabilidad de las preferencias electorales y los niveles de confianza en la mayoría de las instituciones públicas. Por el contrario, ha habido un aumento en los litigios, denuncias (y condenas) de corrupción y candidaturas populistas antipartidistas". Había llegado el 2011.

El punto siete de ese balance que el politólogo tituló "Los pactos negociados entre las elites del antiguo régimen y los grupos opositores parecen haber presentado una diferencia en el corto y mediano plazo, pero su efecto en el largo plazo es más dudoso", casi proféticamente anunció lo que se destapó más tarde en Chile: "Las transiciones pactadas y las impuestas" parecían mostrar el problema concreto de que "ambas tienen una tendencia a "congelar" los privilegios existentes y hacer más difíciles las reformas redistributivas. Lo que es particularmente nocivo para el futuro de la democracia con dichos pactos es que tientan a las élites a extender sus acuerdos más allá del período de incertidumbre inicial y a reforzar un patrón de confabulación entre los partidos que genera corrupción y decepción en la ciudadanía".

Es decir, antes de que Penta, Caval o SQM develaran la profundidad del concubinato entre políticos y empresarios, Schmitter diagnosticó la naturaleza del vínculo entre la oligarquía económica y los actores públicos. La transición, aquel animal brioso de los 90, había devenido en una criatura sucia y apestosa.

Algunos plantean, como mi querido amigo Gonzalo Martner, tal vez no sin una dosis de razón, que hasta cuándo seguimos pegados en lo que pasó 25 años atrás, en vez de aprender las lecciones y enfocarnos en el presente y en lo que está por venir, pues es inoficioso seguir anclado en lo que ocurrió hace un cuarto de siglo.

El mismo Jorge Arrate no se cansa de repetir, cuando le cuestionamos la transición de la que fue protagonista, que "claro, cómo no la van a criticar si las revoluciones son animales briosos, vigorosos, peludos y de buena estampa, aunque sangrientas. Las transiciones en cambio, son animales feos, fruto de pactos a regañadientes, revolcados y llenos de suciedad, pero que no engendran violencia, ni relatos románticos", de esos que suelen gustar a las audiencias progres.

Las primeras anuncian un gran amanecer y tras de sí vienen esos personajes épicos: Danton, Robespierre, Lenin, Fidel, el Che y Allende. En cambio, las transiciones, oscuras y secretas paren a los Fouché, los González, Aznar, los Enrique Correa, los Longueira y los Zaldívar. "El sueño de la razón produce monstruos", dice el grabado de Goya que está en El Prado.

La democracia que devino de la transición, veinticinco años después, está en una encrucijada: o se estanca en un régimen de protección de intereses oligárquicos en la era del capitalismo global o se transforma y evoluciona hacia un régimen de representación de los intereses mayoritarios, que empuja las fronteras de lo posible más allá de las pretensiones del "no hay alternativa" propio del neoliberalismo contemporáneo que hasta aquí domina la escena política.

Así como las dictaduras, las transiciones han sido parte de las intervenciones preventivas que los centros de poder que ganaron la Guerra Fría –en especial Estados Unidos– digitaron e implementaron para preservar el statu quo en caso de que, en cada país intervenido, hubiese una evolución adversa a sus intereses. Tal como lo sintetizó S.P. Huntington: "Lo que se necesita es una estrategia de intervención premilitar, intervención indirecta y acción positiva para conformar el curso político y fortalecer a los grupos comprometidos a nuestro lado o que con mayor probabilidad mantengan la estabilidad, antes de que la situación llegue a ser tan grave que plantee la cuestión de la intervención militar" (Inestability and the Non-Strategic Level of contact, pp. 21-36).

Luego de agotadas las dictaduras que se impusieron a sangre y a fuego en la Europa Mediterránea y en América Latina, la potencia diseñó el modelo de las transiciones que, mediante pactos explícitos o por omisión, pudieran poner fin a los regímenes militares acosados por movimientos sociales y de ese modo evitar que mudasen a gobiernos de naturaleza nacional-popular o radicales. Se renovó el cuerpo político y se seleccionó y estipendió a los líderes que llevarían a cabo ese proceso, se construyeron marcos normativos y electorales que mantuvieran el orden. Por último, se borró de los antiguos partidos de izquierda cualquier atisbo que los hiciera involucionar hacia posturas radicales como había sido en el pasado.

Y la transición chilena resultó en ese sentido perfecta y apegada al guión preestablecido.

Aunque hay una similitud entre ambos procesos: tanto ayer como hoy, los líderes de izquierda son detenidos. Ayer, incluso asesinados y desaparecidos por apegarse al cumplimiento del programa político ofrecido. Hoy, también están bajo amenaza, pero por corruptos. Y junto con perder por ese motivo sus respectivos gobiernos son procesados por enriquecimiento ilícito. O como lo sintetizó uno de esos protagonistas, que en una amena conversación llegó a simplificar el proceso vivido mediante una simbólica y autoflagelante síntesis: "Nosotros pasamos de la extrema izquierda a la socialdemocracia y de allí derechamente a la corrupción". ¡Corrupción sustentable, venceremos!


Saludos
Rodrigo González Fernández
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