Una Oposición Decorativa. Desafíos para la Centro Derecha Chile
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Andrés Dockendorff, Tomás Fuentes Barros hacen un análisis novedoso que los interesasos en la política deben leer:
En este paper se sugiere que desde el retorno a la democracia, la oposición de derecha en Chile ha sido decorativa, dado un conjunto de rasgos característicos de este sector político, así como también por el contexto institucional, como el sistema binominal y la distribución sesgada de los distritos electorales, que como se argumenta, ha contribuido a disminuir la competitividad de la alianza opositora.
La derecha chilena ha sido una oposición decorativa porque no ha logrado, como coalición opositora, dotar la competencia política de incertidumbre, así como tampoco ha conseguido elaborar un discurso político y una estructura suprapartidaria orientada hacia el poder. Mientras la Concertación, como coalición, manifiesta una voraz vocación por el poder, la derecha junta dos partidos para las elecciones. La UDI es un partido con una férrea y disciplinada organización, altamente jerarquizado, mientras que RN tiene grados de institucionalización bajos, una tendencia a someter su organización a liderazgos de notables o caudillos, además de una performance electoral negativa comparada con su socio.
En este trabajo, se plantea que una oposición de baja intensidad, que no representa una amenaza para la coalición o el partido gobernante durante un período de tiempo significativo, puede llegar a tener efectos negativos en la calidad y fortaleza de la democracia. Por ello, el desafío para la centro derecha chilena es convertirse en una alternativa viable de gobierno, para lo cual resulta vital abandonar el alineamiento partidario derivado del plebiscito y el apoyo al régimen militar.
Introducción
En democracia, la oposición política al gobierno cumple una función clave y fundamental. Pasquino (1997: 10) reconoce su importancia, al decir que "una oposición bien equipada mejora la calidad de la democracia, aún cuando no alcanza a llegar al gobierno, pero persiste en candidatearse para él a través de su actividad de control y orientación, de propuesta y de critica." En esa línea, el rol y la importancia de la oposición en el marco del funcionamiento de un sistema democrático es fundamental. Toda democracia precisa de una oposición fuerte, que cumpla principalmente dos funciones: control al gobierno, y alternativa competitiva del mismo (Massera, 1997: 124).
La importancia de una oposición efectiva y competitiva es tal que; "allí donde esta función de alternancia de la oposición, y allí donde hay siempre o por largos períodos históricos, el mismo partido (o la misma coalición de partidos) en el poder, la democracia aparece objetivamente bloqueada." (Massera, 1997: 124) Esto, es aún más notorio, cuando se entiende que el gobierno es el núcleo del sistema político, el elemento central "de la definición de la propia experiencia política." (Cotta, 1986: 311) Y si el gobierno, al cual en democracia se accede, ya sea bajo un marco parlamentarista o presidencialista, a través elecciones competitivas, es la parte central de lo político, cualquier partido o coalición de partidos que no obtiene el poder por un período significativo de tiempo, se entiende destinado a la irrelevancia política, quedando, siguiendo a Cotta, excluido del núcleo del sistema político, y de la definición misma de política. Por ello, abordar la problemática de la oposición de derecha chilena es de suma importancia, ya que no sólo tiene que ver con las posibilidades electorales de un sector político, sino que con la calidad de la democracia.
Ahora bien, atendiendo al caso chileno, se deben considerar factores propios del devenir y del desarrollo de la transición a la democracia, que en alguna medida han determinado las características, la intensidad y la calidad de la oposición. Para Linz, en todo proceso de instauración democrática, es deseable que la oposición sea incorporada como actor participante en el poder político, a objeto de evitar que una oposición en comienzo leal, se transforme, dada su exclusión sistemática del poder, en una oposición semileal, o derechamente desleal, que atente contra la estabilidad misma del régimen (Linz, 1990: 67,68).
En Chile, lo anterior parece haber operado en la transición democrática con la política de los consensos, que tuvo por objeto no caer en la política confrontacional e intolerante que dio pie a la intervención de los militares el ‘73. En esa línea, al entender una transición vía transacción, algunos autores hablan de una transición incompleta dada la mantención de espacios e instituciones del autoritarismo (Cañas, 1994). Reconocer los alcances de lo anterior, será vital para que entendamos la figura de la derecha chilena como una oposición decorativa.
En ese sentido, el modelo de transición pactada, que incluye el amplio consenso en torno a las reformas constitucionales de junio de 1989 (Cañas, 1994), derivó en un conjunto de instituciones, prácticas y reglas que han contribuido a configurar el tipo de oposición de derecha que ha tenido Chile desde la reinauguración democrática. Dentro de estos elementos se pueden identificar como parte de las condiciones mencionadas, el sistema electoral binominal, la distribución de los distritos y circunscripciones realizada a la luz de los resultados electorales del plebiscito y los altos quórum requeridos para determinadas materias, lo que lleva a la derecha (exceptuando a la UDI desde el 2001) a conformarse con resultados electorales mediocres a nivel parlamentario y municipal.
Así mismo, se observa una limitada orientación o vocación al poder de los partidos que componen la derecha chilena, conformándose con acceder a posiciones de poder a nivel parlamentario y municipal, que le permiten jugar un rol de comparsa, y de oposición permanente, vetando y en ocasiones fiscalizando, pero sin un ejercicio proactivo e independiente de la coalición de centro izquierda.
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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